El hilo de los asesinos

B

#29 Bueno, si hablamos en términos médicos, el trastorno de personalidad antisocial (sociopatía/psicopatía) no está considerado como enfermedad mental. La mayoría de asesinos en serie, al menos los más conocidos y prolíficos, son o eran sociópatas/psicópatas.

El hecho que en muchos países la psicopatía no sea ni atenuante ni mucho menos eximente de los delitos cometidos, ya nos dice algo.

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B

#29 A mi modo de ver, esa gente no esta enferma.
Esa gente sabe perfectamente lo que hace. Otra cosa es que a nosotros nos resulte el colmo entender como puedes disfrutar violando y descuartizando al personal. Pero planear asesinatos como aquel q planea vacaciones? sin inmutarse y hablar con esa parsimonia explicando como se excitan, matan, etc etc... como quien te cuenta una peli??? y tampoco creo que los pederastas esten enfermos.. que a los ojos de la sociedad no se entienda q te excites abusando de crios, no significa q estes "loco". No se, para mi es bastante mas complejo. Que tampoco estoy diciendo que justifique a esa gente.
Ya el colmo es la que se traen los abogados poniendo pegatinas de "enfermo mental" me recuerda a cuando alegan una crisis de epilepsia, joder, se pierde la conciencia y durante la tienes vas a matar? no me jodas..
No se, el etiquetar a esa gente de enfermo me parece muy complejo. Nada de: si matas= enfermo mental. Un porcentaje puede, pero todos ellos? no me lo creo.

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Silvio_Dante

#32 Hombre, tanto como no estar enfermos... A David Berkowitz le hablaba el perro del vecino poseído por el diablo y le decía que matara XD

Hay casos diferentes unos de otros

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B

#33 tu te quedas con el chascarrillo por lo que veo, que algunos puedan estarlo o digan lo que les ha recomendado el abogado de turno es una cosa. Personalmente no me creo q todos ellos esten enfermos mentales.

vene-nemesis

#33 pero eso, de ser verdad, apunta a esquizofrenia, que es mas específico.

PrinceValium

En este foro hay muchisima gente que si no fuese por la falta de cojones serian asesinos. Solo tienes que ver como lo gozan con mutilaciones reales, etc...

HardNight

El caso de los 3 de West Memphis es parecido a los crímenes de Alcasser, pero en este caso se sentenció a unos chavales por sus aficiones. Nunca se encontró al culpable.

https://en.wikipedia.org/wiki/West_Memphis_Three

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B

Yo lo de Alcasser es que ni lo veo, se me pone hasta mal cuerpo pensando en todo lo que podía haber escondido en ese caso. Demencial.

Por cierto, en este foro no había un/a fan de unos asesinos o algo así? Me pareció leerlo en algún comentario hace tiempo.

B

#37 ¿Has visto los documentales Paradise Lost sobre el tema? Están muy bien, luego hay otro que se llama West of Memphis, que se centra más en el papel de Terry Hobbs, el padrastro de uno de los niños.

Mucha gente cree que fue Terry Hobbs el que lo hizo.

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Don_Correcto

El asesino del zodiaco es uno de los tíos que mas se lo curraba

Hace años que empece a leer la historia de asesinos como Ed Gein y demas pero llego un punto en el que empece a sentir escalofríos de las barbaridades que hacían xD

ManOwaR

#8 joder con la carta, me han entrado ganas de reventarlo a patadas. Lo de torturar a los crios para que la carne fuese mas tierna, muy escabroso.

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W

#29

Un 2% de la población según estudios, de media, es psicópata. NO hace falta que sean asesinos, "simplemente" eso, que carecen de empatía. El ejemplo que se pone, por ejemplo, sería si tu ves un video donde a un tio le dan una patada en los huevos, tu gesto seria de "joder que daño", y eso que se dice que te duele de solo verlo. A un psicopata no, se quedaría igual.

Kylar

La psicopatía es un trastorno de la personalidad, no un trastorno mental, son dos cosas distintas. El psicópata no es un enfermo mental porque sabe en todo momento lo que está haciendo, no sufre delirios, ni alucinaciones.

B

#41 A mi el tio de la carta no me parece un enfermo no me jodas, eso de la carne fresca y decirte con toda claridad q tarda 9 dias y q ha muerto virgen... que dan ganas de reventarle a leches? pues si.. pero me parece un tio q sabe lo que dice,otra cosa es si resulta esperpentico o no.. A ese tio yo le dejaba en la carcel y ni aspirinas para un resfriado.

