Los católicos y protestantes han vilipendiado a nuestros dioses y sabios. Han engañado, arriba, a nuestros emperadores y ministros y, abajo, han oprimido al pueblo chino… Los chinos convertidos al catolicismo han conspirado con los extranjeros, destruido las imágenes de Buda; se han adueñado de los cementerios de nuestro pueblo. Esto ha irritado al cielo.
Estas palabras pertenecen a un panfleto del movimiento nacionalista Yigetuan, conocido por los europeos como Boxer, y es una muestra de las controversias entre China y las naciones de Occidente en los siglos XIX y parte del XX. En 1900 el movimiento Yigetuan (Sociedad de Justicia y Armonía) se sublevó contra la presencia y actividades de las grandes potencias occidentales.
Para los historiadores occidentales esta etapa china es considerada una revuelta xenófoba antieuropea. Para los chinos, sin embargo, fue un movimiento nacionalista sin precedentes contra la agresión y el reparto que siguió a la guerra chino-japonesa de 1894.
Extranjeros en China
La derrota china en la citada guerra contra Japón de 1894, con la posterior firma del tratado de Shimonoseki (1895), produjo profundos cambios en Asia. Los chinos habían sido muy autosuficientes y, durante siglos, mantuvieron alejados de su territorio a los comerciantes occidentales. Sólo se realizaban transacciones económicas en Cantón.
Las guerras del Opio habían roto esta situación a mediados del siglo XIX y ahora, con el tratado de Shimonoseki, el tradicional aislamiento chino se vería más perjudicado. Gracias a los derechos obtenidos por Japón, los occidentales podrían comerciar y tener fábricas en suelo chino. Numerosas empresas extranjeras se instalaron en China y bancos ingleses, alemanes y japoneses dieron préstamos al gobierno Ching, llegando a controlar sus finanzas. Invirtieron en ferrocarriles y minas y emitieron papel moneda propio, a la vez que controlaban y monopolizaban el mercado de divisas.
Entre 1896 y 1898 el territorio chino quedó delimitado en zonas de influencia: las áreas del norte de la Gran Muralla para la Rusia zarista; el valle del río Yantgse para Inglaterra; Shantung para Alemania; Fuchien para Japón; y la mayor parte del Yunan, Kuangtun y Kuangsi para Francia.
Estos privilegios comerciales y políticos enardecieron a los chinos. El comercio extranjero con buques de vapor desfavoreció a los juncos chinos.
Por otro lado, se consideraba que los servicios de ferrocarriles y telégrafos eran hostiles a los espíritus del aire y del agua, y que perturbaban a los antepasados en sus tumbas. Y cuestión aparte era el tema de los misioneros blancos; autorizados a residir y predicar en las ciudades del interior, pero que no pocas veces acababan actuando como agentes de sus respectivas naciones.
En 1896 la Tatao-jui (Sociedad de la Gran Cimitarra) encendió la llama de la lucha antirreligiosa (contra occidentales y cristianos en general) en los distritos de Tsaosien y Sansien. Entre 1897 y 1899 la revuelta se extiende a otros distritos y, entonces, se produce el levantamiento del movimiento Yijetuan (los Boxer) en la provincia de Shantung.
Los Yijetuan eran una organización popular de carácter místico, cuyos miembros gozaban de gran fama por el ejercicio del arte tradicional militar chino. De ahí el nombre por el que les conocían los occidentales: Boxer. En los primeros años del siglo anterior habían realizado actividades contra la dinastía manchú de los Ching y, con la llegada de los occidentales, dejaron la clandestinidad.
Principalmente eran campesinos, artesanos, mendigos, mercaderes y arrieros terrestres o fluviales, así como comerciantes ambulantes. Carecían de una organización unificada y el núcleo básico era el Tan (altar), constituido por jóvenes, adolescentes y algunas mujeres.
Las primeras acciones de los Boxer en el Shantung desencadenaron una sangrienta represión por parte del Gobierno Ching, llegando a tener que dimitir el gobernador por falta de dureza y siendo sustituido Yu Sien, un afamado verdugo de la corte. Las hambrunas que azotaron Shantung en 1899 contribuyeron a la radicalización. Miles de campesinos empezaron a sumarse a la revuelta.
