Una batalla legendaria , con dos grandes protagonistas , Atila y Aecio. Una gran historia por contar:
Batalla de Campos Cataláunicos
¿Hay algo más dulce para un hombre valiente que obtener la venganza por su propia mano? Es un derecho de la naturaleza alimentar el alma con la venganza. Porqué cuando se cortan los tendones, las extremidades enseguida se relajan. Dejad que emerja vuestro coraje y que explote vuestra furia. Que los que no estén heridos se recreen en la matanza del enemigo.
¿Por qué les ha hecho la fortuna a los hunos vencedores sobre tantas naciones a menos que fuera para prepararlos para el gozo de este conflicto? Así escribe Jordanes la arenga que Atila lanzó a sus soldados antes de enfrentarse a Aecio (o Ecio) en la batalla de la que hablamos. Pese a que muchos historiadores no le dan mucha importancia a este acontecimiento, no es por eso un momento de la historia que debamos olvidar, ya que constituye una de las últimas demostraciones de fuerza bélica y política del imperio Romano, así como todo un ejemplo de lucha y supervivencia del ejército huno. Veamos quienes componían cada bando, y que circunstancias dieron pie a la Batalla de los Campos Cataláunicos.
LOS HUNOS Y ATILA
Jordanes cuenta que los hunos desciendían de espíritus malignos de los pantanos. Aparecían, mataban, destruían, saqueaban y desaparecían. No se les podía parar y tampoco se podía predecir su siguiente paso, de forma que era imposible evitarles. Además de con el factor sorpresa, por tanto, contaban también con el terror psicológico. Leyendas sobre su comportamiento bárbaro. Quizá eso alimentara el rumor de su origen.
Sin embargo, el pensamiento general hoy día (aunque no por eso definitivo) sobre la ascendencia de los hunos es que forman parte de un grupo antecesor de los mongoles, descendiente de los hsiung-nu (noten el parecido semántico y fonético con huno). Si ese fuera el caso, serían grupos de tribus nómadas expulsados de China por la dinastía Han.
Lo que es seguro es que provenían de las estepas asiáticas y fueron capaces de vencer a los pueblos bárbaros que rodeaban al imperio romano, hasta el punto en que Roma nota la presión de los hunos. Se sabe que hasta en algún momento antes de convertirse definitivamente en una fuerza hostil a Roma habían actuado como foederati, es decir, federados, aliados que controlaban las fronteras del imperio.
Hay una razón principal que explica su éxito bélico: su velocidad. Y no es de extrañar si conocemos sus dos puntos fuertes, sus dos armas. El arco reflejo, un trozo de madera doblado al revés que los arcos normales, tratado de manera casi secreta y sujetado con huesos. Permitía una gran movilidad, ya que generaba una grandísima potencia con un estiramiento corto, lo que les permitía tirar desde su caballo, su segunda arma.
La historia de emigración de los hunos los había convertido en excelentes jinetes. Se dice incluso que dormían a caballo. Ese animal era además la base de su economía, ya que les proporcionaba carne y leche, pero era especialmente adecuado para la guerra, ya que los guerreros contaban con la ventaja militar que proporciona ser jinete. Podían atacar y huir rápidamente.
Es en el 376 cuando aparecen las primeras leyendas y rumores sobre esta tribu. Las guarniciones de las fronteras cercanas al Danubio oían sobre migraciones exteriores que empujaban a tribus hacia el Oeste, y en su marcha, chocaban con otras. Así de desesperada era la situación para estos pueblos. De todos lados llegaban rumores sobre un pueblo inmune a las necesidades humanas, que se bebía la sangre de sus caballos, que guardaba la carne cruda bajo sus monturas para que se ablandara, que vestía con pieles de animales, rechazaba vivir bajo techo, con un lenguaje tosco y gutural. Se piensa que es debido a su migración el que los germanos luchen contra Roma en 378.