Shia

Los crímenes de Keddie y los creepy crawling

Los años de 1960/70 fueron años muy convulsos en la sociedad. Años de grandes revueltas y de manifestaciones de rebeldía contra la sociedad en general y contra los gobernantes en particular por su elevado protagonismo y toma errada de decisiones (Guerra de Vietnam). Drogas , sexo, alcohol y rock fueron durante años la bandera de millones de jóvenes.

Muchos fueron los acontecimientos que se extendieron cómo la pólvora sobre todo en Estados Unidos y que motivaron la aparición de extraños sucesos y de una violencia cada vez más descontrolada, como el asesinato de Sharon Tate o los Keddie Murders (asesinatos o crímenes de Keddie).

Charles Manson fue una de las figuras protagonistas y más conocida de aquel mundo devastador. Un un asesino que se aprovechó de su locura,de su carisma y atractivo personal y sobre todo de los alucinógenos para arrastrar tras de sí a una serie de jovenes que buscaban su propia identidad.

Los creepy crawling es el nombre le dio a un macabro “juego” inventado por él. El juego consistía en entrar en casas seleccionadas mientras los propietarios dormían o estaban ausentes y cambiarles los muebles de sitio sin que sus propietarios se dieran cuenta en el momento de lo ocurrido, de tal modo que cuando se despertaran o llegasen a su casa vieran que había cosas que no estaban en su lugar, una especie de luz de gas pero con objetos y muebles. Es de imaginar el terror que debe sentirse saber que se ha estado durmiendo tranquilamente y cuando te levantas te das cuenta de que muchas cosas ha cambiado de lugar, pero que no han robado nada y no han roto nada, lógicamente lo primero que pensamos es en fantasmas.

Pero en estos juegos dónde los alucinógenos tomaban protagonismo, los autores del siniestro juego dieron un paso más …un paso terrorífico, el asesinato de los componentes de la familia.Uno de los casos más conocidos y misteriosos es el ocurrido en el pueblo de Keddie, una población situada entre bosques en Pluma County, en California. Fue el conocido como “ The Case Keddie Murder“, o “el asesinato de Keddie“.

Año 1981, 11 de abril, la pequeña Sheila Sharp, de 14 años, se había marchado a pasar la noche a casa de su mejor amiga. Tras divertirse y compartir casa con su amiga, a la mañana siguiente volvió a su cabaña, la nº 28 del Keddie Resort. Lo que encontró allí al entrar fue espeluznante.

Su madre Glenna, de 36 años, su hermano John, de 15 y una amiguita de éste, Dana, de 17 habían sido asesinados brutalmente. Aterrorizada, la pequeña buscó a su hermana menor, Tina, que contaba sólo 13 años. No pudo encontrarla pues Tina había desaparecido.

Los informes policiales contaron que la familia había sido torturada durante casi 10 horas, que les pegaron con martillos y que los acuchillaron. Al ver la posición de los muebles se dieron cuenta de que algunos habían sido cambiados de sitios, y automáticamente se empezó a pensar en nuevo “creepy crawling”. Desgraciadamente, y con mucha probabilidad, los asaltantes habían sido descubiertos antes de acabar, y aquéllo desencadenó la tragedia.

El resto lo hizo todo el miedo y el terror popular. Se dice que aquel pueblo desde entonces está maldito. Muchos de los vecinos se marcharon por miedo e incluso la cabaña nº 28 fue derribada. De la hermana menor de Sheila, Tina, nunca más volvió a saberse nada a pesar de las muchas investigaciones, el misterio continúa sin resolverse pese a que muchos investigadores, canales de televisión e inclusive videntes han trabajado en el caso sin encontrar respuesta alguna.

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Shia

Los asesinos del páramo: los criminales más odiados de la historia de Inglaterra

Myra y Brady se conocieron en una fiesta de Navidad de la empresa en la que trabajaban. El flechazo fue instantáneo. Su historia de amor dio sus frutos. Los páramos ingleses acogieron los cadáveres de al menos cinco niños que con cariño y dedicación torturaron, violaron y estrangularon durante los dos años que duró su relación. Leyenda viva cincuenta años después, la localización de una de sus víctimas continúa manteniendo en vilo al país. Esta es su historia

Cuando Myra encontró a Ian, su vida cambió.

La dócil niñera de Manchester convertida al catolicismo cayó rendida ante los encantos de su compañero de trabajo en la fiesta de Navidad de la empresa eléctrica en la que ambos trabajaban. Dicen que el joven Brady era guapo a rabiar, la mojigata Myra, fascinada por su belleza, sucumbió rápidamente.

En 1961, Ian Brady era un adulto ya de 23 años, un perturbado con tendencias sádicas que gustaba de torturar a humanos y animales, delito por el que había sido arrestado en numerosas ocasiones. Sus víctimas por abusos sexuales eran legión.

