Por mucho que nos cueste reconocerlo, nuestro propio olor corporal nos gusta, es más, nos pone. Disfrutamos enormemente olfateando los pedos nocturnos que quedan atrapados entre nuestras sábanas, proyectando nuestros eructos contra nuestros compañeros de mantel y, si somos muy guarros, olisqueando la mano que hemos introducido en nuestra entrepierna sudada. Eso es así y será así siempre, y aquel que diga lo contrario, ¡miente!.
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Pues eso, que tengo un grave problema, es un problema que creo que comparto con el resto de la humanidad. Yo, cuando estoy durmiendo y me tiro un pequeño gas, de esos que no suenan pero que huelen así intenso, pues me meto debajo de la sabana y me lo trago así fuerte fuerte, no sé, me excita. Me hace sentir mejor sabiendo que de esta forma no contamino, sino que me lo trago yo mismo. Evitar el calentamiento global es importante.
Veremos si hay alguien tan estúpido como para dirigirse a mí de manera directa, esta noche no voy a mostrar conmiseración.
Saludos