Sus lluvias de flechas detenían las líneas enemigas, que huyendo en desbandada eran atrapadas y aplastadas por la caballería huna. La verdad es que resulta difícil explicar la historia de este pueblo, pues su condición de nómadas no les permite dejar huellas culturales, además de que sus costumbres sociales no dejaban lugar para semejantes cosas, típico factor de tribus poco o nada civilizadas, en principio.
Atila nace en 406. Tras la muerte de su padre, Mundzuk, él y su hermano, Bleda, se unen a su tío, Rugila. En 422 sellan la paz con el emperador Teodosio II, que accede a devolver tribus renegadas de los hunos (tribus que han ayudado a recuperar Roma de las manos de los Vándalos), y a pagar un tributo anual a los hunos de 160 Kg. de oro. Tres años después, gracias a Aecio, se unen al imperio como foederati para luchar en la guerra civil. Además, Aecio les cede el territorio que hoy es Hungría (de hecho, la ciudad de los hunos era Hunu-guri; pese a todo, en Hungría se niega la ascendencia huna). La paz sin embargo no es duradera.
En 432 Rugila unifica las tribus hunas. Éste sin embargo muere dos años después, en 434, por causas desconocidas, dejando como heredero a Bleda, hermano de Atila. Aquí comienza una campaña de los dos hermanos, que acaba agrandando el imperio. Su territorio llegaba desde el centro de Europa hasta las estepas asiáticas, y desde el Danubio hasta el mar Báltico
En un momento no muy preciso, a mediados de la década de 440, muere Bleda (hecho con trasfondo bastante debatido por los historiadores) dejando a Atila como único rey.
Antes mencionábamos la negativa de Hungría a considerarse una nación descendiente de los hunos. No es de extrañar, ya que durante siglos la historia Europea ha considerado a Atila como modelo de la crueldad total. El historiador Prisco, contemporáneo de Atila, la fuente de la que bebe Jordanes, nos dice que “Atila es un hombre nacido para hacer temblar a las razas de la humanidad”. Marcelino dice que “Atila redujo al polvo a casi toda Europa”. Y aún hoy es conocida la frase sobre su caballo, pues “por donde pisaba no crecía la hierba” (recuerdo como para recordar la frase con un amigo decíamos que el caballo se pisaba los huevos, xD; perdón, si no lo decía explotaba).
Sin embargo, no podemos fiarnos de todo lo que vemos u oímos. De hecho, algunos historiadores lo retratan como un rey noble y la saga de El Cantar de los Nibelungos pinta a Etzel, personaje inspirado en Atila, de la misma manera (al contrario que Atli, personaje también inspirado en Atila en la Edda Poética y la Saga de los Volsung, donde se pinta a alguien cruel y feroz). Una de las opciones para el origen de su nombre es la que considera Atila un diminutivo de Atta’, es decir padrecito, palabra que denotaría un carácter amoroso.
Sea como fuere, la llegada de Atila al poder huno marca un antes y un después. A través de la historia aún podemos ver como se le rendía ese clásico culto perteneciente a los grandes jefes militares, con un excepcional carisma. Se dice que incluso encontró en las estepas la Espada de Marte, lo que proféticamente le permitiría ganar siempre (aunque seguramente este dato no es sino uno más en lo que se refiere a leyendas sobre espadas sagradas, leyendas bastante conocidas por todos).
Es gracias a él que las tribus hunas dejan de ser nómadas y se reestructuran en una especie de estado. Se crea un sistema diplomático complejo sólo en el transcurso de una generación. Se dice que el propio Atila era un personaje culto, capaz de hablar con fluidez el latín y el griego. A partir de 447, Atila es capaz de conquistar ciudades fortificadas, lo que demuestra la modernización del ejército huno, que ya puede incluir infantería y maquinaria de asedio. Fuentes históricas hablan de que conquista hasta 60 ciudades importantes.
