Un lugar de enterramientos cartaginés no fue hecho para llevar a cabo sacrificios de niños, sino que se usó como cementerio para bebés y fetos, afirman ahora los investigadores.
Un nuevo estudio sobre el antiguo enclave del norte de África ofrece la última perspectiva de un debate sobre el propósito principal del cementerio, largamente considerado como un lugar de sacrificios sagrados.
"Es todo muy exagerado, cinematográfico, pero sí eso fue una actividad diaria y constante creo que nuestro análisis lo contradice", dijo el coautor del estudio Jeffrey Schwartz, de la Universidad de Pittsburgh.
La ciudad-estado de Cartago fue fundada en el siglo IX a.C., cuando la reina Dido huyó desde Fenicia (a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo) hasta lo que hoy es Túnez. El imperio se convirtió en un centro neurálgico del mundo antiguo y libró varias guerras contra los romanos.
Cuando los arqueólogos comenzaron a excavar la antigua civilización en el siglo pasado, se encontraron unas urnas con restos incinerados de miles de bebés, cabras y corderos jóvenes, en un cementerio llamado Tofet, el cual había sido utilizado desde el 700 al 300 a.C. En su apogeo, el Tofet pudo haber sido más grande que un campo de fútbol y tenía nueve niveles de enterramientos.
Con base a los relatos históricos, los científicos creían que los cartagineses sacrificaban niños a Tofet, antes de enterrarlos allí. Por ejemplo, la Biblia describe el sacrificio de niños a la deidad Baal, adorada por la civilización de Cartago. Un historiador griego y otro romano cuentan relatos sangrientos de este período de tiempo, en cual los sacerdotes degollaban a los bebés y los arrojaban a fosas ardientes, dijo Schwartz.
Sin embargo, esos relatos provenían de los enemigos de Cartago. "Parte de ello podría haber sido propaganda anti-cartaginesa", dijo Schwartz a LiveScience.
En 2010 (ver noticia más abajo) Schwartz y sus colegas usaron restos dentales de 540 individuos para argumentar que el lugar aludido no estaba principalmente destinado a la matanza ritual de niños, y han reiterado esa opinión en la edición de este mes de la revista Antiquity. En el nuevo artículo, los investigadores citan varios estudios anteriores para validar sus métodos de estimación de las edades infantiles de los fragmentos dentales.
El equipo sostiene que muchos de los fragmentos dentales encontrados en el Tofet eran en realidad brotes dentales en desarrollo de las mandíbulas de los fetos y de bebés nacidos sin vida que no podrían haber sido sacrificados vivos. Como pruebas mostraron que la mitad de los dientes carecían del signo de nacimiento llamado línea neonatal. El estrés del nacimiento detiene temporalmente el desarrollo de los dientes en los recién nacidos, creando una pequeña línea oscura en las raíces de sus dientes; sin embargo, la línea no se forma hasta una o dos semanas después del nacimiento.
El estudio completo en su versión original (en lengua inglesa) puede leerse aquí: http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0009177
El estudio más elaborado tratando de demostrar lo contrario (es decir, que sí sacrificaban regularmente infantes) fue quizá el de Stager y Wolff ("Child sacrifice at Carthage: Religious Rite or Population Control" ), que puede leerse aquí en inglés: http://www.academia.edu/2298111/Child_Sacrifice_at_Carthage_Religious_Rite_or_Population_Control.Biblical_Archaeology_Review_10_1_1984_30-51_with_Lawrence_E.Stager_