El problema, más que en quién es el jefe del Estado, está en la democracia.
Tenemos una falsa sensación de elección de nuestros representantes políticos. Digo falsa porque o bien son elegidos por el propios sistema del partido, o hacen listas plancha como en Podemos. Nosotros, por ejemplo, tan solo vamos a darle el sí a la lista por nuestra provincia para las elecciones generales.
¿Está es la gran democracia en la que vivimos?, auténticas dinastías familiares en todos los partidos políticos, corrupción a mansalva pudiéndose establecer ellos mismos subidas de sueldo sin ningún tipo de control, dietas, cobrar de más de dos puestos políticos a la vez: senador y alcalde, por ejemplo. Una auténtica élite, o como Podemos los llamaba antes de ser como los que criticaban pero soñaban con llegar a ser, la “casta”.
Estamos embotados. Nuestra sociedad está apagada, ves zombies en vez de personas por la calle esperando las migajas que este sistema ofrece en formato black friday, dónde las ideologías se han reducido a 144 caracteres.
Generaciones mutilidas sin futuro viviendo el aquí y ahora como un mantra, como si fueran a ser eternos jóvenes. Viven vidas carentes de sentido, de significado, por lo tanto se suicidan en una sociedad que vive desquiciada. Una sociedad que no se hace eco, porque sería admitir el fracaso del sistema, de que la tasa de suicidios supera por largo a la de muertos en carretera y la noticia no abre ningún telediario, no se hacen mega campañas contra el suicidio. En fin.
Tal vez, como he dicho, el problema sea de base. No tanto de quedarnos en la punta del iceberg de ver quién es el jefe del Estado.