Parece que finalmente han ganado las presiones ejercidas por EEUU y Rusia para preservar las reservas "para investigación", en contra de la postura defendida por Irán, entre otros países, que quería la destrucción completa del virus.
"La buena noticia es que se ha alcanzado un consenso en el sentido de que reafirmamos la decisión de que el virus debe ser destruido", algo que ya se acordó en 1986, ha declarado Pierre Formenty, jefe de la sección de Patógenos Emergentes y Peligrosos de la OMS.
El largo debate que se ha vivido en torno a la eliminación total o no de esta enfermedad no es nuevo. Tras ser erradicada oficialmente en 1980, se marcó el año 1996 como la fecha en la que se incinerarían, y con ello destruirían, las últimas muestras que todavía se almacenan: 451 en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU, con sede en Atlanta, y las 120 que conserva Vector, su homónimo ruso situado en la localidad de Koltsovo.
Sin embargo, desde entonces se ha retrasado hasta en cuatro ocasiones dicha destrucción, a pesar de las críticas que alertan sobre el peligro que supondría un accidente o robo de alguna de estas cepas destinadas a un ataque terrorista.
"Aunque improbable, si hubiese otro brote de viruela, estimamos que el 75% de la población sería completamente susceptible a ella", explica el doctor D. A. Henderson, quien hace años se encargaba del programa mundial de la OMS contra el virus. Tanto él como el resto de los defensores de la eliminación de las cepas aseguran que ha habido tiempo suficiente para hacer vacunas más efectivas y que sin muestras se elimina la posibilidad de que se utilicen para fines terroristas.
Miedo al bioterrorismo
A dichos argumentos, muchos expertos contraatacan utilizando los mismos razonamientos: "Hay lagunas en cuanto a la capacidad logística para el diagnóstico del virus, que es necesario para actuar con la máxima celeridad posible, y en los antivirales. Existen limitaciones y hay que estar preparados por si se diesen mutaciones, ya que es perfectamente factible rescatar y resintetizar un patógeno de este virus. Además, las personas menores de 35 años nunca han sido vacunadas", explica a ELMUNDO.es uno de los asesores españoles de la OMS sobre viruela y director del departamento de Biología Celular y Molecular del Centro Nacional de Biotecnología (CN, Mariano Esteban.
En la revista 'The Lancet', los doctores Jean-Vivien Mombouli, del Laboratorio Nacional de Salud Pública de Brazzaville (República del Congo) y Stephen M. Ostroff, miembro de la Oficina de Epidemiología del Departamento de Salud de Harrisburg, Pensilvania (EEUU) aseguran que "el desarrollo de contramedidas contra otro brote de viruela todavía está lejos de ser completo".
"Se han realizado progresos sustanciales durante la última década, se han creado nuevas vacunas más seguras y hay más en el camino... Y ahora no es el momento de truncar estos esfuerzos. El desarrollo pleno de las contramedidas contra la viruela es importante no sólo para la seguridad mundial, sino también para la salud pública mundial, ya que los que no fueron vacunados en los años 80 son completamente vulnerables y en los que sí lo fueron, su efecto ha decaído en estos años", añaden.
Por su parte, tanto EEUU como Rusia se han mostrado en todo momento favorables a la preservación de las cepas y han puesto el acento en la seguridad de las instalaciones que las acogen y en la necesidad de seguir investigando con ellas.
Incluso Kathleen Sebelius, la secretaria de salud estadounidense, se mostraba confiada respecto a la supervivencia de estas muestras antes de la resolución definitiva de la OMS. "EEUU está comprometido con la destrucción final de la viruela", dijo en una conferencia de prensa desde la sede europea de la ONU, "pero no es imposible que la viruela reaparezca y se filtre, ya sea de forma accidental o deliberadamente como arma biológica. Si sucediese, los científicos necesitarían el virus para crear la vacuna", aseguró.
Uno de los virus más mortales
La viruela, de la que se tienen noticias desde la época del antiguo Egipto, ha sido descrita como una de las peores enfermedades del mundo. Erradicada en 1980, hasta entonces era la responsable de la muerte del 30% de las personas contagiadas y sólo en la primera mitad del siglo XX fue la causante del fallecimiento de 500 millones de personas. Mientras, muchos de los que sobrevivían arrastraban cicatrices o ceguera como recordatorio de la enfermedad.
El peligro de este virus eran sus síntomas, muy parecidos a los de otras enfermedades no mortales. La viruela se transmite de persona a persona a través del contacto directo y prolongado o al manipular objetos infectados. La fiebre, el malestar general o el dolor de cabeza son los primeros indicios de contagio, pero también el de otras muchas enfermedades, por lo que cuando se descubría que era el temido virus, para muchos afectados ya era demasiado tarde.