El joven había vivido una infancia difícil: hijo de madre soltera, criado en una familia adoptiva, su adolescencia, marcada por el abandono, fue conflictiva y le condujo a prisión en varias ocasiones. Myra, por su parte, había crecido junto a su abuela huyendo de su padre, un hombre que la maltrataba tanto a ella como a su hermana y a su madre, una mujer promiscua e inestable que se desentendía de sus dos hijas. La muerte de su mejor amigo a los 15 años la había traumatizado, el sentimiento de culpa la atenazaba. Myra se convirtió al catolicismo y, de estudiante prometedora y brillante pasó a ser una adolescente vulnerable e influenciable. Aquella Navidad el sino quiso que ambos se encontraran. Dos inadaptados sociales obligados a asistir a una reunión laboral. La suerte estaba echada.

La libido de Ian se disparó al dar con la joven. Su virginal apariencia era un apetitoso bocado para un libertino como él.

Myra, por su parte, no se hizo de rogar: el halo de misterio que rodeaba al atractivo joven y su apariencia de ‘malote’ le hacían irresistible.

El flechazo fue instantáneo.

Tras seducirla, Ian se convirtió en su primer amante. Bajo su influjo, la hasta entonces inocente Myra, de tan sólo 19 años, cuatro menos que él, se transformó en una persona diferente. La muchacha se tiñó el cabello de rubio y trocó su hasta entonces recatada indumentaria por provocadoras prendas: minifaldas y altas botas de cuero negro que emulaban a las dominatrix nazis.

El sexo de la pareja era truculento. Ian era admirador del Marqués de Sade, lectura a la que se había entregado devotamente en su juventud y que le había convertido en un sadomasoquista sin escrúpulos. Myra se dejaba hacer. Su alto coeficiente intelectual no la blindó frente a la perversidad del que se convirtió en su mentor.

Ian le inculcó también la ideología nazi. De su mano, la joven leyó Mein Kampf y Seis millones de muertos, a Nietzsche y a Eichmann.

La pareja se fotografiaba protagonizando pornográficas escenas, en las que el coito anal, favorito de Ian, era el principal protagonista.

Pero un buen día, hastiado de practicar el sexo con Myra hasta la saciedad, Ian decidió ir más allá. El 12 de julio de 1963, se abre la veda. Myra, que es el cebo, convence a una chica de 16 años, Pauline Reade, de que la acompañe a la pradera de Saddleworth (Gran Manchester, norte de Inglaterra). Ian las sigue en su moto.

Allí, Brady la viola, mata y entierra. Pauline se convierte en la primera de sus al menos cinco víctimas. Todos ellos, niños y niñas porque Ian gusta de ambos sexos, son vejados y asesinados por igual. La pareja cumple religiosamente con su horrendo ritual: captación, traslado al páramo, sometimiento, vejación sexual y asesinato.

En su cuarto crimen, cometido contra una niña de solo 10 años, Leslie Ann Downey, van más allá. Brady la fotografía desnuda al tiempo que Myra graba sus desesperados gritos rogando por su vida. Los páramos se convierten en su cementerio particular.

El 6 de octubre de 1965, cometen su último asesinato. Edward Evans, de 17 años, es la víctima. Brady acaba con su vida de un hachazo durante una reunión familiar en la que reciben la visita del cuñado de Myra, David Smith. El protocolario té de las cinco se convierte en una pesadilla, la pareja platica sobre sus crímenes con soltura. Cordiales, convocan a David a una cita al día siguiente obligándole a prometer que acudirá para ayudarles a deshacerse del cadáver del joven. Horrorizado, Smith acude a la policía, que al día siguiente les detiene.

Todo parece indicar que la pareja de asesinos desea ser capturada.

Su singladura de tan solo tres años ha sido suficiente para sembrar el terror en el Reino Unido. Sus crímenes les convierten en los asesinos más odiados de su historia.

Ian y Mira son detenidos y acusados de los asesinatos. El 21 de abril de 1966, se celebra el juicio más esperado de las últimas décadas, Myra Hindley e Ian Brady comparecen al fin ante la justicia para responder de sus crímenes.

Las grabaciones y fotografías realizadas a una de sus víctimas, Jaun Kibride, constituirán una importante prueba.

Dos meses antes, la pena de muerte había sido abolida en el Reino Unido. La cadena perpetua era ahora la pena máxima. El 6 de mayo de 1966 son condenados a la misma. En prisión, Myra toma conciencia del lavado de cerebro al que la había sometido su novio y empieza a echarle la culpa de todo. Ian no duda en narrar con todo lujo de detalles su participación en los crímenes. Convertida en la mujer más odiada de Gran Bretaña de todos los tiempos, se le deniega la libertad condicional en 1998. Dos años después, el 15 de noviembre del 2002, tras una durísima agonía, un ataque al corazón acaba con su vida. Myra es enterrada en una fosa común.

