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A estas alturas no sabemos ni por qué ni a cambio de qué. Con un desprecio que ha convertido en respetuosas las actitudes despectivas de Rajoy, y que lo equipara más bien con Aznar, no se ha dignado comunicarnos la veloz evolución que sufrió. De hecho, su Presidencia es ya, en tan corto espacio de tiempo, la más oscura y opaca conocida en democracia. Se nos escamotea en qué consiste esa pamema llamada “mesa de negociación” para Cataluña, y se nos oculta qué ofrece el Gobierno a quienes —es cosa sabida— jamás se van a dar por contentos y además son naturalmente desleales, como reconoció ante el Congreso la diputada Bassa, de ERC: “La gobernabilidad de España me importa un bledo”. No se entendía, entonces, qué diablos hacía allí ni por qué cobraba del erario.
Uno ya no sabe si es que el precio de Podemos aumenta de día en día o si el cuento del insomnio fue una escenificación destinada a engañar. Es decir, si ya Sánchez sabía entonces lo que acabaría haciendo: en cincuenta días no se cambia diametralmente de postura. Sea como sea, este Gobierno no puede ser resultado de nuestra voluntad, cuando demasiados fuimos a votar condicionados por graves mentiras, creyendo exactamente lo contrario de lo que se nos ha endilgado. No sé otros, pero yo sigo esperando explicaciones que no me dan, porque me siento personalmente estafado. A este Gobierno que nos han colado con mala fe, jamás lo habría votado.
honk honk