¿Por qué últimamente vemos como constantemente secretos de estado salen a la luz? ¿Por qué el caso Snowden o los famosos Wikileaks han tenido lugar en el siglo XXI y no en el siglo XX cuándo el espionaje a los ciudadanos era igual o incluso más flagrante?
En un post anterior aludía a los cambios tecnológicos acontecidos en los últimos años, durante los que hemos podido ver una distribución menos jerárquica de determinadas tecnologías.
Sin embargo, el escritor Charles Stross atribuye que esto haya tenido lugar a un cambio generacional y sociológico. Aquellos que pertenecemos a la Generación Y, como Edward Snowden, Bradley Manning o muchos de los que estarán leyendo estas líneas, carecen de aquella mentalidad anterior de que tu trabajo era a lo que te ibas a dedicar toda la vida.
Los cambios sociales que tuvieron lugar durante finales del siglo XX, orientados a mejorar la "movilidad laboral", provocaron que los empleados acabaran perdiendo toda lealtad en aquellas organizaciones que les daban trabajo pues, total, ¿para qué ser leal si te tratan como una pieza de maquinaria reemplazable y tarde o temprano estarás trabajando para otra compañía?
Esto, en un contexto en el que agencias de inteligencia como la NSA cada vez externalizan una parte mayor de sus recursos a empresas que tratan a sus empleados como estas piezas, hace que a día de hoy vivamos situaciones como las de Snowden o Manning, las cuales, hace unos años, eran impensables.
Esta situación a día de hoy se está dando en el campo del análisis de la inteligencia, un campo bastante sensible y cada vez más en mano de corporaciones privadas, ¿tardaremos mucho en ver casos similares entre grupos de soldados empleados por grandes corporaciones de seguridad?
Original de Charles Stross: http://www.antipope.org/charlie/blog-static/2013/08/snowden-leaks-the-real-take-ho.html
Traducción propia sobre la marcha con algunas ligeras licencias, por lo que no dudéis en mandarme MP si existe cualquier error o creéis que la traducción no es apropiada.
En el siglo 21, la NSA (y cualquier otra agencia de espionaje) se enfrenta a un gran problema sistémico del que no he visto a nadie hablar.
El problema es sociológico, y va a empeorar.
Primero, una breve recapitulación. Aquí, el periodista de la BBC Adam Curtis trata porqué las élites de la HUMINT(*) son incompetentes desde su misma concepción (pista: podemos culpar a un autor del siglo XIX de diversos tecno-thrillers y escritor en el Daily Mail.) Aquí John le Carre trata sobre la relación entre la ficción del espionaje y la realidad y, lo que es más preocupante, una anécdota personal sobre como un oficial de inteligencia inventó historias por puro aburrimiento.
Ahora, puedes pensar que la ELINT (**) es mejor; los ordenadores no mienten, ¿no? Pero, como Bruce Sterling ha estado señalando de forma sarcástica durante los últimos 25 años, el emperador está completamente en bolas. (Nota: leer este último ensayo enlazado como la queja sarcástica y cargada de ironía de un profeta que ha acabado harto y hace años que abandonó toda esperanza para acabar por dejar de tomarse en serio todas estas desgracias.)
¿Estamos listos? Pues empecemos.
Las grandes agencias del gobierno son viejas. Son productos del siglo 20, y han estado gestionando sus recursos humanos y procesos de seguridad internos como si todavía vivieran en los días de la cultura de "un trabajo para toda la vida"; aquellos con potencial para llegar a ser espías eran fichados pronto (normalmente cuando todavía estaban en el instituto o la universidad), trabajaban como espías, alcanzaban la veteranía y, entonces, se les daba un puesto de trabajo cómodo y bien pagado en el que se les pudiera mantener vigilados para asegurarse de que se mantenían en el buen camino hasta llegar a su jubilación. Ya que, al fin y al cabo, esta era la forma en la que casi todos solíamos trabajar, al menos si éramos funcionarios o acomodados trabajadores de oficina allá en los años 50.
Pero las cosas ya no funcionan así. Un gran e inmencionable efecto colateral del retroceso neoliberal de los años 70 fue la desregulación de los mercados laborales y la destrucción deliberada de aquella cultura de un trabajo para toda la vida, parcialmente como herramienta para arrancar el sindicalismo de la raíz de los poderes de izquierda en occidente (sí, hubo una guerra de clases explícita llevada a cabo por los ricos contra los trabajadores), y parcialmente porque un mercado laboral más líquido facilitaba la innovación empresarial y la reestructuración corporativa. (Me encantan estos eufemismos del capitalismo: estoy seguro de que encontrarían un uso genial para el término "solución final" si no fuera porque algunos convirtieron ese término en un tabú hace dos tercios de siglo.)
