Una patrulla de la Policía Local, que vigilaba la Zona Norte de la capital granadina la madrugada del pasado día 18, tuvo que hacer frente a una situación insólita: una oficina de una entidad bancaria con las puertas abiertas.
Además, estaban puestas las llaves del cajero automático, las de los contenedores de dinero y las de las distintas mesas.
Los hechos se sucedieron así. Los guardias se fijan en que las puertas que dan acceso al cubículo del cajero automático están abiertas de par en par y el suelo, alfombrado de cartones.
En un alarde de profesionalidad, los agentes se acercan para ver si el habitáculo está ocupado por indigentes o hay algún problema de otro tipo. Fue en ese momento cuando comprueban que la propia puerta de la sucursal también está abierta.
Los policías sospechan que pueden estar ante un atraco y recorren sigilosamente la oficina. No hay nadie. Para entonces, los patrulleros han hecho saltar una alarma silenciosa y los responsables de la seguridad del banco telefonean para ver qué ocurre. Los guardias atienden la llamada e informan del incidente a sus interlocutores, que acudieron raudos para reponer los candados.
Fuente: terra.es