#15 La cuestión es que, hasta la liberación por parte de los chinos (sí, así es), el Tibet era un régimen teocrático y feudal con un atraso inimaginable en el que las condiciones de vida eran durísimas para el que no pertenecía a las clases altas. Un régimen, cómo no, apoyado por Estados Unidos; la historia ya nos ha dejado claro qué tipo de gobiernos apoyaban en esa época:
https://en.wikipedia.org/wiki/CIA_Tibetan_program
La vida de los siervos tibetanos antes de 1949 era breve y durísima. Tanto los hombres como las mujeres trabajaban en las faenas más duras y en trabajos forzados, llamados ‘ulag’ durante 16 ó 18 horas al día. Debían entregar a los dueños que no trabajaban el 70 por ciento de la cosecha. No podían usar los mismos asientos, palabras ni utensilios que los dueños. Los castigaban con latigazos si tocaban alguna cosa del propietario. No podían casarse ni salir de una finca sin permiso del amo. Los siervos y las mujeres eran considerados animales parlantes que no tenían derecho a mirar a la cara a los amos. El experto en Tíbet A. Tom Grunfeld relata que una hija de los dueños hacía que sus siervos la alzaran para subir y bajar las escaleras. A los esclavos los golpeaban, no les daban comida y los mataban a trabajar. En la capital Lasha se compraban y vendían niños.
La palabra mujer, ‘kimen’, significaba nacido inferior. Las mujeres tenían que rezar Que abandone este cuerpo femenino y renazca como varón. El budismo les impedía levantar los ojos más allá de la rodilla de un hombre. Era común quemar a las mujeres por ser brujas, a menudo porque practicaban los rituales de la religión ‘bon’. Dar a luz gemelos era prueba de que una mujer había copulado con un espíritu maligno y en las zonas rurales era frecuente que quemasen a la madre y a los gemelos recién nacidos. Un hombre adinerado podía tener muchas esposas y un noble con poca tierra tenía que compartir una mujer con sus hermanos.
El pueblo sufría constantemente de frío y hambre. Antes de la liberación no había en Tíbet ni electricidad, ni carreteras, ni hospitales ni casi escuelas. Muchos siervos enfermaban a causa de la desnutrición mientras algunos monasterios atesoraban riquezas y quemaban grandes cantidades de alimentos como ofrendas. La mayoría de los recién nacidos morían antes de cumplir un año. La mortalidad infantil era en 1950 del 43 por ciento. La viruela afectaba a una tercera parte de la población y en 1925 exterminó a 7.000 habitantes de Lasha. La lepra, la tuberculosis, el bocio, el tétanos, la ceguera, las enfermedades venéreas y las úlceras causaban gran mortalidad. La esperanza de vida en 1950 era de 35 años.
Las supersticiones extendidas por los monjes les hacían oponerse a los antibióticos. Les decían a los siervos que las enfermedades y la muerte se debían a los pecados y que la única manera de prevenir las enfermedades era rezar y pagar dinero a los monjes.
Los feudales mantenían al pueblo en la incultura más completa para mejor someterlo y lavarle el cerebro. En 1951 el 95 por ciento de la población era analfabeta. El lenguaje escrito solo servía para el culto religioso.
El sistema feudal impedía el desarrollo de las fuerzas productivas. No permitía el uso de arados de hierro, extraer carbón, pescar, cazar, ni hacer innovaciones sanitarias de ningún tipo. No había ni comunicaciones ni comercio ni ninguna industria por elemental que fuera. Mil años atrás, cuando se introdujo el budismo, se calcula que en Tíbet vivían diez millones de personas pero en 1950 sólo quedaban dos o tres millones.