Seguramente, a priori, muchos no entiendan qué tiene que ver un gato con el hecho de que un inmigrante ilegal boliviano haya conseguido evitar su expulsión de Reino Unido. La respuesta es bastante curiosa.
El boliviano había adquirido junto a su pareja, una mujer británica, un minino al que están criando en común. La justicia entiende que la posesión conjunta del gato demuestra que el boliviano está arraigado en Gran Bretaña y separarlo de su mascota implicaría un menoscabo de sus derechos, según informa el portal Finanzas.com.
FUENTE: ABC