La verdad es que me alegro de que el alcalde, supongo que presionado por Rajoy que ve cómo el país se revoluciona por este tema, ponga sentido común y decida paralizar las obras hasta que haya consenso. Me parece algo básico que debió hacer desde el principio, pero más vale tarde que nunca.
Este cambio de opinión sin embargo me deja un sabor agridulce. Por una parte me alegra que la acción organizada de los ciudadanos pueda servir para cambiar decisiones políticas, que es en lo que teóricamente consiste la democracia. Por otra parte me parece lamentable que, una vez más, sea necesario llegar a esto para que los políticos decidan dialogar.
La gente se manifestó en contra de manera pacífica durante meses, y no sirvió de nada. Ha sido necesario llegar a la "violencia" para aparecer en todos los medios y que el alcalde rectifique. El mensaje que traslada no es nada bueno, porque deja claro que la única forma de que nos escuchen es salir a prender fuego en la calle.