A medida que pasa el tiempo, aumenta el tributo exigido al Imperio hasta 1000 Kg. de oro. Los hunos llegan a formar una sociedad heterogénea, aparentemente en decadencia a medida que va entrando riqueza en el país. Sólo Atila permanece impasible ante las riquezas, como nos muestra el siguiente fragmento de Prisco:
Se había preparado una lujosa comida, servida en vajilla de plata, para nosotros y nuestros bárbaros huéspedes, pero Atila no comió más que carne en un plato de madera. En todo lo demás se mostró también templado; su copa era de madera, mientras que al resto de nuestros huéspedes se les ofrecían cálices de oro y plata. Su vestido, igualmente, era muy simple, alardeando sólo de limpieza. La espada que llevaba al costado, los lazos de sus zapatos escitas y la brida de su caballo carecían de adornos, a diferencia de los otros escitas, que llevaban oro o gemas o cualquier otra cosa preciosa
Éste es en definitiva el hombre que con su ejército puso en guardia a todo el Imperio Romano. Pasamos ahora a analizar el otro bando.
EL IMPERIO ROMANO Y AECIO
La verdad es que el experimento de la Tetrarquía no funcionó demasiado bien. A través de ésta y después de la guerra civil, Constantino llega al poder y legaliza el cristianismo. En 364, tras la muerte de Juliano el apóstata, el imperio queda dividido entre Valentiniano y Valente, que muere en 378 en la Batalla de Adrianópolis.
Para suplir el vacío de poder que ha dejado Valente en la parte oriental, Graciano, hijo de Valentiniano, manda llamar a Teodosio. Este oficializa definitivamente el cristianismo y divide a su muerte el imperio en dos. Aunque se intenta vender como un simple trámite burocrático, a partir de aquí los destinos de cada parte se separaran cada vez más.
Por una parte, en Occidente, el poder lo tienen los caudillos militares (la mayoría bárbaros o semibárbaros, como en el caso de Aecio, aunque siempre se le ha llamado “el último romano”) y los terratenientes. El poder espiritual se impone sobre el temporal, a la vez que la crisis económica y demográfica aumenta paralelamente a la pérdida de poder real del emperador. Esto hace más fácil la invasión, o infiltración, de los pueblos bárbaros, que se declaran bajo el poder del emperador, pero sólo de palabra y no de hechos. Esto es cierto hasta el punto que en 410 es saqueada Roma.
En Oriente, el emperador goza del poder absoluto (quizá influya en esto la proclamación del credo niceno). Una burocracia eficiente, una economía en auge y unos comandantes militares y poderes espirituales sometidos son los datos referentes a esta zona del imperio.
Sin duda, el personaje importante de ahora es Aecio. Nacido en Italia, era hijo del magister equitum Gaudencio, y pasa su infancia como rehén de Rugila, práctica bastante normal en la antigüedad. Aquí aprendió sobre la forma de vivir de los hunos y conoció sus métodos de lucha. Llega a servir de magister equitum en la Galias, hasta que en 433 asciende a magister militum.
Su importancia y habilidad se hacen manifiestas enseguida. Capaz de contener a las tribus bárbaras del Oeste y del Norte, actúa además políticamente, cediendo sólo cuando acepta el estatus del Norte de África como territorio Vándalo, siendo criticado por esto. Aecio es el único obstáculo real para Atila.
LOS HECHOS
Seguramente, podemos decir que el pasillo de hechos que conducen a la batalla comienza en 450. En oriente, a la muerte de Teodosio II sube al poder Marciano, que se niega a pagar el tributo a Atila, esperando provocarle para una guerra, pues en campo abierto el ejército romano (de oriente) tendría posibilidades de vencer a la caballería huna. Sin embargo, Atila, como buen diplomático que es ahora, no sólo no ataca, sino que además se le presenta una oportunidad de oro.
Valentiniano III, emperador de Occidente había mandado asesinar al amante de su hermana, Honoria. Esta, como venganza, manda una carta pidiendo auxilio a Atila. Lo que sucede a continuación no puede ser confirmado, pero parece ser que Atila recibe, junto con la carta, un anillo de Honoria. El interpreta eso como si Honoria le ofreciera su mano, siendo el Imperio Occidental la dote para el matrimonio.