Ian, por su parte, tras pasar veinticinco años recluido en prisiones y hospitales de alta seguridad, pasa otros diecisiete en huelga de hambre alimentado por una sonda gástrica que le mantiene con vida por orden judicial.

A día de hoy, con 78 años, se halla postrado en su cama esperando la muerte. Pero Tánatos es sabia, le ronda pero no le perdona y se resiste a llevarlo consigo.

Cincuenta años después del encarcelamiento de los ‘asesinos del páramo’, los familiares de sus víctimas, aquellos que le sobreviven, ni olvidan ni perdonan. El cuerpo de Keith Bennet, su segunda víctima de tan solo 12 años, sigue sin aparecer. Su agonía no ha terminado.

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Shia

"La exorcista de Almansa", 1990

http://escritoconsangre1.blogspot.com.es/2011/02/rosa-gonzalvez-exorcista-de-almansa.html

Escalofriante.

Shia

La casa de los horrores
Fred West, un aldeano tosco y semianalfabeto, tiene el dudoso honor de haber sido uno de los mayores asesinos en serie de nuestra historia más reciente. Solo o en compañía de Rosemary, su mujer, mató al menos a 20 jóvenes, a las que enterraba en el sótano o en el jardín de su casa de Gloucester, en el Reino Unido.

Gloucester es una ciudad pequeña, agradable y aburrida en el oeste del Reino Unido. Cuenta con unos 100.000 habitantes, y no tiene gran cosa que ofrecer a los turistas excepto su catedral, una veintena de casas victorianas y el paisaje de las colinas de los Cottswolds. Gloucester es uno de esos lugares en los que nunca pasa nada, pero en 1994 ocurrió algo que convertiría la apacible ciudad en capital del horror: en el jardín del número 25 de la céntrica Cromwell Street empezaron a aparecer restos humanos. El propietario de la casa, Fred West, fue acusado del asesinato de nueve mujeres con la complicidad de su esposa, Rosemary.

Fred West nació en 1941 en la pequeña población de Much Marcle, en una familia de granjeros. Fred no fue al colegio, o al menos no regularmente. Lo justo para aprender a leer y a garabatear unas cuantas líneas cuajadas de faltas de ortografía. Decían que era bueno en las tareas del campo, pero Fred detestaba la vida rural. Much Marcle se le quedaba pequeño. Un día, al cumplir 15 años, se marchó sin decir nada y pasó un mes en Heretford, durmiendo al raso y sin lavarse. Luego volvió a casa. Allí le esperaba un padre alcohólico y una madre que le había mostrado los caminos del sexo desde los 12 años. Así, no es raro que Fred abusase de su hermana pequeña. Tenía 20 años cuando fue procesado por violarla. Él no lo negó: ¿qué tenía de malo acostarse con una chica de 13 años? A pesar de que el caso llegó a juicio, fue sobreseído. West había ganado al sistema su primera batalla.

Para entonces, Fred ya había dejado Much Marcle y vivía intermitentemente en diferentes ciudades de Gloucestershire. Había pasado unos meses embarcado, y aquel periodo le proporcionó material para fanfarronear durante el resto de su vida. Claro que entonces ya nadie tomaba a Fred demasiado en serio. La gente le consideraba un fantasma capaz de inventarse las historias más inverosímiles para darse pisto. La realidad es que West era sólo un aldeano semianalfabeto, tosco y grosero, de facciones vulgares y rudas. Eso sí, tenía un pico de oro. Por eso a veces daba el pego, y quienes no le conocían se tragaban algunas de sus baladronadas. En 1962, Fred se casó con Rena Costello. Rena tenía una niña de un año llamada Charmaine, a la que West adoptó, y pronto el matrimonio tuvo su primera hija, Anne Marie. Vivían en una caravana, y durante unos años anduvieron de aquí para allá. Fue por esa época cuando un tipo alertó a la policía de que Fred West llevaba encima una colección de polaroids de órganos sexuales, pero los agentes contestaron que "eso era asunto del señor West". Nadie se acordó de la denuncia cuando, semanas más tarde, un adolescente fue hallado colgado de una viga con un montón de fotos pornográficas bajo sus pies. Lo curioso es que aquel chico había sido visto varias veces por la ciudad en compañía de Fred West…

El primer crimen oficial cometido por West tuvo lugar en 1967. Entonces tenía una aventura con una jovencita llamada Mary Ann, que esperaba un hijo suyo. Fred la mató y enterró sus restos en un prado cerca de Much Marcle. Para entonces, las cosas con Rena ya no iban bien, y la pareja pasaba separada casi todo el tiempo. En cuanto a las niñas, zascandileaban de casa de papá a casa de mamá, y de allí a algún hogar de acogida. Y entonces, en 1969, Fred conoció a Rosemary Letts y empezó para él una nueva historia.

