Como internacionalista que soy, me considero totalmente enemigo de todo tipo de separación que se pretenda establecer entre seres humanos que no sea la única real y existente en la actualidad, y ésta es la clase social de los individuos, eso es lo único que marca la diferencia. Lo que se busca con los pensamientos xenófobos es engañar a las masas para que crean que su enemigo es el inmigrante, mientras su propio gobierno impone medidas que recortan los salarios y los derechos sociales a la clase trabajadora. No creo que haga falta recordar que es nuestro gobierno el que ha impuesto tales medidas, no los inmigrantes.
Tanto en el caso español como en el de los extranjeros, se trata de un problema de clase social. En España pienso que es evidente y no hace falta explayarse demasiado para demostrar que el distanciamiento y el desencanto entre ciudadanía y clase política es total, como se plasma cuatrienalmente con la abstención electoral, y llegamos fácilmente a la conclusión que se trata de un problema de clase.
El caso del inmigrante, en cambio, es ignorado totalmente, y muchas veces de forma intencionada y tendenciosa. Primero, hay que tener presentes las razones por las que viene un inmigrante aquí, y no son otras que escapar de la miseria a la que está condenado en su país, donde hay un gobierno que no asegura el bienestar de sus ciudadanos ni otorga medidas sociales, ya que está más preocupado de enriquecerse a sí mismo mientras el pueblo pasa hambre. Se llega pues fácilmente a la conclusión que se trata de otro problema de clase social: ¿Para qué iban a venir aquí, si les aseguran las medidas sociales? ¿Para qué se iban a ir a miles de quilómetros de su família y sus amigos, entonces? Otra circunstancia que no se tiene en cuenta es si el gobierno de sus países está ahí gracias a nuestra colaboración o la de nuestros aliados, como es el caso por ejemplo de Pakistán.
Una vez teniendo esto claro, llegamos a la conclusión que la inmigración no es un problema en sí mismo, si no la consecuencia de un problema muchísimo más grave, lo cual es muy distinto. Es por eso que los marxistas somos también internacionalistas, y, por ello, cualquiera que se llame marxista y crea en el socialismo en un solo país, es una antítesis del pensamiento de Marx.
Lo que no deja de ser curioso es que, pese a demostrarlo en vuestros mensajes, que destilan una xenofobia innata, muchos de vosotros rechazáis la etiqueta de racista, y es algo que no entiendo. Si compartís ese pensamiento, no veo por qué buscáis escaparos de él, quizás es que hasta vosotros mismos os dais vergüenza.
Además también os quejáis de la forma de ser de otras culturas, cuando con los argumentos de preservar la nuestra, rechazáis el inevitable crisol entre las mismas, y sois los primeros que perseguís la imposición de una sobre otra. Apestáis a hipocresía, la verdad.