El caso de Irlanda
Buenos Aires (AIPE)- Tengo un afecto especial por Irlanda. Mis ancestros vinieron a la Argentina desde Galloway a principios del siglo XVIII. Mi padre y mi madre descienden de Patrick Lynch. En mi apellido se mezcla la España de la época de la colonia. Aquella inmigración fue anterior a la hambruna que equivocadamente se atribuye al hongo de la papa a partir de 1845. Bélgica, Noruega y Escocia tuvieron la misma plaga sin los mismos resultados. No fue una cuestión de sobrepoblación, ya que Irlanda contaba con más área cultivada per cápita que Holanda, Inglaterra y Suecia. Como señala Thomas Bethell, se trató de una errada asignación de derechos de propiedad. Los invasores ingleses expropiaron buena parte de la propiedad y alquilaban a irlandeses sobre bases absurdas, lo cual derrumbó la productividad.
La pobreza –miseria es la palabra– duró mucho en aquel país debido a políticas estatistas que asfixian la energía creadora, aun después de la independencia de Inglaterra en 1922. No hay más que leer a Frank McCourt para adentrarse en el espanto que se vivía hasta bien entrada la década del 60, situación que se prolongó hasta 1988. Ahora, aparece un jugoso reportaje a Kenneth Thompson, embajador irlandés en Buenos Aires, recientemente designado para representar a Dublín ante la Unión Europea.
Thompson señala que, a partir de aquel año, gradualmente se fue percibiendo que los modelos inauditos de autarquía, subsidios, inflación, déficit fiscal, deuda estatal (que llegó al 138% del PBN), gastos públicos siempre en aumento y una notable maraña impositiva, sólo conducía a la pobreza más extrema. Esas políticas hicieron que el desempleo se mantuviera en 17% y la emigración fuera cada vez mayor.
Dice el embajador Thompson que las reformas no fueron consecuencia de la aparición de líderes carismáticos sino de una lenta revolución cultural. De un cambio en las ideas y en los principios sobre los que descansa una sociedad abierta, en contraposición a las políticas socializantes. Se abrieron las puertas a las inversiones extranjeras. En el Departamento de Comercio de los EEUU se consigna que Irlanda es el lugar en el que las empresas estadounidenses obtienen mayor rentabilidad.
Se redujo considerablemente el gasto público, disminuyeron llamativamente los impuestos y terminaron con el aislacionismo respecto de Europa. El desempleo disminuyó drásticamente a poco más del 4% y el crecimiento promedio anual se ubica en 5% (con períodos de más de 9%). La educación en general y la capacitación en particular jugaron un rol crucial en la transformación cultural. En poco tiempo la población rural se redujo del 50 al 10%, liberando trabajo manual e intelectual para la industria y, de modo especial, para la sociedad del conocimiento (cibernética. etc.)
Uno de cada diez emigrantes volvió a su país. Ya no se buscaron chivos expiatorios y se asumió la responsabilidad por lo que ocurre. Por influencias de religiones mal interpretadas ya no se considera una virtud la pobreza material y el emprendedor un pecador. También nos dice de modo sumamente didáctico Kenneth Thompson que el irlandés de hoy no se siente amenazado por la globalización sino que considera que forma parte de este proceso.
Estas revoluciones en las mentes toman tiempo y nunca se completan, pero el mundo libre debe festejar entusiastamente el camino elegido por el pueblo y los dirigentes de aquel país admirable, de gente tan acogedora y noble. Es de desear que en otros lares se imite esta filosofía para bien de todos, muy especialmente para los más necesitados que sufren las tremendas injusticias de políticas confiscatorias de la propiedad, en medio de suculentos privilegios para los consabidos empresarios prebendarios y para una clase política rapaz que no respeta la división de poderes ni los contralores mínimos que requiere un sistema republicano.
- Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias, Argentina.
http://www.aipenet.com/articulo_semanal.asp?Articulo_Id=2159
Hace 15 años Irlanda era un país que daba bastante pena, viviendo en la "miseria" En la actualidad Irlanda es el 4º país más rico del mundo y el 2º de Europa, por detrás de Luxemburgo