Anonadado, así me hallé la primera vez que pude ver a un soldado del primer conflicto mundial en una fotografía.
Si no tenemos una base de historia contemporanea, lo primero que podemos pensar al ver esta foto es que se trata de un escenario muy desolador digno de una crónica post-apocalíptica nuclear.
Sin embargo todo esto fue fruto de la prevención de uno de los enemigos que se tenían que enfrentar los soldados en el campo de batalla. Un enemigo que no te bombardeaba ni te flanqueaba en mitad de la noche, no, lo que tenían que hacer frente aquellos hombres era algo muy diferente de lo que habían visto.
Antes de nada, hay que decir que el uso del gas fue innovador en cuestión de investigación militar, sin embargo el número de bajas letales por éste era más bien reducida, de un 3%. Asi pues, podemos decir que la capacidad mortal del gas era limitada. No obstante, el número de bajas no-letales fue más bien todo lo contrario, causando un enorme temor entre los soldados y altos mandos de cada uno de los bandos beligrantes.
Vista aérea de un campo de batalla desolado por el gas.
El uso del gas fue empleado por primera vez en la batalla de Ypres, por parte de los alemanes utilizando gas "oximuriático", como nos explica este documental.
La unión de naciones convenió no utilizar el uso de armas químicas contra los soldados. En el año 1907 éstas fueron prohibidas en el Reglamento terrestre de La Haya.
Así pues, cuando se abrió la caja de pandora, el ojo por ojo fue lo que guió a todas las nacionalidades a utilizar esta temible forma de guerra.
A raiz de el uso de gas, las naciones consultaron entonces con los químicos, ideándose caretas o máscaras formadas de algodón en rama o almohadillas empapadas en varias soluciones, que sujetas frente a la nariz y la boca, protegían en cierta medida en el campo.
Prototipo de máscara de gas utilizado por un soldado en la trinchera.
En este tipo primitivo están basados todos los modelos hasta llegar al último y más eficaz. La parte esencial de la careta era la cestilla metálica donde se colocaban los preparados químicos capaces de absorber los varios tipos de gases mezclados con el aire respirado por los soldados.
Fue en el año 1916 donde los alemanes emplearon con mayor severidad el uso de gas en el campo de batalla.
Aquí se puede ver como el gas mostaza hizo mella en el cuerpo de este jóven.
El año 1916 fue el de mayor actividad por parte de los alemanes en el empleo de gases. Se hicieron cinco grandes ataques contra los ingleses y muchos otros contra Francia y Rusia. En estos ataques se emplearon gases más concentrados y mayores cantidades del venenoso fosgeno (oxicloruro de carbono).
La táctica consistió en ocultar por todos los medios posibles los preparativos previos, la utilización de nubes de humo para desviar la atención y el lanzamiento de los gases a intervalos variables. Esto último fue en realidad tristemente eficaz, pues la segunda emisión, después de la calma que seguía a la primera nube, encontraba desprevenidos a los hombres.
En agosto de 1916 se verificó el último ataque contra los ingleses con gases asfixiantes. Aquí se lanzó una espesa nube de fosgeno durante el momento de relevo y cuando era prácticamente doble el número de hombres en las trincheras. Fue tan fuerte, que se precisaron las máscaras contra los gases nueve millas a retaguardia del punto donde se descargaron. El empleo se abandonó a causa del limitado número de gases que podían ser utilizados, y también por el reducido numero de cilindros para lanzarlos a la vez, la dificultad de efectuar los ataques por sorpresa.
El empleo de granadas cargadas de gas aumentó rápidamente. Era mucho más fácil alcanzar el campo enemigo. Se tomaron cuidadosas medidas para evitar excesivas bajas en las trincheras, donde era evidente la persistente naturaleza de ciertos gases; se establecieron también cubiertas protectoras, sistemas especiales de alarma, rapidez en la colocación de las máscaras (seis segundos) y métodos eficaces para hacer desaparecer los gases.
Un ataque destacado fue el Arras en diciembre de 1916. Allí, grandes cantidades de granadas cayeron en los alrededores, saturando los pisos y muros de las casas. Como era muy intenso el frío, se evaporaron los gases lentamente. Al siguiente día, cuando aparentemente los gases habían desaparecido, muchos soldados se quitaron las máscaras. Un error porque con el aumento de las temperaturas la evaporación de los gases comenzó de nuevo, habiendo un gran número de atacados.
El gas mostaza (sulfocianato de alilo) es realmente un líquido bastante persistente, produciendo quemaduras en la piel. Pero no fue el gas más eficaz ni mortífero de los empleados en la guerra. En Nieuport se dispararon mas de 50.000 granadas en una sola noche, inundando prácticamente la ciudad. Se calculó que en el otoño de 1917 los alemanes lanzaron más de un millón de granadas conteniendo aproximadamente 2.500 toneladas de este gas. Una gran parte de este mismo año lo emplearon los aliados en estudiar varias disposiciones destinadas para proteger a las tropas contra sus efectos, y suministrando nuevas telas especiales, guantes botas y diferentes ungüentos.
Producción del gas mostaza.
La Ciencia, al servicio de la Guerra, combatió también, en una encarnizada competencia, por producir gases destructores.
En abril de 1915, Tribune publicaba este artículo en relación al uso de gas en la guerra:
Nueva York Tribune, 27 de abril de 1915
Boulogne, 25 de abril. -- El vapor gaseoso que los alemanes usaron contra las divisiones francesas cerca de Ypres el jueves pasado, contrariamente a las reglas de la convención de La Haya, introducen un nuevo elemento en la guerra. El ataque de la pasada tarde del jueves fue precedido por el levantamiento de una nube de vapor gris. (…) Su efecto sobre el soldado francés era de náuseas, seguidas de un derrumbamiento completo (…).
Todo indica que la preparación para este ataque es larga y cuidadosa. (…) Algunos testigos mantienen que los alemanes rociaron la tierra con un líquido que, siendo encendido, envió los humos. Las tropas alemanas sostuvieron respiradores en sus bocas, evitando así ser alcanzados por los humos.
Además de esto, los alemanes parecen haber encendido granadas explosivas ordinarias cargadas con algún producto químico que tenía un efecto que paralizaba a todos los hombres en la zona de la explosión. Un poco de producto químico en la composición de esas granadas produjo el riego violento de los ojos, de modo que cegaban a los hombres durante algunas horas.
El efecto del gas nocivo parece ser lento. Los hombres salen de su náusea en un estado del derrumbamiento completo. Algunos de los rescatados han muerto ya de los efectos secundarios.
La verdad es que es terrible los estragos que puede causar la guerra quimica. Por desgracia, aún se sigue utilizando esta forma de combate.