Los agentes diplomáticos extranjeros acreditados en Pekín presionaban al Gobierno para que tomara medidas adecuadas contra la violencia que crecía por días. En 1900 la lucha continuaba en todo el Shantung. El ejército chino se había visto obligado a incrementar en 20.000 hombres sus efectivos, así como a contar con la colaboración de tropas alemanas y de núcleos de población cristiana armada, sin lograr resultados. Los Boxer trasladaron en la primavera de ese año el grueso de su ejército a la colindante provincia de Chili, extendiendo aún más la revuelta.
Los incidentes de Pekín y Tientsin
Tras entrar en la provincia de Chili, se dividieron en dos columnas: una marchó a lo largo del gran canal hacia Tientsin y la otra, siguiendo la línea del ferrocarril, hacia Pekín. La primera de estas fuerzas fue destrozada por las tropas imperiales, viéndose obligada a retroceder. La segunda columna también fue atacada, pero logró abrirse paso hasta Peyengtien, ocupando varias ciudades y villas en su avance.
Mientras, las potencias presionaban a la corte de la Emperatriz Viuda.
El objeto de la presión era que frenara a los Boxer, llegando incluso a amenazar con una intervención directa. Bajo esta presión, el general Yang Fu-tung recibió orden de presentar batalla, siendo derrotadas las tropas imperiales en Shiting el 22 de mayo de 1900. Para entonces, la Yijetuan contaba ya con más de un millón de seguidores. El 27 de mayo fue ocupada la ciudad de Chouchou, punto estratégico básico en la defensa de la ciudad imperial. La Guardia Imperial fracasó en el intento de recuperarla. Las vías férreas fueron cortadas y los Boxer llegaron a Pekín, donde el odio hacia los extranjeros empezó a alcanzar cotas muy elevadas.
Odiamos profundamente los tratados que perjudican al país y traen calamidades al pueblo. Los altos funcionarios traicionan a la nación; los bajos les siguen el juego. El pueblo es injuriado, pero no halla desagravios.
En pequeños grupos los Boxer entraban día y noche a Pekín. Armados con espadas y lanzas, con turbantesy cintos rojos, con zapatos y calcetines ribeteados del mismo color.
En junio la ciudad entera estaba en sus manos. Acamparon en los palacios imperiales, oficinas gubernamentales y las residencias de ricos y nobles locales. Su ira se volcaba sobre los occidentales, que se vieron obligados a atrincherarse en el barrio de las legaciones y en la catedral de Petang.
Mientras, los acontecimientos en Tientsin también se recrudecían. Esta ciudad era el mayor puerto del norte de China y había sido abierto por la fuerza al comercio exterior. En su zona portuaria se concentraban bancos, casas mercantiles, almacenes, fábricas e iglesias, constituyendo la zona de base de penetración europea en el país.
A pesar de la derrota que sufrieron los Boxer y les obligó a retroceder en su avance a la ciudad, este puerto básico también acabó siendo controlado por ellos. En dos o tres meses toda la zona de Pekín y Tientsin había sido arrasada y limpiada de extranjeros por los xenófobos (para unos) y nacionalistas (para otros). En el verano de 1900 ambas ciudades estaban virtualmente bajo control del movimiento Yijetuan, y esto provocó más incidentes en otros lugares. Por ejemplo, en Fengtien fueron quemadas todas las iglesias europeas, actividad que se extendió rápidamente.
Seguramente os preguntaréis, ¿qué hacieron las grandes potencias ante esta situación? Hay que tener presente que, si este movimiento triunfaba, tendría repercusiones para todas las colonias de Asia y África. Pero, al tiempo que esta amenaza crecía, también surgía la oportunidad de obtener aún mayores privilegios en China si se lograba abortar la revuelta.
En enero y marzo de 1900 los representantes de Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia presentaron al gobierno Ching notas exactamente iguales, exigiendo el sometimiento de la Yigetuan. En abril, buques de guerra de las potencias anclaban en el puerto de Taku. El gobierno Ching no estaba en condiciones de acabar con los Boxer. Los embajadores y cónsules apremiaron a sus gobiernos a que enviaran tropas a Pekín para hacerse cargo de la situación. El 30 de mayo de 1900 los ministros acreditados en China de de Inglaterra, Estados Unidos, Rusia y Francia, fueron al Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno Ching y le manifestaron lo siguiente: el cuerpo diplomático ha decidido traer tropas para su defensa en Pekín, independientemente de la actitud del Gobierno chino, y le aconseja acceder a fin de evitar ulteriores y extraordinarias consecuencias. Al día siguiente, varios cientos de soldados de varias nacionalidades llegaban en un tren especial a Pekín para engrosar las guarniciones de las legaciones.
