Estoy viendo yo aqui a muchos "expertos" de pelea de calle que hablan como si no hubieran visto una pelea real en su vida.
En la calle no hay árbitro, ring, ni reglas, tan solo tu preparación, tiempo y suerte:
La preparación para tener la estrategia de la supervivencia, valorar si no te queda otro remedio que pelear, y tomar la decisión antes de que tu agresor se te adelante; tener la habilidad desarrollada para adaptarte y contrarrestar a tu agresor antes de que sea consciente de que lo estás haciendo.
Tener en cuenta el tiempo de reacción de los colegas de tu agresor, que van a tratar de intervenir, o bien perseguirte y rodearte para desahogar su rabia y su cobardía, y eso es lo que hay que evitar, en pro de la supervivencia. Es una barbaridad plantarte a dar y encajar golpes con tu adversario como si se tratase de un combate de boxeo, precisamente porque no cuentas con el factor tiempo, que antes he dicho.
Tienes que reducir o neutralizar a tu agresor en el menor tiempo posible, porque tal vez tengas que pelear acto seguido con algún amigo o primo suyo que va con él, y no puedes arriesgarte a fallar golpes vacíos, tirar patadas al aire, o en el peor de los casos, resbalar o que te tiren al suelo; entonces ya puedes rezar para ser capaz de levantarte y mantener la guardia en alto al mismo tiempo.
En la calle no son solo los puños o los pies, sino todo lo que te rodea; el móvil, un bolígrafo, una silla, un vaso, lo que sea, porque probablemente tu agresor no tenga ninguna piedad contigo.
He visto peleas muy violentas, incluso algunas que no quisiera recordar. He visto en treinta eternos segundos como se pasa de lo "normal" a ver el caos y la violencia mas inimaginable, casi siempre con el factor común de ver los clásicos agarrones, puntapiés y puñetazos abiertos típicos de todas las peleas, hasta botellas volando, navajazos, taburetes, etc .. etc .. y etc ...
Yo voto por la máxima eficacia en un enfrentamiento "relámpago", donde una vez tomada la decisión de pelear, actuar con extrema rapidez y desaparecer de inmediato; quedarse a la espera no es de valientes, sino de suicidas.