Quienes la conocían aseguraban que Rose era "una chica de cuidado". Tenía 15 años y la experiencia sexual de una prostituta de 50. Fred la encontró perfecta: le encantaba la pornografía, le encantaban las perversiones, le encantaba la promiscuidad y no le importaba que la mirasen cuando practicaba sexo. Se casaron enseguida. Su primera hija, Heather, nació en 1971, y Fred decidió que Rena y Charmaine se habían convertido en un estorbo. Así que las mató a las dos y las enterró en Much Marcle. Cuando llamaron del colegio de Charmaine diciendo que la niña llevaba una semana sin ir a clase, Fred dijo que su madre y ella se habían mudado. Nadie quiso saber más. Se habían mudado. Punto.

En 1972, los West se dijeron que ya estaba bien de vivir en una caravana y se trasladaron al número 25 de Cromwell Street. Fred estaba encantado con aquella casa, que alquiló primero y compró en cuanto pudo. Se pasaba la vida haciendo obras. La casa tuvo siempre un aspecto horrible y estaba llena de herramientas y de trozos de cosas raras que Fred iba recogiendo en su furgoneta. Todo le valía, desde un neumático pinchado hasta un canalón roñoso. Llevaban sólo unos meses en la casa cuando los West llevaron a cabo un ensayo general de lo que vendría después: agredieron sexualmente a la niñera de sus hijos, una chica llamada Carol, que fue sometida durante horas a todo tipo de vejaciones. La muchacha les denunció, pero la policía logró convencerla de que retirase las acusaciones de violación. Tendría que testificar, recordar ante un tribunal todas las cosas que le habían hecho los West. Y nadie creería su versión. "Eres facilona, ¿verdad, Carol? Muchos chicos de Gloucester estarían dispuestos a declararlo. Ningún juez se va a tragar tu historia. Estabas en el ajo, ¿a que sí? Aceptaste participar en un jueguecito, y quizá a los West se les fue la mano". Carol Raine se asustó. Los West fueron condenados, por dos cargos menores de abuso y lesiones, a pagar una multa de 100 libras. "No les haríamos ningún bien enviándoles a la cárcel", dijo el juez. Segunda victoria de Fred West. Y ésta hizo que se creyese invulnerable. La suerte estaba de su parte. La ley estaba de su parte. La función acababa de empezar.

Anne Marie, su hija mayor, tenía ocho años cuando Fred comenzó a violarla con la ayuda de Rosemary. Los niños (la familia había aumentado con la llegada de Stephen y Mae, y luego nacerían cinco hijos más, tres de la relación de Rose con otros hombres) eran obligados a ver la colección de fotos pornográficas de su padre, y en cuanto aparecieron los primeros vídeos domésticos, las películas porno se convirtieron en el telón de fondo de la vida familiar. Aquellos niños no tenían amigos. Los pequeños West crecieron pensando que el mundo exterior les era hostil, que sólo estarían seguros dentro de casa, que las personas de fuera les harían daño. Así no había peligro de que revelasen ninguno de sus secretos, ninguna de las espantosas costumbres de aquella grey demencial. "Sólo vuestra familia os protegerá. Los demás quieren causaros dolor". Dolor. Fred West quería proteger a sus hijos. Tenéis suerte de tener un padre como yo, les decía a sus hijas antes de violarlas.

Para ayudarse a pagar la hipoteca, los West comenzaron a alquilar habitaciones, y la casa se convirtió en refugio de colgados y delincuentes de poca monta que entraban y salían del 25 de Cromwell Street. Rose se acostaba con casi todos los inquilinos, cosa que Fred aplaudía. La casa adquirió fama de puerto franco: cualquiera que estuviese en un lío podía quedarse allí. Venían muchas chicas que se habían escapado de la casa paterna o del hogar de acogida, jóvenes abandonadas por un novio o que acababan de salir de la cárcel. Aquello facilitaba la tarea de Fred y Rose, que tenían donde escoger. Aquellas chicas de vida desestructurada eran las mejores presas. ¿Quién iba a creer a una ladronzuela, a una prostituta, a una traficante si llegaba a la policía contando que los West la habían violado? Muchas de aquellas muchachas salieron llorando del número 25 de Cromwell Street. Otras no tuvieron tanta suerte y se quedaron en la casa para siempre. Ni Rosemary ni Fred explicaron cuál fue el sistema de selección, dónde acababan los abusos sexuales y empezaban las torturas que terminaban en asesinato. Nueve asesinatos. Nueve chicas, todas jóvenes.