La situación en la capital, así como en Tientsin, había llegado al enfrentamiento abierto. Por ello, el 10 de junio una columna de unos 2.000 hombres salió hacia Pekín al mando del almirante inglés E.H. Seymour, pero fueron rechazados a medio camino y obligados a refugiarse en Tientsin.
Almirante Seymour
Mientras, la corte imperial se debatía en un mar de dudas. Los miembros de la Yijetuan eran ya más de 10 millones en toda china y estaban fuera de control. La emperatriz procedió a agrupar al mayor número de soldados fieles a su alrededor en Pekín.
El 17 de junio, con la toma de Taku, las potencias demandaron, entre otras cosas, la vuelta al poder del joven emperador (recluido por orden de su madre, la actual regente). Esta petición era para la corte imperial imposible de conceder. La emperatriz dijo al respecto: Las naciones extranjeras osan intervenir en los asuntos internos de mi gobierno. Si esto se tolera, ¿qué habrá de tolerarse todavía?
Se convocó una conferencia ante el trono para discutir las posibilidades de una declaración de guerra a las ocho potencias. Pero, si no se había podido triunfar sólo contra Japón, ¿cómo era posible una victoria en un conflicto así? Tras dos días de conversaciones, no se llegó a ninguna solución.
Los acontecimientos se precipitaron. Taku había caído y los aliados avanzaban hacia Tientsin, donde las concesiones extranjeras eran atacadas continuamente. A esto se unió el asesinato del embajador alemán en Pekín, el barón Ketteler, lo que desencadenó la lucha abierta contra las legaciones en toda la ciudad .
Klemens von Ketteler
Años más tarde, la Emperatriz Viuda escribió sobre estos acontecimientos en en sus memorias: En aquel entonces, ellos -los Boxer- ya tenían mucha fuerza y eran numerosos. Dentro y fuera de palacio reinaba el alboroto. Sólo con lanzarse una mirada todos, con sus turbantes, entraban y salían de la ciudad sin que fuera posible distinguir quiénes eran bandidos y quiénes no. En esos momentos, los eunucos y los guardias se mezclaban con ellos y las cosas llegaban a tal punto que yo misma no podía tomar decisiones. Si yo no hacía concesiones en algunas partes para tranquilizarlos, si en otras no los reprimía para que tuvieran algún respeto por mí, nadie podía prever la catástrofe que hubiera resultado una vez que el tigre de papel fuera pinchado. Incluso al emperador le era necesario desafiar el peligro.
La Emperatriz Viuda, al fin, decidió declarar la guerra a las ocho potencias, para evitar ser blanco del odio de la población. Esta forzada declaración de guerra intentó ser contrarrestada con maniobras diplomáticas para que los gobiernos occidentales entendieran esta postura. Por ejemplo, el envío al ministro residente británico de cuatro carretas de verduras y cuatro de fruta de parte del Ministro de Asuntos Exteriores chino.
El plan de Garantías Mutuas
Mientras el gobierno Ching, teóricamente, declaraba la guerra, funcionarios locales colaboraban abiertamente con las tropas de las ocho potencias en la construcción del Plan de Garantías Mutuas.
La ocupación de Tientsin por los rebeldes conllevó una acumulación de productos en Shangai que tenían que ser vendidos a bajo coste. Los sistemas crediticios se habían roto y Gran Bretaña fue la primera potencia en alarmarse. El valle del Yangtse estaba bajo su esfera de influencia y en él se encontraban las mayores inversiones y los principales abastecimientos de artículos importados. Con el fin de garantizar estos intereses, Londres autorizó a dar garantías a los gobernantes de Jankou y Nankin, surgiendo así el Pacto de Garantía Mutua para el sur y el este entre sectores locales chinos e Inglaterra.
Las otras potencias se vieron lesionadas por este logro británico. Estados Unidos manifestó que la región no podía ser sólo defendida por Gran Bretaña. Alemania reclamó una apertura de puertas en la región y Francia amenazó con la anexión a sus posesiones de Indochina de tres provincias, si Inglaterra continuaba en solitario.
