Bueno va, ME HABÉIS TOCADO LA MORAL! jajajaja... os cuento.
Esta es la historia de un niño que se crió hasta los 6 años en ciudad y se fué a un pueblecito marginal:
Hasta los seis años viví en el centro de Málaga. Jugaba siempre en el bajo de mi piso, con mis amigos del mismo piso, y nunca salíamos de la urbanización (por aquel entonces las urbanizaciones no tenían ni jardines, ni mierda... teníamos un parque de chinos con un tobogán oxidado y una carretera de alquitrán en la que jugar a la pelota).
Salía de la urbanización exclusivamente para ir al colegio o salir con mis padres, no había más. Recuerdo el colegio de Carlinda (que ya ni existe ese colegio) muy grande, mucha gente, muchos niños mayores que yo y mucho personaje suelto en el patio.
Un día mis padres me dijeron que cambiaríamos de casa....
Yo no me quería ir, porque adoraba el balcón. Me encantaba el balcón y mis amigos Manuel y Alejandro (que decia mucho tacos) no podrían venirse a jugar.
Al final por cojones me acaba yendo a Churriana, a 12 kilómetros de la ciudad Málagueña, y os puedo decir que en esa distancia de mierda, las cosas cambiaban una barbaridad.
Cuando llegué allí: mi casa era enorme comparada con el piso. Pero lo mejor era el campo gigantesco que había al lado de mi calle... era enorme. Las hierbas y las flores eran más grandes que yo. El barrio en sí estaba petado de niños de la edad de mi hermano y mío, había gitanillos y demás... pero yo recuerdo mi infancía de la siguiente manera:
Haciendo cabañas en el campo, enormes, que ni os podeis imaginar. Venían los gitanillos a rompernoslas y nosotros les rompiamos las suyas. Más de una vez me recuerdo corriendo con una lluvia de piedras por encima.
Jugando en el verano hasta las 10 u 11 en la calle. Cosa que era impensable en la ciudad. Jugaba en la puerta de mi casa, con un grupo de unos 10 niños (cada uno con su mote y nuestras perradas variadas, nos peleábamos un montón pero al día siguiente ya se arreglaba todo). Jugábamos al escondite, al fútbol (improvisando porterías en el campo). Y los mejores recuerdos de este grupillo malaje, era el ir en verano a coger cangrejos al río, a cazar ranas, a cazar gorriones, a meter grillos en jaulas, a jugar a las guerras de tirachinas (mortalmente peligrosas). Recuerdo de la vez que nos dío por tunear una moto (una vespino de mierda que era morada, le pusimos una línea blanca que la atravesaba y la llamamos "Viperena" de Víper y Berenjena... ). Saltabamos a casas abandonadas, robabamos las revistas pornos de los hermanos mayores, quedabamos para jugar a la play (e incluso a la nintendo...) en casa de uno (imaginaos 6 o 7 en casa del mismo jajaja). En fin, en serio que no paro. Y cómo no, mencionar las excursiones en bici y las batallas campales de globos de agua en la calle, así como otros juegos la mar de peligrosos (El Gorri-gorri, el Mosca, El Escondite Descarado, El Botella, etc).
Gracias a vivir en el pueblo, estuve siempre en contacto con la naturaleza pueblerina, llegando incluso a dedicarme durante 2 años a la cría de cabras, junto a un colega (un señor de 60 años nos pagaba por que le pastoreáramos las cabrillas) y otros 3 años me dedique a la cría de gallinas de puesta y a los gallos de pelea. Creo que soy de las pocas personas que conozco que sabe decir lo que es una encima, lo que es una higuera, un abedul, lo que es un algarrobo y así con mil arboles... así como con los pájaros. Además, gracias a esto del pueblo aprendí muchos trucos que tienen que ver con el mundillo del campo, muy curiosos y útiles, que cada día se olvidan más.
En el pueblo toooooooodo el mundo se conoce. Lo que produce que el colegio sea una especie de 'reunión' diaria. Diré tambien que a veces, lo chungo de los pueblos en ese sentido, es que si te llevas mal con alguien la probabilidad de encontrártelo en la calle es MUY alta... aunque yo por norma general no tenía problemas. Tambien está el hecho de que tus amigos viven al lado de tu casa (literalmente) y te tiras siempre en casa de uno y en casa de otro. Y en verano se vienen a tu piscina (o alberca) y te tiras toooodo el verano sin camiseta, tirado en la calle, cambiando cromos y liandlola parda.
Si me acuerdo de más cosas las voy poniendo.
No digo que la ciudad sea una mierda, pero para mí pueblo > ciudad, nada más por la experiencia que a mi me dió como chiquillo. Hablo con muchísimo cariño de mi infancia y de las cosas que hice en el pasado... y os garantizo que no todo fueron buenos ratos...
Saludos.
PDT: Como veis, aplico el pueblo al tema 'infancia' osea que no vale del todo. La ciudad es algo más metropolitano, y lo cierto es que la juventud de los pueblos es un poco "mierdosa". Yo personalmente, como digo arriba, tengo la suerte de tener coche, así que cuando quiero marcha vamos a la ciudad sin pensarlo. Para ser sincero, aquí en mi pueblo /barriada no hay una mierda por las noches.
Saludos.