Sucede con más frecuencia de lo que parece. La mayoría de los accidentes de tráficos, por poner un ejemplo, se deben a errores humanos: exceso de velocidad, consumo de alcohol, distracciones... Y no pocas veces el culpable de esos errores, con resultado de muertes o lesiones muy graves, es el que sobrevive.
"El remordimiento puede llegar a ser insoportable", explica Jesús Miranda, psicólogo y director de la Cátedra de Seguridad, Emergencias y Catástrofes de la Universidad de Málaga. "Pero el causante de un accidente tampoco puede estar el resto de su vida fustigándose por el error cometido", puntualiza.
En las primeras fases de este infierno piscológico debe de hallarse el conductor de la retroexcavadora detenido este viernes en Badajoz. Las primeras pesquisas del lugar del accidente indican que fue él quien presuntamente ejecutó la maniobra equivocada que causó el choque con el autobús en el que viajaba un equipo de fútbol juvenil. Luego se ha comprobado que horas antes había consumido drogas. El resultado fue nefasto: cinco menores muertos.
Fernando Fernández Morilla se llama el conductor de la retroexcavadora. Según sus vecinos, se trata de un hombre honesto, trabajador y responsable. "Trabajaba de sol a sol", han comentado los vecinos a los enviados especiales de lainformacion.com. Nadie en Castuera, el pueblo donde nació y vive Fernando, puede creer que hubiese consumido drogas, tal como indican los análisis que le efectuaron tras el accidente.
"AUNQUE HAYA ATENUANTES, SE SIENTE EL ÚNICO CULPABLE"
Al principio del proceso, el estado emocional del causante de la catástrofe pasa por un primer estado de perplejidad (no poderse creer lo que ha hecho) a otro de profundo abatimiento. El individuo suele quedar sumido "en un estado depresivo y de altos niveles de ansiedad" sobre todo por la responsabilidad que siente encima, no tanto por las consecuencias legales.
"No podemos evitar ese momento de fuerte angustia a las personas, pero prestar unos primeros auxilios psicológicos, pueden atenuarlo y mejorar el pronóstico", dice Miranda. "Aunque existan atenuantes como el mal estado de la carretera, o la mala visibilidad, el causante del accidente se siente el único culpable, y tardará tiempo en entender que posiblemente no es el único."
Miranda recuerda un caso conocido que con el paso de los años seguía culpándose por haber bebido unas copas a mediodía. Al parecer, estas copas fueron las causantes de la somnolencia que sintió mientras conducía el coche por la tarde. Provocó un accidente con resultado de lesiones muy graves a otro conductor.
El sentimiento de compasión que, pasado el tiempo, le hicieron llegar los familiares de la víctima mejoró su salud psicológica. "El perdón es fundamental", recuerda Maraña, "no sólo para el culpable sino también para la víctima (si ha sobrevivido) o para sus familiares, porque el rencor o el odio pesa demasiado para llevarlo encima".
Resultará muy difícil que ese perdón suceda poco tiempo después del accidente. Por prescripción de los abogados, no suele haber contacto entre víctimas y victimario. "Pero las formas de expresar perdón o compresión son variadas y no requieren de un cara a cara riguroso", sobre todo en los primeros momentos.
MÁS DIFÍCIL TODAVÍA: EL AUTOPERDÓN
El perdón de las víctimas es necesario, pero no suficiente. El homicida involuntario debe pasar por otra fase que puede resultar incluso más difícil: el auto-perdón. Y eso es muy difícil hacerlo sin apoyo exterior.
El psicoterapeuta deberá hacerle entender que, por mucho que nos sintamos responsables de un error, siempre existen circunstancias que escapan a nuestro control y que han permitido o contribuido que el suceso se produzca. La responsabilidad no siempre puede identificarse con una culpabilidad directa. Saber aceptar ese autoperdón forma parte del proceso terapéutico.
Psicólogos como Jesús Maraña saben que el paciente no puede controlar todo. "Hay gente convencida de que tiene la culpa, y no sale de ahí". Parte de la terapia psicológica incluye hacerle ver que existen otros factores aparte de los que él considera fatales. "Lo que considera somnolencia puede ser realmente un corte de digestión o una distracción por cualquier otro motivo".
"NO SE PUEDE CAMBIAR EL PASADO, PERO SÍ TRABAJAR EL PRESENTE PARA EVITAR QUE VUELVA A SUCEDER EN EL FUTURO"
En estos procesos de orientación se trabaja sobre todo sobre la percepción que la persona tiene de lo ocurrido. Los pacientes piensan constantemente en "si hubiese dormido más horas", "si no hubiese cogido esa llamada"... Pueden ser ideas objetivas sobre lo ocurrido, pero otras veces se suman ideas irracionales: "si no hubiese decidido ir por esa carretera", "si me hubiese quedado en casa…".
Hay que trabajar sobre la idea de que nadie puede cambiar el pasado, pero sí trabajar el presente para que algo así no vuelva a ocurrir. "Es muy positiva la integración del paciente en grupos de ayuda a necesitados, enfermos o incluso víctimas de accidentes".
Según Miranda, "el mañana de un homicida involuntario nunca será igual que el pasado, pero con las técnicas de reorientación, se intenta que la persona pueda volver a un estado de vida lo más parecido al que tenía antes". Ese mañana no pasa por olvidar, sino por integrar esa experiencia y reconocer las consecuencias negativas que ha conllevado a terceros.
¿Tiempo de recuperación? Nadie lo sabe. "Estos procesos traumáticos, como también ocurre en los procesos de duelo son distintos en cada persona", dice Miranda, "dependen de multitud de factores".
Refiriéndonos a las víctimas, se sabe que, en general, se asumen mejor aquellos acontecimientos traumáticos que obedecen a fenómenos naturales, como inundaciones o terremotos. El hecho de que exista un causante humano complica las cosas. "Por eso, obtener el perdón es tan importante, por el bien de todos".