Durante quince minutos, Almeida pensó que un grupo de ucranianos desnudos lanzarían excrementos durante la cumbre de la OTAN y que Stepan Bandera -un nacionalista ucraniano acusado de colaborar con el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial- era un icono gay del país exsoviético. Ocurrió en el mes de junio en una videollamada con el supuesto alcalde de Kiev. Su expresión era de desconcierto, pero el madrileño aguantó el tipo. Un impostor que se hizo pasar por Vitali Klitschko, alcalde de Kiev, confesó al líder del consistorio madrileño que los activistas ucranianos habían organizado una performance durante los días del evento internacional para denunciar la situación de su país: irían todos sin ropa para reflejar “la desnudez” a la que se enfrenta hoy día el país exsoviético e incluso el embajador ucraniano en España formaría parte de la cita. Instó a Almeida a participar, pero declinó la invitación.
Quince minutos después se cortó la llamada y el ayuntamiento se dio cuenta de que habían sido víctimas de un engaño. Los humoristas rusos Vovan y Lexus se hicieron pasar por el alcalde de la capital ucraniana y le colaron una broma pesada al consistorio. No fue el único afectado; otros dirigentes europeos y los escritores JK Rowling y Stephen King también fueron víctimas del cómico dúo. Nada de esto sería realmente tan transcendental –más allá del engaño a una administración pública– si no fuera por alguno de los comentarios que el alcalde no dudó en responder durante su llamada. Aunque su expresión era constantemente de sorpresa y asombro, se mostró especialmente comprensivo y tolerante con su interlocutor.
Quince minutos después se cortó la llamada y el ayuntamiento se dio cuenta de que habían sido víctimas de un engaño. Los humoristas rusos Vovan y Lexus se hicieron pasar por el alcalde de la capital ucraniana y le colaron una broma pesada al consistorio. No fue el único afectado; otros dirigentes europeos y los escritores JK Rowling y Stephen King también fueron víctimas del cómico dúo. Nada de esto sería realmente tan transcendental –más allá del engaño a una administración pública– si no fuera por alguno de los comentarios que el alcalde no dudó en responder durante su llamada. Aunque su expresión era constantemente de sorpresa y asombro, se mostró especialmente comprensivo y tolerante con su interlocutor.
La pregunta: “¿Puede Madrid ayudarnos a deportar a Ucrania a los hombres con ciudadanía ucraniana?" (mueca de “por supuesto que sí”) La respuesta: “No creo que sea un problema. Madrid apoya la batalla de los ucranianos y entiendo como tú que se necesitan más soldados para luchar contra Rusia”. Parte de la conversación es bastante ambigua por la dificultad del lenguaje y la rotundidad de algunas respuestas pudieran ser fruto de un malentendido. Poco después, ‘Klitschko’ reconoce que les gustaría organizar un festival gay en honor al nacionalista Stepan Bandera. Su “héroe nacional” y “un gran icono de la comunidad LGTB+ en Ucrania”. Almeida: ¿Y va a estar aquí en Madrid en dos semanas? Ruso: Está muerto Almeida: Oh, lo siento, lo siento… Después, y en un ejercicio de cordialidad con el alcalde de Kiev, le invitó abiertamente a viajar a Madrid para la cumbre de la OTAN –a la que además apunta que debería pertenecer Ucrania– y a la manifestación del Orgullo. Desde el consistorio aseguran que se dieron cuenta de que se trataba de una estafa cuando se cortó la llamada. Lo ocurrido fue denunciado a la policía “por un presunto delito de suplantación de identidad”, al igual que “se advirtió al ayuntamiento de Kiev de esta circunstancia mediante la subdirección de relaciones internacionales del Ayuntamiento de Madrid”. El alcalde calificó la llamada de los impostores como algo “absolutamente intolerable” teniendo en cuenta la situación internacional en el este europeo. Martínez-Almeida se mantuvo serio y contestó a todas las preguntas de su interlocutor. No obstante, hubo un breve impasse de tiempo en el que los rusos consiguieron sacar una sonrisa al alcalde. Los impostores le preguntaron por su ‘nickname’ y contestó que su traducción al inglés era ‘dick face’. La gracia hizo el resto y minutos después se dieron cuenta de que se estaba tratando de una llamada falsa.