Un buen comienzo pasa por tratar de evitar los locales con medidas cúbicas (iguales valores de ancho, alto y profundidad) porque facilitan la aparición de modos, es decir, frecuencias en las cuales la sala resuena. En un local de dimensiones cúbicas existe un amontonamiento de resonancias muy próximas a determinadas frecuencias, mientras que en otras con dimensiones distintas entre sí, las resonancias propias se distribuyen de una manera mucho más suave. Si se parte de un local donde la distribución del sonido es lo más uniforme posible, el acondicionamiento acústico será más sencillo.
La opción "cajas de huevos por todas partes" sólo sirve para rebajar el tiempo de reverberación, pero no aísla el recinto de sonidos procedentes del exterior y, ni mucho menos, se evitará que nuestro "ruido" salga a la calle.
Hay que tener en cuenta la instalación de ventiladores (incluyendo los incorporados en los sintetizadores y ordenador), aire acondicionado y demás elementos mecánicos móviles, porque, una vez colocados, el ruido que producen no se puede evitar (cubrirlos es una locura, aunque se han dado casos... de pérdida integral del equipo). Lo mejor es evitar los productos de baja calidad. Un ventilador ruidoso es una causa directa de neurosis y pérdida de inspiración.
Si el estudio es muy pequeño, pueden aparecer ondas estacionarias de gran magnitud separadas ampliamente entre sí, debido a que la trayectoria que debe recorrer un sonido entre una reflexión y otra es muy corta. El resultado es que algunas frecuencias se refuerzan y se escuchan por encima del resto. Este problema se soluciona mediante una buena absorción de las paredes, de manera que se consiga una buena compensación en la respuesta acústica que ofrezca una distribución uniforme en todo el rango de frecuencias, de manera que pueda disfrutarse un buen balance tonal. El mínimo razonable para montar un buen estudio teniendo en cuenta todas las exigencias y posibilidades del mismo, es de 80 m3 de volumen. Además, si el espacio es muy pequeño, añadir materiales aislantes, puede transformar el local en una madriguera, puesto que se reduciría el espacio alrededor de metro y medio.
Los niveles máximos que pueden aceptarse en cuanto a tiempos de reverberación y niveles de ruido, oscilan entre los 0,03 segundos (en una gama de 500 - 4.000 Hz) y 15 -20 dB. Por encima de estos niveles, el estudio no se va a convertir en un campo de batalla, pero son factores a añadir al conjunto de incomodidades de nuestro lugar de trabajo.
Un buen método para evitar sonoridades indeseadas consta en reducir la geometría del local, de manera que se minimicen al máximo las superficies paralelas. Las ondas estacionarias se producen a cualquier frecuencia cuya longitud de ondas se encuentre relacionada con las dimensiones de las superficies paralelas de la habitación, de manera que los picos y valles de las reflexiones coinciden para reforzarse unos a otras. Con estos ángulos se conseguiría que los rebotes se produjesen en superficies diferentes a los que, normalmente, se encontrarían enfrentados y desaparecerían las ondas estacionarias. En los techos se puede optar por una serie de desniveles sucesivos, dada la complejidad (y elevados costos) que supondría la variación de la geometría propia de los mismos.
Existen varios tipos de materiales aislantes con diversos niveles de efectividad (paneles de espuma, lana de roca, poliestireno, etc) y diversos precios. Cuanto más profesional, más costoso, lógicamente. Algunos hay que combinarlos con otros elementos (cortinas, tabiques falsos, corcho, etc, porque su superficie puede dejar una reverberación adicional) pero, en general, la capacidad de absorción suele ser, a partir de 80 dB en adelante.
Si el estudio ya está montado, lo que podemos hacer es neutralizar al máximo las sonoridades propias de la sala además de las que puedan generar unos monitores poco adecuados, mediante un analizador de espectro. Se empleará el método prueba error analizando diversas configuraciones del ecualizador en el mayor número de frecuencias posible. Las que aparezcan exageradas se atenuarán con el ecualizador y se comprobará el efecto de este cambio sobre el resto de frecuencias. Una vez terminada la tarea, la configuración del estudio reflejará una respuesta de frecuencias bastante lineal, imprescindible para afrontar con seguridad la mezcla de los temas.
Para llevar a cabo un proyecto de insonorización, debe tenerse en cuenta incluso la estructura de la edificación donde está ubicado el local. No merece la pena colocar gruesos cristales con junta de neopreno y placas aislantes en las paredes (cerca de 5.000 ptas. el metro y medio cuadrado) si luego, el sonido va a viajar por los pilares hasta las viviendas o locales colindantes.
Si utilizamos grandes amplificadores para guitarra, necesitaremos también un espacio de dimensiones considerables para poder captar con los micrófonos el entorno acústico que son capaces de crear.
Las luces fluorescentes o reguladas, generan unos zumbidos e interferencias que incluso se filtran por los enchufes y de allí pasa al equipo y todo se convierte en masa y luego no hay quien limpie el sonido (es mejor evitar este problema que tener que emplear algoritmos de limpieza de corriente estática o DcOffset). De igual modo, debe tenerse cuidado con aparatos tales como ventiladores, sistemas de aire acondicionado, incluso antenas de telefonía móvil cercanas o emisoras de radio.
(http://www.angelfire.com/ct2/deusmedixit/Insonorizacion.htm)