Cada cierto tiempo, aparece el pueblo mediocre. Lobos que buscan su luna para comprobar su emoción. Personas con mentalidad de barra de bar que necesitan adoctrinar con sus decisiones a las víctimas que no son juzgadas por sí mismas.
No tiene sentido perjudicar a una persona. Creen que engrendecerán la ciudad con su decisión. ¿Por qué trabajan, sino van a cambiar su decisión? Quieren tener más decisión que salario. Ahí, radica el problema. Decidir para uno mismo, es evitar decisiones pasadas. Perjudicar, no va a cambiar nada pero necesitan visitar el exterior sin la ciudad. Por eso, el exterior vuelve a su impunidad. Ya que la ciudad es el pasado de la decisión. La impunidad de tener la conciencia tranquila tras perjudicar.
Es duro volver a ver a una persona, no en la decisión sino en la ciudad. Compartiendo el sacrificio por el que te perjudicó cuando coincidís paseando por la ciudad.
Alianzas que obedecen a la impunidad como ciudad (decisión contra otra persona) . Lo explico, personas que te han perjudicado sin asustar su educación. Por ello, no hay que luchar por la decisión sino para que la ciudad no te pueda abandonar. La residencia del poder no es el curriculum de la intimidad. Los mediocres quieren apostar tu futuro antes que tu currículum.
! Por favor, no tocar!,! por favor no decidir! Si uno se conforma con su pasado, puede decidir para sí mismo.
Ya que los mediocres no pueden seguir escondiendo la ciudad en su decisión. Tampoco, los principios que abandonaron para tomar la decisión. La naturalidad de decidir no es proporcional a distinguir la ciudad como orgullo.