Scott Harrison era un príncipe de Nueva York. Su piso de Manhattan tenía vistas a Central Park. Su trabajo como relaciones públicas de varios clubes nocturnos era el sueño de cualquier veinteañero. Bacardi le pagaba 2000 dólares al mes sólo por beber Bacardi en público.
Cocaína, modelos, alcohol, lujo. Príncipe de la Gran Manzana.
Un día se cansó de tan banal existencia y decidió servir como voluntario en una ONG dedicada a la salud en el tercer mundo. A bordo de un barco-hospital navegó la costa oeste de África trabajando como periodista-fotógrafo. En Liberia se encontró con un país destrozado por una guerra civil, sin electricidad, agua potable o alcantarillado. Cientos de personas esperaban en cada puerto por los médicos voluntarios. Allí probó su primer trago de agua sucia. ¿Cómo podían vivir así en aquella zona? Mercy ships, la ONG con la que trabajaba, invertía cada año en la creación de pozos limpios en varias aldeas. Por sólo unos cientos de dólares se podía cambiar la vida de toda una aldea.
Un año después Scott volvió a Nueva York. No había pasado un día en la ciudad que nunca duerme cuando un amigo le invitó a un “margarita” por unos módicos 16 dólares. Quedó en estado de shock. Su cabeza se sobrepuso al choque cultural de una forma excepcional. Fundó charity: water. Comenzó por organizar una fiesta en su cumpleaños, pidiendo a los invitados que en vez de regalos donaran 20 dólares para financiar pozos de agua en el Tercer Mundo. Con la recaudación de 700 invitados comenzaron los proyectos, y financiaron los primeros pozos en Uganda. Con un marketing digno de CocaCola o Nike se dieron a conocer en internet, en los medios de comunicación tradicionales, y hasta Obama les puso como ejemplo de ONG. En el siguiente cumpleaños pidió a más gente que hiciera como él, que donara sus regalos de cumpleaños para llevar agua a los más pobres. Recaudó 150000 dólares. Dos años después la recaudación de su cumpleaños llegó a un millón de dólares para Etiopía.
En tres años charity: water ha conseguido a través de 4000 proyectos que un millón setecientas mil personas dispongan de agua limpia en sus aldeas. Sólo quedan 999 millones de personas, así que daos prisa para colaborar, no vaya a ser que luego no haga falta. La página web es excelente, cargada de información, fotos, vídeos, y con una tienda cargada de regalos solidarios.