Los crímenes de los West podían haberse descubierto mucho antes. De las nueve víctimas de la pareja, siete habían pasado en algún momento por la casa de Cromwell Street. Por eso resulta inverosímil que la policía no relacionase al matrimonio con sus desapariciones. La cuestión, y Fred y Rosemary lo sabían, es que las autoridades no dieron importancia al hecho de que una muchacha conflictiva se esfumase sin dejar rastro. Suelen hacerlo -decían los policías si alguien denunciaba-, se van, se cambian de nombre, quizá salen del país; no se preocupen, la chica aparecerá cualquier día. En Inglaterra, donde en 1994 ni siquiera existía un registro oficial de personas desaparecidas, la burocracia para denunciar este tipo de casos es desesperante, y en ese momento se consideraba que no merecía la pena buscar a determinadas personas. Sólo dos de las víctimas de los West rompían ese patrón: dos estudiantes universitarias, Theresa Sieghenthaler y Lucy Partington [Lucy era prima del escritor Martin Amis]. Ninguna había puesto los pies en el número 25 de Cromwell Street, y jamás se habrían relacionado con un tipo como Fred West, que iba recogiendo chatarra de las cunetas y era capaz de comerse una cebolla como quien se come una manzana. Parece ser que los West las secuestraron cuando esperaban el autobús. Claro que Fred contó otra cosa. Contó que Theresa y Lucy eran sus amantes, y que mató a Lucy porque estaba empeñada en presentarle a sus padres.

En 1987, Fred asesinó a su hija Heather y enterró sus restos en el sótano con los de sus otras víctimas. La chica empezaba a dar problemas. Era lista, independiente, rebelde. El día menos pensado podría ir a la policía. Así que la mató. Rosemary le ayudó a esconder el cadáver. A los chicos les dijeron que Heather "se había marchado con una lesbiana", pero los mayores, Stephen y Mae, intuyeron que había algo raro en la súbita desaparición de su hermana.

En agosto de 1992, una de las hijas pequeñas de West confesó a una amiga que su padre la había violado. Y aquella niña tuvo la sensatez que nunca demostraron los adultos que rodeaban a la familia: acudió a la policía, que inició una investigación en regla. Los cinco menores de la casa fueron llevados a familias de acogida, y Fred West, detenido por violación. Se interrogó al resto de los niños, y Anne Marie (a quien su padre había violado 300 veces) admitió haber sido víctima de abusos, aunque luego se desdijo de su declaración. Mientras, Rose amenazaba a sus hijos: no contéis nada. Destruiréis a la familia, les decía. En la casa de Cromwell Street, la policía requisó decenas de vídeos pornográficos que protagonizaba Rose. El visionado de aquellas cintas impresionó a investigadores curtidos. Y a pesar de todo, dejaron que aquel año Fred volviese a casa para pasar las navidades. Luego, un año más tarde, un juez decidió no llevar adelante el caso. Había contradicciones en los testimonios de los niños. Así que, en junio de 1993, Fred volvió a la vida normal, fue readmitido en su trabajo y se le devolvió la custodia de sus hijos menores.

Sin embargo, una oficial de policía, la detective Hazel Savage, no las tenía todas consigo. Porque las distintas familias de acogida de los cinco pequeños West habían coincidido al extrañarse de una broma que gastaban a menudo los niños: "Heather está en el sótano", decían, "papá dice que Heather está en el sótano". Savage movió todos los hilos, tocó todas las puertas y consiguió una orden para hacer un registro a fondo de la casa de los West. El 24 de febrero de 1994, unos policías armados de picos y palas llegaban a Cromwell Street. Cuatro días más tarde aparecieron unos restos humanos. Para entonces, Fred ya había admitido haber asesinado a su hija. Pero la sorpresa llegaría cuando encontraron tres fémures.

En los días siguientes, los cuerpos de nueve mujeres aparecieron en el sótano del 25 de Cromwell Street, y Rosemary West fue acusada de haber sido cómplice de su marido. Mientras, la centralita de la policía se colapsaba con las llamadas de parientes de muchachas desaparecidas en los últimos 20 años en la región de Gloucestershire, y hordas de periodistas tomaban la ciudad para obtener información sobre la familia West. Lo curioso es que nadie hablaba mal de Fred, e incluso muchos se referían a él como "un tipo encantador". Era un modo de verlo. Un tipo encantador que invitaba a sus compañeros de trabajo a presenciar películas de porno casero protagonizadas por su propia esposa. Un tipo encantador que, en el pub, solía mostrar polaroids de órganos sexuales. Un tipo encantador cuyos hijos sólo salían de casa para ir a hacer la compra, que siempre estaban tristes, que vestían ropas tres tallas más grandes. Un tipo encantador.

