- La Cámara Baja apoya la moción de Cs que pide la supresión de las prerrogativas a los políticos con el sí de los partidos constitucionalistas y la abstención de los demás grupos
La reforma de la Constitución planteada por Pedro Sánchez soportó este martes su primer test de estrés. Aunque la iniciativa en este caso no venía del Gobierno ni del PSOE, sino de Ciudadanos. Eran los naranjas los que sometían a debate en el Congreso una moción para suprimir los aforamientos a diputados, senadores y miembros del Ejecutivo, en la línea de lo anunciado por el presidente. La propuesta salió apoyada al final por las tres formaciones constitucionalistas —socialistas, populares y Cs—, pese a que Albert Rivera no admitió enmiendas a su texto original, y contó con la abstención de los demás grupos.
Para la formación de Rivera los aforamientos es una reivindicación prioritaria. De hecho, es uno de los ejes principales de su ideario por la regeneración democrática incluido en todos los pactos firmados con PP y PSOE. Tanto a nivel estatal —primero con PSOE y después con PP, apoyando la investidura de Rajoy— como a escala autonómica. De hecho en el Parlamento de Murcia el partido naranja logró impulsar la supresión de estos privilegios políticos a través de una reforma en el Estatuto. En Castilla y León, Madrid o Andalucía sí encontraron oposición. Por eso, el presidente de Ciudadanos —que optó por salir a la tribuna a defender su moción— insistió en que el Congreso afrontaba "una votación histórica".
Pero esa votación habría pasado desapercibida este martes de no haber sido porque Sánchez buscó retomar la iniciativa política después de una semana negra —dimisión de Carmen Montón como ministra de Sanidad, polémica sobre su tesis doctoral, rectificación sobre la venta de bombas a Arabia Saudí— arrebatando a Ciudadanos una de sus banderas más preciadas. El presidente anunció el lunes en un acto en la Casa de América de Madrid, ante unos 300 representantes de la sociedad civil, que su Gobierno promovería la reforma de la Constitución para suprimir los aforamientos de políticos, tarea que podía ejecutarse en apenas 60 días. El debate político pasó entonces a primer plano y la moción de Ciudadanos, que se discutía y votaba en el pleno del Congreso algo más de 24 horas después, cobraba relieve.
Iniciativa puramente política
El líder naranja se dirigió desde la tribuna a los grupos insistiendo en que los diputados debían decidir si quieren "seguir teniendo privilegios o ser iguales a todos los ciudadanos". Rivera tildó los aforamientos de "figura anómala", recordando el hecho de que en la mayoría de países vecinos no existen o solo lo hacen para el jefe del Estado y el Gobierno. El dirigente centrista achacó esta situación a "los 40 años de PP y PSOE queriendo designar a los jueces del Consejo General del Poder Judicial a dedo o manteniendo los aforamientos".La moción de los de Rivera también incluía el impulso de esta supresión en las Cámaras autonómicas, algo que levantó ampollas en los grupos nacionalistas por su evidente rechazo a que el Congreso dé alguna directriz a los parlamentos autonómicos de lo que deben o no deben hacer. En todo caso, la estrategia de Ciudadanos quedó clara desde el principio: aprovechar su exigencia histórica, impulsada en todas las comunidades (con escaso éxito) en las que permitió gobernar a PP y PSOE en 2015 y arrogarse el éxito de la iniciativa del Gobierno sobre la reforma constitucional exprés. "Si se da luz verde en la Cámara legislativa, será un paso adelante", insistió como si la moción realmente conllevara algo definitivo. Lo que se tramitará será la propuesta que el Ejecutivo envíe al Parlamento tras recibir los informes preceptivos del Consejo de Estado y del CGPJ, y no la moción de Cs, que no es un texto articulado, sino una iniciativa de carácter puramente político.
Caminando en la buena dirección