Perdonad que resucite esto, pero Sala i Martin ha colgado ayer en facebook una nota bastante interesante sobre la innovación. Cito sin cursiva para no molestar a la vista:
Dos mitos sobre la competitividad
"Dos grandes mitos oscurecen el debate sobre la competitividad de las naciones. El primero es que ser competitivo equivale a ser más barato. Todos hemos escuchado a analistas decir que se necesitan “devaluaciones competitivas” que abaraten la moneda de un país para fomentar así las exportaciones y la industria nacional. ¡Eso es un gran error! La competitividad basada en ser más barato acaba muriendo del propio éxito: si haces las cosas bien, creces. Si creces, suben los salarios. Si suben los salarios, también lo hacen los costes por lo que dejas de ser competitivo.
Cuando no puedes hacer las cosas más baratas que los demás, tienes que pasar a hacer las cosas mejor. Pero incluso eso no es sostenible porque si sigues haciendo las cosas bien, los salarios y por ende los costes siguen subiendo hasta que no pueden ser compensados por el diferencial de calidad.
Y cuando uno no puede hacer las cosas más baratas que los demás ni mejor que los demás, a uno sólo le queda una alternativa: hacer cosas distintas a los demás. Cosas nuevas. Es decir, a la larga, la competitividad no se basa en los costes sino en la innovación. No hay más.
Lo que nos lleva al segundo gran mito: para ser competitivo hay que hacer investigación y desarrollo (I+D) en unos sectores que el estado ha decidido que son prioritarios (normalmente telecomunicaciones o la biotecnología aunque en los últimos años se han puesto de moda los sectores verdes y renovables). Eso es otro gran error.
Para que un invento tenga efectos sobre la competitividad, tiene que ser implementada empresarialmente. Una tesis doctoral que acaba almacenada en los sótanos de alguna biblioteca puede avanzar nuestros conocimientos, pero ni aumenta la productividad de los trabajadores ni genera crecimiento económico. Si uno estudia las grandes ideas empresariales de las últimas décadas, uno se da cuenta de que ha habido avances en sectores milenarios como el circo (Cirque Du Soleil), el vestido (Zara), los muebles (Ikea), el vino (todo el sector en Australia) o el café (Nespresso o Starbucks).
Eso no quiere decir que el I+D en sectores punta no sea importante, pero sólo el 8% de las ideas empresariales provienen de científicos a través del I+D formal. El 92% de las ideas empresariales provienen de los trabajadores (Amancio Ortega de Zara era un vendedor de camisas antes de crear Inditex), estudiantes (Mark Zuckerberg, creó Facebook siendo estudiante) o incluso artistas callejeros (como Guy Laliberté, el creador de Cirque du Soleil). Es decir, todos los países y todos los sectores pueden y deben innovar para progresar.
La política de competitividad, pues, ni debe confinarse a los países ricos que tienen grandes centros de I+D, ni debe favorecer sectores escogidos por el gobierno, ni debe priorizar la educación de los mejores estudiantes con potencial para ser científicos. Al contrario. Debe sustentarse en dos pilares. El primero es la educación moderna para la totalidad de la población. Digo moderna porque debemos abandonar la tradicional memorización para fomentar la creatividad y el espíritu crítico. Y digo la totalidad de la población y no las élites porqué los innovadores no van a ser las científicos sino los trabajadores, los estudiantes o incluso los saltimbanquis de la calle.
El segundo pilar sobre el que basar la competitividad es la implementación: el estado debe asegurarse que a los ciudadanos de a pie que tienen ideas les es fácil implementarlas a base de crear nuevas iniciativas empresariales. Para ello hay que crear un entorno regulador eficiente compatible con la libre empresa, unas infraestructuras modernas, un sistema financiero que financie ideas “extrañas” y un mercado laboral flexible que permita a los trabajadores adaptarse a las nuevas ideas."