A finales de junio las ocho potencias dieron forma al Pacto de Garantías Mutuas. Esto debía preservar casi la mitad del territorio chino de la devastación de la guerra en defensa de los intereses de los occidentales. Los primeros intentos del almirante Seymour (jefe de las tropas aliadas) de llegar a Pekín por tren fracasaron y teniendo que retirarse a Siku, a las afueras del puerto. Sitiado en esta posición, tuvo que ser rescatado por un contingente de 2.000 hombres que tardó 2 semanas en recorrer 60 km de vía férrea.
Finalmente, Tientsin fue liberada el 14 de julio y estableció un gobierno provisional que duraría hasta agosto de 1902. En Pekín se cerró el barrio de las Legaciones y se prohibió el paso a los chinos, siendo el ministro inglés el comandante en jefe y continuando las disputas.
La represión y el protocolo de 1901
En los momentos más duros para las fuerzas sitiadas que trataban de resistir en las embajadas, la Emperatriz mandó proteger a las legaciones, suministrándoles alimentos y vendiéndoles munición. La corte ordenó la salida de Pekín de las tropas que asediaban las legaciones con el pretexto de enfrentarse a los invasores y la Yijetuan se vio obligada a levantar el asedio que duraba ya 56 días en las legaciones y 63 en la catedral.
El 2 de agosto, 40.000 hombres japoneses, británicos, americanos (por el flanco izquierdo), franceses, rusos, alemanes, austríacos e italianos (flanco derecho), iniciaron la marcha hacia Pekín a lo largo del Gran Canal. Tras dos batallas llegaron a la ciudad imperial el 12 de agosto de 1900. La Emperatriz Viuda huyó y dio orden de aniquilar a los Boxer, pidiendo a las fuerzas occidentales que colaboraran con los soldados imperiales en la tarea.
La victoria trajo un periodo de saqueos por parte de las tropas aliadas, expresamente legitimado en Pekín por medio de una orden que permitió el pillaje durante tres días. Muchos objetos de valor fueron trasladados a Europa o a Japón.
Tras la caída de Tientsin, la Emperatriz imploró la paz públicamente. Envió delegaciones a todas las cortes europeas, siendo ignoradas. El objetivo final de las potencias era el reparto de China gobernando China a través de los chinos. El gobierno chino presentó un proyecto de Tratado de Paz pero no se firmó éste, sino uno presentado más tarde por los (en total) 11 países invasores; los ocho ya citados más España, Bélgica y Holanda. El 27 de diciembre de 1900 China firmó un Tratado en el que se comprometió a:
Entregar una indemnización de 450 millones de liang de plata a pagar en 39 años. Con los intereses, la cantidad ascendía a 982 millones. Tamaña suma sería pagada por las aduanas marítimas de toda China, que pasaban a ser administradas por los aliados.
La desmantelación de todas las fortalezas entre Taku y China, la guarnición por parte de las tropas aliadas de la vía férrea de Pekín y la conversión de Tientsin en una base militar aliada.
El barrio de las legaciones sería una especie de Estado dentro del Estado. Los chinos no podrían entrar y habría fuertes guarniciones de las potencias.
Todos los funcionarios que hubieran apoyado a los Boxer serían destituidos. Se prohibirían los movimientos y sociedades secretas y nacionalistas, así como los exámenes para el funcionariado y el ejército durante 5 años en los lugares en los que hubo rebelión.
Tras esto, el barrio de las legaciones se convirtió en un gobierno colonial efectivo, aunque la dinastía y la Emperatriz Viuda conservarían el poder nominal. Habría que esperar medio siglo para que la nación más poblada del mundo tuviera un gobierno libre de intromisiones extranjeras.
El recuerdo de la revuelta en la China actual
Como comentaba al principio, dependiendo de los historiadores, este episodio es tachado de xenófobo o de patriótico. El gobierno chino se inclina claramente por esta segunda visión. Como dato, en enero de 2006 el suplemento semanal Freezing Point, perteneciente al periódico China Youth Daily, fue clausurado por incluir un ensayo de Yuan Weishi (profesor de Historia de la Universidad de Zhongshan) en el que se criticaba el tratamiento que se daba en las escuelas chinas a la rebelión bóxer y las relaciones entre China y los poderes extranjeros en general durante el siglo XIX.
Recreaciones en la gran pantalla y fuentes
55 días en Pekín (punto de vista occidental)
Pa kuo lien chun aka Bloody avengers (punto de vista boxer)
- Fuentes principales: artículo del historiador Luis Eugenio Togores Sánchez del año 1988 y Wikipedia.
Espero que, a los que hayáis llegado hasta el final, os haya gustado.