Lo que revolvió los estómagos y las conciencias de los británicos fue la absoluta inoperancia de las autoridades. Durante 20 años, West había estado dejando pistas por el camino, como un rastro de migas de pan en forma de abusos, de agresiones, de comportamientos sospechosos. Empezaron a conocerse evidencias de que hubo decenas de oportunidades de parar los pies al monstruo. Una vez, cuando Anne Marie tenía 12 años, su profesor de gimnasia informó a la asistencia social de que la niña solía lucir moratones en las piernas y en los brazos. Una funcionaria se presentó en Cromwell Street, y allí la recibió Rose, que estuvo encantadora. Ofreció a su visitante una taza de té y charlaron sobre lo difícil que es atar en corto a una niña traviesa. La trabajadora social se dio por satisfecha y dijo que todo estaba en orden en aquella casa. Ahora parece increíble que aquella mujer no viese ningún detalle sospechoso, como también que en el colegio al que asistían los West nadie se extrañase de la conducta de aquellos niños medrosos y mal vestidos. Aquellos niños que hacían planes para fugarse de casa, que hablaban en susurros, que faltaban a clase cada dos por tres (una de las niñas llegó a acumular 50 faltas de asistencia en un solo curso), que lucían cardenales, que hablaban de sexo con alarmante naturalidad. Todo está en orden.

Eso mismo se decían los vecinos. ¿Pero cómo es posible que en más de 20 años nadie notase algo extraño en la casa? ¿Que nadie escuchase gritos, que a nadie escamasen las entradas y salidas de la furgoneta de Fred? ¿Que nadie se preguntase de dónde salía y adónde iba toda aquella gente extraña que frecuentaba el 25 de Cromwell Street? Los británicos presumen siempre de su discreción, del escrupuloso respeto hacia la privacidad, del carácter sacrosanto que tienen las vidas ajenas. Los vecinos de los West tenían que saber que en aquella casa había gato encerrado. Pero se dijeron, conforme a la idiosincrasia inglesa, que aquello no era asunto suyo. La exquisitez británica fue, en este caso, un as en la manga para el modus operandi de Fred West.

En enero de 1995, Fred West se suicidó en la celda de una cárcel de Birmingham donde aguardaba su juicio por 12 asesinatos. Sabía que en todas las cárceles británicas estaban esperando su llegada para ofrecerle una bienvenida especial. Fred era un cobarde incapaz de enfrentarse a nada, mucho menos a la implacable ley de los presos que señala a violadores y asesinos de niños. Así que se fabricó una cuerda con trozos de sábana y se colgó. Muchos consideraron aquella muerte como la última burla al sistema por parte de West. En cuanto a su esposa, Rosemary, fue condenada a cadena perpetua por nueve asesinatos.

La vida en Gloucester se había alterado. Y aquello amenazaba con seguir. Desde todos los rincones del mundo, centenares de chiflados intentaban adquirir cualquier objeto que hubiese sido utilizado por los West. Se dijo que un empresario estaba interesado en comprar la casa de Cromwell Street para instalar en ella un museo del horror, pues se estaba convirtiendo en un elemento de atracción turística más poderoso que la catedral y los paisajes idílicos de Gloucestershire. Y el Ayuntamiento de la ciudad dijo basta. Una vez que la policía confirmó que las pesquisas habían terminado se tomó la decisión de destruir la casa de la infamia. Más que eso: se redujo a polvo todo cuanto los West habían usado, tocado o mirado durante aquellos años terribles. El solar fue transformado en un paso entre calles, de modo que hoy, 10 años después de la muerte de Frederick West, no queda de la casa de los horrores más que un recuerdo y una leyenda negra que los vecinos de Gloucester prefieren olvidar. Dentro de unos años, nadie podrá señalar el lugar exacto donde se levantaba el número 25 de Cromwell Street.

