por Ron Paul,
congresista estadounidense
21 de mayo, 2010
La crisis de la deuda soberana griega continua y los disturbios también. Los términos del rescate griego dictados por el FMI y los países en la zona del euro siguen siendo polémicos para los ciudadanos en todos los lados. Odian tanto los europeos ver a sus gobiernos despilfarrar el dinero público como lo odiamos los estadounidenses. Los griegos no están muy contentos con ver sus impuestos aumentados a la vez que sus pensiones y sueldos se recortan. Mientras tanto, se rumorea por el Financial Times, AFP, y otros medios financieros que Grecia podría gastar más de lo que ahorra con las medidas de austeridad en la compra de armas a Alemania, Francia y los EE.UU. como una condición de recibir los fondos de rescate. Si es verdad, no es nada nuevo para el complejo militar industrial global beneficiarse de ofertas hechas por sus amigos en la comunidad de bancos centrales, sobretodo durante tiempos de crisis. Después de todo, la guerra es la salud del estado. Lo último que quieren los defensores de los gobiernos es que “estalle una paz en el mundo”.
Esta libre circulación de la moneda fiduciaria de todo el mundo a Grecia en realidad no va a salvar a Grecia sino sólo sirve de alivio temporal para los banqueros centrales y las consecuencias de sus errores. Lamentablemente, esto a costa del pueblo griego y de los contribuyentes en Europa y EE.UU. Los contribuyentes no son ninguna consecuencia o beneficio para los banqueros centrales europeos o americanos. Incluso, el simple deseo de obtener información completa sobre lo que están haciendo en nuestro nombre es rotundamente rechazado. Como vimos la semana pasada en el Senado de EE.UU.como los tentáculos de los banqueros centrales, en este caso los de la Reserva Federal, consiguieron diluir la enmienda que habíamos presentado a votación. La arrogancia de los poderosos banqueros centrales y sus secretos no conocen límites.
Si alguien contrajese deudas en contra de usted como individuo, sin su conocimiento o consentimiento, usted diría que es robo de identidad. Usted llamaría al banco a exigir una contabilidad completa de las deudas contraídas a su nombre, y después de algunas rápidas verificaciones, las deudas se declararían nulas y no sería usted responsable de ellas. Además, el culpable o culpables serían detenidos, procesados y enviados a la cárcel.
Pero así no es con los gobiernos y bancos centrales. Los gobiernos, que se supone son del pueblo y para el pueblo, rutinariamente imponen deudas al pueblo. Muchos gobiernos incluso piden dinero prestado para oprimir a sus ciudadanos, y luego obligan a los ciudadanos a que paguen por su propia opresión y con interés. Con el sistema monetario de banca de reserva fraccionaria, el cielo es el límite para la cantidad de deuda que un gobierno puede colocar sobre las espaldas del pueblo.
Hemos llegado al punto en Estados Unidos donde la deuda que nuestro gobierno ha acumulado en contra de nosotros es matemáticamente imposible de pagar. Vienen tiempos difíciles, probablemente debido a una repentina hiperinflación. El tsunami llegará pronto a nuestras calles y tengo miedo de cómo van a reaccionar los norteamericanos. Mi esperanza es que se reunirán con toda tranquilidad y nos ayudaremos unos a otros. Espero que estemos todos conscientes de que la culpa es de forma segura sobre los hombros de la Reserva Federal y los intereses especiales. A Ellos no debemos mirar para la salvación. Ellos no deben tener más poder. Al contrario, deben ser despojados de las facultades que les permitieron crear esta “crisis”, este desastre de país, desastre de mundo, en primer lugar.
La resistencia, por parte de los banqueros centrales, a la transparencia pública en relación con la deuda pública, debe ser denunciada en los términos más enérgicos. Y los banqueros centrales que ocasionaron la deuda pública deben ser vistos sencillamente como ladrones de identidad comunes.