La isla surcoreana de Yeonpyeong permanece en un "estado total de caos" y con daños "muy severos" tras el ataque de Corea del Norte con al menos 50 proyectiles de artillería, según las palabras empleadas por un portavoz del Gobierno Metropolitano de Incheon.
La batería de obuses en la isla del Mar Amarillo, a sólo 12 kilómetros de la frontera norcoreana, provocó la muerte de dos soldados del Sur, decenas de heridos entre militares y civiles, además de incendios en alrededor de 70 residencias y el corte total del suministro eléctrico.
El Ejército de Seúl respondió inmediatamente con hasta 80 proyectiles y desplegó varios cazas de combate en el más grave enfrentamiento entre los dos países desde el hundimiento de una corbeta surcoreana en marzo, cuando murieron sus 46 tripulantes, todos militares. Ambos Ejércitos siguieron cruzando fuego esta tarde después del primer intercambio de proyectiles.
"Los incendios en las montañas se están expandiendo rápidamente por toda la isla", señaló en una rueda de prensa de emergencia el portavoz de Incheon, la capital de la región a la que pertenece este archipiélago de poco más de 1.600 habitantes. Pescadores y soldados, la mayoría de ellos, los residentes han recibido la orden de trasladarse a refugios antiaéreos.
Dada su proximidad al Norte, el atolón ha sido escenario de enfrentamientos en otras ocasiones: 1999, 2002 y noviembre del año pasado, la última vez. En esta ocasión, el ataque llega en un momento tenso, dos días después de confirmarse las sospechas de que Corea del Norte ha construido unas modernas instalaciones para enriquecer uranio.
Las centrifugadoras de la base de Yongbyon, unos 100 kilómetros al norte de Pyongyang, proporcionan al régimen estalinista de Kim Jong-il una segunda vía para fabricar bombas nucleares de forma más sencilla que con su programa de plutonio. Los expertos, sin embargo, creen que el país todavía no es capaz de montar las cabezas nucleares en misiles de largo alcance.
Reacción del Gobierno
Mientras la Casa Blanca condenaba el ataque en un comunicado, su aliado surcoreano tildaba el ataque de Pyongyang de "provocación militar muy clara". Seúl también advirtió a su vecino del Norte que adoptará "duras represalias" si éste se decide a lanzar más proyectiles. "Corea del Norte deberá asumir todas las responsabilidades", puesto que "no se puede tolerar que se dispare de nuevo e imprudentemente contra simples civiles", señaló la Presidencia.
La Península de Corea permanece dividida y en tensión permanente desde la contienda civil de 1950, que desembocó en el armisticio de 1953 entre los dos países. A falta de un tratado de paz propiamente dicho, decenas de miles de efectivos estadounidenses vigilan junto a los militares de Seúl a un lado de la llamada 'Zona Desmilitarizada', que separa ambos territorios, con cientos de miles de soldados norcoreanos en el extremo septentrional.
Amenazas norcoreanas
El Gabinete de crisis surcoreano ha elevado la alerta máxima en el país y se plantea llevar el caso a Naciones Unidas. El coronel Lee Bung-woo indicó que el ataque se produjo coincidiendo con las maniobras de rutina que llevaban a cabo miembros de su Ejército en las aguas cercanas a Yeongpyeong.
Pyongyang, que había protestado por el llamado Ejercicio Hoguk, asegura que los surcoreanos fueron los primeros en disparar y amenaza con ataques militares "sin piedad" en caso de que las fuerzas surcoreanas traspasen de "un milímetro" sus aguas territoriales.
Seúl también ha convocado a sus funcionarios y expertos económicos para analizar las posibles consecuencias del ataque en los mercados bursátiles y la confianza de los inversores extranjeros en el país. Por el momento, el Gobierno se plantea evacuar a sus nacionales de la zona industrial conjunta de Kaesong, en territorio norcoreano.