Hoy, alrededor del 70% del presupuesto de inteligencia de los Estados Unidos se externaliza. Y es un gran presupuesto, más de 59.000 millones de dólares al año. Una parte se gasta en materiales (la Oficina Nacional de Reconocimiento es probablemente una de las agencias que más gastan y de la que seguramente ni has oído hablar: construyen satélites de espionaje del tamaño de autobuses de dos plantas y tienen tantos telescopios espaciales de la clase Hubble amontonados en el trastero que acabaron donando un par de ellos a la NASA en 2012), pero una gran parte se gasta en personas. Personas para engrasar la maquinaria. Personas que trabajan para grandes organizaciones. Organizaciones que cada vez confían más trabajo a empresas externas en vez de a trabajadores permanentes gracias a conceptos tan de moda como "flexibilidad" y "liquidez" en el mercado laboral.
Aquí está el problema: ahora están trabajando gracias a empleados subcontratados que crecieron en la Generación X o la Generación Y.
Dejemos de lado los pronósticos de los sociólogos sobre aquellos rasgos culturales demasiado genéricos de una generación entera. Los hechos clave son: los padres de aquellos que pertenecen a la Generación X esperaban tener algún día un trabajo para toda la vida pero, salvo pocas excepciones, la Generación X nunca tuvo algo así; estaban acostumbrados a un empleo nómada, a ser contratados y despedidos, al completo desmantelamiento del movimiento obrero.
La Generación X son los padres de la Generación Y. Aquellos que pertenecen a la Generación Y se quedarán sin palabras si les hablas de lealtad a quien les ha contratado; el viejo acuerdo feudal ( "te daremos un trabajo para toda la vida y te cuidaremos mientras seas fiel a la Organización" ) es algo sobre lo que quizás sus abuelos se quejaban, y que es tan real como el derecho divino a gobernar de los reyes. Quien te da trabajo es prácticamente una mente colmena alienígena que no dudará en joderte por cuadrar sus cuentas. Te darán un portátil y te dirán que compartas tu escritorio o que trabajes desde tu casa para que puedan ahorrar en espacio de oficina y mobiliario. Te tentarán con una oferta de un trabajo permanente constantemente pero te mantendrán con un contrato temporal por horas tanto tiempo como les convenga. Este es el mundo en el que ha crecido la Generación Y: este es el mundo que define sus expectativas.
Para la Generación X, un trabajo de por vida en la NSA era probablemente un sueño imposible, aquello que sus padres esperaban de ellos pero que muy pocos conseguían. Para la Generación Y la idea de un trabajo para toda la vida es ridícula o, sencillamente, imposible.
Esto significa que la NSA y todos sus camaradas con distintos acrónimos pertenecientes al conglomerado industrial de la inteligencia cada vez dependen más de trabajadores nómadas subcontratados y cada vez más sujetos a ser explotados. Existe la emergente necesidad de dar cada vez más permisos de seguridad a grandes números de trabajadores temporales... y trabajadores que carecen de la más mínima lealtad a la organización para la que trabajan. De hecho, incluso los permisos de seguridad son concedidos por otra subcontrata que se especializa en gestión de recursos humanos la cual está sujeta al mismo problema: Quis custodiet ipsos custodes? ¿Quién vigila a los vigilantes?
Los seres humanos somos primates. Tenemos asumidas profundamente una serie de reglas de comportamiento culturales e interpersonales las cuales pueden suponernos un coste social si las violamos. Una de estas reglas, esencial para cualquier organismo tribal, es bilateral: la lealtad funciona en ambos sentidos. (La otra es jerárquica: obedece al jefe.)
Estas reglas no están grabadas a fuego ni son inmutables, no somos robots, pero ese superorganismo con mentalidad de colmena el cual nos da trabajo no obedece a estas normas por instinto, y los simios, los monos y los homínidos en general siguen sus instintos y caen en el "ojo por ojo" muy fácilmente cuando se sienten inseguros de su situación.
Creer que eres objeto de escarnio puede provocar que sientas la necesidad de vengarte, y esas grandes organizaciones, torpes e incapaces de percibir los sentimientos humanos, pueden herir los sentimientos de un trabajador o someterle a escarnio sin siquiera enterarse.
Aquellos empleados cuyos sentimientos se han visto heridos, y los cuales carecen de lealtad instintiva alguna hacia la organización debido a que la cultura de la que vienen ha pasado varias generaciones destruyendo de forma sistemática determinadas jerarquías sociales y minando su sentimiento de pertenencia al grupo, pensarán con mucha más probabilidad en hacer lo que antes era impensable.
Edward Snowden tiene 30 años: nació en 1983. La Generación Y comenzó en 1980-82. Creo que el caso de Snowden no es más que una señal de lo que está por llegar.
PD: Bradley Manning tiene 25 años.
(*) HUMINT: Human Intelligence, disciplinas dentro de la adquisición de información sensible que consideran a las personas como fuente principal de información.
(**) ELINT: Electronic Intelligence, disciplinas dentro de la adquisición de información sensible que se llevan a cabo mediante el análisis de las comunicaciones humanas a través de medios electrónicos.