Pese a que la lucha contra Occidente no estaba justificada, al contrario que con Oriente, parece ser que Atila escoge la primera opción, pues la división del Oeste de Europa la hace débil, es más fácil de conquistar. Recogiendo aliados como los gépidos y los ostrogodos por el camino, dirige sus ataques al centro de la Galia. Sólo en este momento es cuando los diferentes pueblos se dan cuenta del peligro que representan los hunos para su existencia y, bajo el mando de Aecio, deciden unirse para luchar contra Atila.
En uno de estos ataques de Atila, durante el Asedio de Orleans, Atila conoce de la existencia del ejército que se ha reunido contra él, por lo que deja el asedio y se retira a campo abierto. Parece ser que una rama del ejército de Aecio, los francos, es capaz de atacar a la retaguardia huna, formada por tribus germanas. Sin embargo este incidente no decide nada, y en 451 tiene fecha una de las más grandes batallas de la historia.
Nos encontramos con dos ejércitos bastante igualados en cuanto a número. Pese a que los historiadores antiguos, como los que hemos mencionado, cifran el total de tropas en medio millón de personas, seguramente tendríamos que reducir esas cifras a entre treinta mil y cincuenta mil por bando. De todas formas era la primera vez que peleaban en el mismo lugar todas las naciones de Europa, lo que ya por si sólo hace que esta batalla sea importante como pocas. Digamos que ninguno de los bandos principales (Aecio y Atila) dependía de sí mismo, pues cada ejército era una amalgama de tribus diversas.
Atila, situado en el centro de su ejército con su caballería, había apostado a los ostrogodos a su derecha comandados por su rey Valamer, junto con diversas tribus, como los gépidos, o una parte de francos comandada por el príncipe Clodion, con aspiraciones al trono. A la izquierda de su ejército iban los Vándalos a cargo de Gensérico, que venían desde Cartago para unirse a Atila.
Su estrategia era dividir el ejército contrario por el centro, lo que crearía el típico caos que aprovechaban los hunos, y luego atacarían desde la retaguardia con lluvias de flechas que detendrían su avance. Aecio dispuso a su ejército en una formación distinta. En vez de situar su punto fuerte en el centro, como el caso del ejército de Atila, lo había situado en las alas. El flanco derecho, el puesto de honor en todas las batallas, era para Teodorico y sus visigodos, que lucharían contra los vándalos. El centro lo había dejado para los Alanos, a cargo de Sangibano, tropas reforzadas con contingentes de veteranos romanos: los liticianos y los olibriones. Cabe decir que la situación de Sangibano en el centro era debido a que no Teodorico ni Aecio estaban seguros de su lealtad. Finalmente, Aecio se había situado a la izquierda de su ejército, junto con los francos del rey Anto.
Su plan consistía en tres pasos. El flanco izquierdo debería alcanzar una colina que les otorgaría superioridad ofensiva a la hora de atacar. El centro debía resistir el ataque de la caballería huna, de este punto dependía todo lo demás, y, finalmente, Teodorico debería conseguir avanzar para acorralar a los hunos. Era la estrategia usada por Aníbal en Cannas, o por los Godos en Adrianópolis.
Al principio, como era de esperar, los romanos fueron el blanco de miles de flechas, tantas que quizá alguno pudiera recordar a los espartanos de las Termópilas, que lucharon a la sombra. Sin embargo, fueron capaces de alcanzar la loma pese a la constante lluvia de saetas, y a partir de ahí se impuso la superioridad de las disciplinadas legiones romanas. Los ostrogodos no tuvieron nada que hacer contra Aecio, que carga tras carga, era capaz de rechazar al adversario durante todo el día. Realmente, la pérdida de esa colina resultó en un desastre para el flanco derecho del ejército de Atila, que disminuía por momentos. De todas formas, resistir no servía de nada, y parecía ser que Aecio no era capaz de avanzar.
