#56 "Venga, vamos a hablar del tema, que se ha puesto serio y alérgico al matiz. Creo que a estas alturas no hace falta manifestar las náuseas que nos produce a todos (o casi todos) Rajoy y lo que signifca. Lo que hoy se ha vivido, en cuanto a represión, es absolutamente aberrante e impropio de una democracia que se hace llamar como tal. Y me quedo corto. Pero si alguien piensa exculpar a Puigdemont de esta locura, en mi opinión, se equivoca. Lo que hizo el Parlament hace tres semanas fue una aberración democrática. Defiendo el derecho a decidir de Cataluña con todas mis fuerzas, pero nunca en esos términos. Un parlamento no puede saltarse la ley. Asumo la desobediencia civil, pero no la institucional. Los que dicen que votar es fundamental para una democracia no se equivocan, pero igual de importante, aunque suene más aburrido, es cumplir la ley. Porque si un parlamento se sitúa por encima de la ley, ¿qué límites tiene? Y que nadie me compare esto con, no sé, las primeras sufragistas o con el caso de Rosa Parks como estoy leyendo estos días. Porque creo que no hace falta explicar que no es la misma situación.
Y todo esto viene porque por primera vez en mi vida estoy viendo una fractura social real. Estoy leyendo a gente de un lado y de otro (y no me gusta reducirlo a dos bandos, porque ni hay bandos ni sólo hay dos posturas) haciendo comentarios que nunca hubiera esperado leer de gente inteligente y a la que admiro. Estoy leyendo a gente cargar contra los catalanes con saña inusitada, pero también estoy viendo a catalanes cargar contra "los vagos extremeños a los que mantenemos". Como si un extremeño no se levantara a las 7 de la mañana para trabajar y tener que llevarse algo a la boca al final del día. Sinceramente, no entiendo cómo hemos llegado a esto. Que en lugar de estar los de abajo contra los de arriba, estemos los de un lado contra los de otro. Para mí la imagen que mejor resume el asunto es que hace 6 años Artur Mas tuvo que entrar al Parlament en helicóptero debido a la gente que lo rodeaba por sus recortes y, en cambio, hoy unos y otros están en la misma foto.
Me diréis muchas cosas. Por ejemplo, que el Procés no es sólo una cosa de CIU/PDECat, que va mucho más allá y que la idea es desbordarles. No dudo de las intenciones e incluso las aplaudo, pero lo cierto, es que tras cinco o seis años de Procés siguen siendo ellos los que lo lideran. También me diréis dicen que la intención es romper el candado de la Constitución del 78 y echar al PP del poder de una vez por todas. No puedo estar más a favor, pero sinceramente preferiría que, de romper dicho candado, fuera gracias a un 15M o a un movimiento similar antes que a uno motivado por el nacionalismo. Porque lo que nunca voy a comprar es la idea de que Cataluña es capaz de lograr algo que no puede conseguir el resto de España. Por suerte o por desgracia (probablemente lo segundo), Cataluña participa de la misma cultura democrática que el resto del país. La cual, por cierto, es bastante baja. Mismos problemas de corrupción y misma derecha (e incluso con más intensidad) aferrada al poder. También hay quien me dice que todo esto se resume en una cuestión económica, lo que me aterra más. Porque si esto va de una comunidad próspera queriendo autogestionarse, me parece de lujo, pero aparte de ser, como poco, inexacto, pediría que no se llamen de izquierdas los partidos que defienden una situación en la que se acabaría con cualquier tipo de solidaridad interterritorial.
Es muy guay y reconfortante creer que estamos derrocando a un estado fascista -y el PP con cada actuación nos lo pone fácil para creer en ello-, pero cuidado con la causa que tomamos de excusa, porque igual nos sorprendemos despertándonos un día y descubriendo que, no ya la independencia, sino la mera manera en que se ha planteado votar, no es tan distante de ese estado con el que queríamos acabar."