Yo soy un aficionado moderado al arte, aunque siempre me ha gustado más el clásico y el Renacimiento. Confieso que nunca entendí el valor de las artes plásticas contemporáneas más allá del Impresionismo, e incluso llegué a formarme la impresión, como muchos en este hilo, de que todo esto era un engañabobos.
Pero hace unos 8 años, estuve por primera vez en la Tate Moden de Londres. Después de recorrer las salas con poco entusiasmo, llegué a una habitación dedicada exclusivamente a Rothko, de quien casualmente había aprendido su trayectoria y su vida hace poco. Los cuadros de Rothko no dicen demasiado impresos en papel, pero cuando me puse delante del primero, solo en la habitación, con una quietud sobrecogedora, os aseguro que algo me atrapó y me revolvió. Los pelos se me pusieron de punta. No sabría decir cuánto de sugestión tuvo ese momento, pero desde entonces jamás he vuelto a reírme del arte moderno, e incluso he aceptado con humildad y frustración que en efecto pueda haber gente en el mundo que disfrute del arte a un nivel al que yo no llegaré jamás.
La ignorancia es muy atrevida, por desgracia.