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dranreb

Y no habéis puesto a Jack el Destripador :(

Daahlia

Gilles de Rais
http://escritoconsangre1.blogspot.com.es/2009/02/gilles-de-rais-azul.html

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Shia

Niños asesinos: Robert Thompson y Jon Venables (10 años)

James Patrick Bulger (16 de marzo de 1990 - 12 de febrero de 1993),1 un niño de dos años de edad oriundo de Merseyside, Inglaterra, fue secuestrado, torturado y asesinado por dos chicos de diez años: Robert Thompson (nacido el 23 de agosto de 1982) y Jon Venables (nacido el 13 de agosto 1982).2 Bulger desapareció el 12 de febrero de 1993 en el centro comercial New Strand mientras acompañaba a su madre. Su cuerpo mutilado fue encontrado en una línea férrea cerca de Walton el 14 de febrero. Thompson y Venables fueron acusados de secuestro y asesinato el 20 de febrero de 1993.
El 24 de noviembre de 1993, Thompson y Venables fueron declarados culpables de la muerte de Bulger, convirtiéndose en los asesinos convictos más jóvenes en la historia moderna de Inglaterra. Los dos fueron sentenciados a pena de cárcel hasta que alcanzaran la edad adulta, inicialmente hasta los dieciocho años, siendo liberados en junio de 2001.

MeCagoEnDios

#20 Es que putos cheaters del Tibia, unos ahí matándose pa subir y otros con los bots, normal que el chaval se enfadase

HALAMADRID

La verdad es k el crimen de Alcasser fue espeluznante, sobretodo x la mierda k habia detras del crimen. Espero k algun dia se sepa la verdad de kienes fueron. Aunke lo dudo mucho

Y nadie ha nombrado al mayor asesino en serio de las ultimas decadas, Harold Shipman?
270 victimas o incluso más

Estoico

#48 Escalofriante historia

RazuK

Three guys, One Hammer. El video más traumático que he visto.

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B

Nota.

Creo que Manson no llegó a matar a nadie por si mismo, indujo a otros a hacerlo.

Disparó a Crowe sin cargárselo creo recordar, tendré que echar un ojo que no lo tengo fresco.

Y que Jack the ripper era alguien de la alta sociedad británica ni cotiza.

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poisoneftis

#56 sí, manson no mató a nadie con sus propias manos, era más por como manipulaba a la gente para conseguir que ellos sí lo hiciesen y todo el rollo secta que se traía

#48 es brutal que no hiciesen caso de ninguna pista y más siendo una historia tan "reciente".

a-a-a-a

#32 Hombre... si hablamos "generalmente" que sea de asesinos en serie, que son los que hacen gracia, porque asesinatos espontaneos por gente cuerda debe de haber un cacho grande. Si lo piensas bien, en qué momento una persona deja de ser cuerda por placer? Y no hablemos de gilipolleces tal que "la gente no lo entiende porque no es algo normal", porque una persona que cambia su existencia por cocaína muy sana no está.
Realmente cuando planeas matar/violar una persona estás a la vez haciendote a la idea de que vas a condenar tu vida a ser buscado y con mucha probabilidad de ser capturado y de pasarte la vida entera encerrado, pues mas o menos el caso del cocainómano, para qué ser tu mismo cuando puedes ser tu propio vicio personificado.

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poisoneftis

aprovecho para contestarte a ti tb #29 aunque en realidad ya lo han hecho

#58 hay casos y casos, pero tienes que partir de la base de que muchas veces son psicópatas... que simplemente significa eso, que es gente sin empatía pero en completo control de si mismos, de su mente y en completo conocimiento de la ley y de sus límites, muchas veces estas personas se crían en ambientes ya de por si muy turbios con familias desestructuradas y con violencia que hace que además no conozcan otra cosa, si una persona que no conoce otra cosa y que encima no tiene la capacidad para empatizar puedes llegar a entender un poco como funciona en algunos casos.

a kuklinski por ejemplo le servía para trabajar como asesino a sueldo, otros manipulan, otros se creen al margen de la ley o lo suficientemente listos como para saltársela y salirse con la suya... de todas maneras hay muchísimos psicópatas que no matan jamás, usan sus particularidades para otras cosas y por tanto tampoco se sabe a veces que lo son.

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B

#58 hablando desde mi ignorancia, SÌ creo que cualquiera de los que estamos aqui, en un momento dado que nos aprieten las tuercas, hasta arriba de alcohol, droga, por circunstancias limite ( desahucios, paro.., hijos, suma y sigue.. sí podemos ir un paso mas allá y vernos cuchillo en mano o algo asi..

Pero de eso, a esta gente que parece q nace "para matar" hay un trecho creo yo. A mi esa gente me fascina, o bueno me fascina la carencia total de empatia q tienen. Vamos, te intentas poner en su pellejo y no sé cuantos minutos aguantaria. De ser un asesino en serie, matar a 200 personas y estar como si nada... a que se te crucen un poco los cables y matar a una persona hay un trecho creo yo, que tampoco estoy diciendo que éste ultimo sea un santo. Pero a nivel mental, este ultimo no me atrae (el estudio!!! ) tanto.
Lo de la droga es otra historia disinta... no sé, conozco a bastante gente q en los 80 cayo por la coca, heroina.. y eso es una lastima, vamos creo que es otro tema distino.

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