El centro, como también era de esperar, fue cediendo ante la presión de la caballería de Atila. Sin embargo se dio un factor que nadie había tenido en cuenta. El número de soldados congregados en el lugar era tal que se estorbaban entre sí, además que nadie había sido adiestrado para dirigir un número tan grande de tropas, y ni los hunos eran capaces de disparar sus flechas tan rápido como para conseguir su objetivo de abrir brechas en el centro de la formación adversaria. Además, la preparación de los alanos para las batallas como ésta fuera, probablemente, mejor que la de los hunos, de menor tamaño, con armaduras de cuero y armas más pequeñas.
Podemos decir que la clave de esta
batalla se encuentra en la lucha que los Visigodos mantenían contra los vándalos. Las fuerzas de Teodorico eran mayores y fueron ganando con una ventaja cada vez mayor, lo que a su vez puso en peligro la formación, pues sus tropas se separaban del resto del ejército. Atila no permaneció ajeno a esto, y ordenó atacar a los visigodos. Sus tropas consiguen rodear a Teodorico y éste cae muerto por las flechas hunas.
Sin embargo, este hecho no provocó una retirada en masa, un golpe de moral que se podría esperar tras situaciones así, sino que desde la retaguardia se nombró rey al instante a Turismundo, hijo de Teodorico. A partir de aquí, los visigodos lucharon aun con más fuerza. La táctica usada por Aecio funcionó. Finalmente, el ejército de Atila fue repelido, y este, junto con sus hunos, acudió a refugiarse al círculo de carros que protegía su campamento, desde el que empezaron a llover oleadas y oleadas de flechas. La batalla había durado todo un día. A pesar de que ambos bandos habían sufrido miles de muertes, Aecio se había hecho con la victoria moral y había roto el aura de invencibilidad de Atila.
FINAL
Lo que sucede a continuación es objeto de debate entre los historiadores. Sin motivo aparente, Aecio no ordena el ataque final, el golpe de gracia, sino que deja que el ejército huno se retire y despide a sus aliados.
Según Jordanes, Aecio recomienda a Turismundo que vuelva a su capital para afianzar su posición y evitar usurpaciones del trono. No obstante, cabe esperar que Jordanes no utilice una posición imparcial a la hora de juzgar los hechos, pues era godo. Quizá el propio Turismundo decidió retirarse para evitar problemas como el que hemos mencionado, o viendo simplemente que la batalla estaba ganada optó por dar por finalizada su alianza con Roma.
Otra opción por la que Aecio actúa de esa forma es porque prefiere dejar las cosas en un empate técnico, cosa que evitaría una posible euforia de los aliados.
Una tercera opción es que quisiera evitar las pérdidas que supondría el que los hunos llevaran a cabo un ataque a la desesperada. Por último, se comenta la posibilidad de que Aecio aun sintiera nostalgia de su pasado con los hunos, y que por tristeza hubiera rechazado acabar con ellos.
En 452 Atila vuelve con más fuerza que nunca para conquistar Italia, pero tras su encuentro con el Papa León I decide retirarse. No se sabe lo que pasó realmente, pero se interpretó como un milagro, igual que el hecho de que muriera un año después, en su noche de bodas, justo en el momento en que se volvía a proponer conquistar Italia. Parecía ser que cuanta más fuerza tenía Atila, menos podía conseguir. De esta forma, se interpretó que la existencia de Atila había sido un castigo de Dios para los pueblos conquistados por él.
A su muerte, el reino huno entró en una guerra civil entre los tres hijos de Atila y acabó desmembrándose. El mito dice que se marcharon hacia oriente, pero se sabe que acabaron formando parte del ejército romano como foederati.
Por otra parte, Aecio fue asesinado por el propio Valentiniano, que temía sus aspiraciones al trono. Este a su vez, fue asesinado un tiempo después por oficiales de Aecio.
Pese a todo, es innegable que tanto Atila como Aecio se han ganado un lugar imborrable en las páginas de nuestra historia.
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Aquí está el relato de una de las batallas más importantes de la historia. Muchas Veces alvidada dada su importancia que rescato para todos vosotros.