Esto es la historia de las víctimas y la desaparición de 3 pueblos con mil años de historia en el pirineo aragonés por un pantano sobre el papel.
Primero una breve historia de los 3 pueblos.
Jánovas
Lacort
Lavilla
Música sobre Jánovas para amenizar, hay multitud de temas que hacen referencias a Jánovas en muchas canciones populares de Aragón.
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La historia Citaré testimonios que aparecen en el libro que puse la portada arriba.
Ya en 1917 surgió la idea de la construcción de un embalse en el cauce del Ara , durante años quedo arrinconada hasta 1950 que se proyectó una obra mastodóntica que supuso la expropiación y expulsión forzosa de 150 familias de los pueblos de Jánovas, Lavelilla y Lacort, a orillas del río Ara, en Huesca, aunque también se vieron afectados Albella, Ligüerre de Ara, Javierre de Ara, Santa Olaria y Burgasé
Iba a ser un enorme pantano para producir electricidad, pero el Estado obligó a la empresa concesionaria Iberduero (hoy Iberdrola) a destinar parte del agua a los regadíos de la comarca de Monegros. Esta decisión no gustó a la eléctrica porque reducía sus expectativas de beneficios. Sin embargo, finalmente fue aceptada como única manera de contar con los fondos públicos para la construcción de la presa.
Para ponerse en antecedentes sobre Iberduero en el Sobrarbe, el testimonio de José María Santos, maestro de Guaso, (p 42).
Iberduero era una empresa que dominaba esta comarca completamente, no sólo por Jánovas, sino por todo el complejo hidroeléctrico del Alto Cinca, de 19 embalses interconectados hechos ahí, tenía un poderío tremendo. Eso son empresas casi de tipo colonial. Yo he conocido al maestro de Lafortunada, que cobraba un sobresueldo de la empresa, como lo cobraba el cura, como lo cobraba el médico, que era de la empresa y no del Estado
A principios de la década de 1960 se iniciaron las expropiaciones y unos años después, ante la negativa de algunos de ellos a marcharse, la empresa empezó a dinamitar las casas vacías sin tomar ninguna medida de seguridad para proteger la integridad de las personas que aún residían en los pueblos, niños entre ellos.
Andrés Bail, fue alcalde de Jánovas entre 1958 y 1961, comenta cómo se tasaron las expropiaciones, por el ingeniero del catastro de Huesca (pp 50-51).
Así que se hizo las valoraciones él: a tanto la hectárea de regadío, a tanto la de secano, y lo más malo, matorral... en fin, sus precios, lo que él quiso. Pagó lo que le pareció. Y no admitieron otra cosa. Nada más no se pudo hacer. En vista de que con él no podíamos hacer nada, bajamos tres veces con dos vecinos, con Rufas y otros, los que más tierra teníamos, a Huesca a hablar con el gobernador. Pero no nos recibía. Al final nos mandó a hablar con un abogado, un tal Bolea Foradada, que me parece que estuvo en Zaragoza de presidente, y él nos dijo: "Ustedes aquí tienen poco a hacer; lo único, que el señor que juzgue sus cosas sea de mejor trato o peor trato, y les trate más bien, o más mal". Y Franco no admitía tampoco nada, porque la Guardia Civil tenía entonces muchas narices, que le pegaban dos hostias a cualquiera y se las tenía que tragar.
Félix Buisán, antiguo vecino, era un niño en la época de la dinamita, 1963, cuyo uso ha negado Iberdrola (pp 59). Espectáculo tan gratificante era contemplado desde lo alto y bien protegidos, por los ingenieros de Iberduero y sus familias. Por supuesto que no avisaban de cuando empezaba la función. Cómo lo dejarían que en Jánovas se rodó una película ambientada en Kosovo. Aderezado con el destrozo de cosechas.
Llegaban a caer piedras hasta en la carretera, que está a un kilómetro. Y en el pueblo se rompían los cristales, se jodían los tejados todos, se nos apagaban las luces... Los críos pasábamos mucho miedo; y los padres por el estilo. Sentías "¡bum!", "¡bum!", que caían las piedras. "Hostia, esta vez nos ha caído una"; y a la siguiente, "esta vez no; ha habido suerte". Era como una guerra: ha caído una bomba aquí, la otra más allá... Estabas siempre con esa tensión, de si te daban en tu casa o te librabas; y luego, cuando acababan, salías a ver cómo les había ido a los vecinos, y que tejados iba a haber que arreglar.
Debido a la prohibición de la inspección provincial de Huesca de clausurar la escuela de Jánovas mientras hubiera niños, la empresa decidió cerrarla por su cuenta y el 4 de febrero de 1966 un operario de Iberduero derribó la puerta, sacó a la maestra de los pelos y a patadas a los niños, que corrieron a refugiarse en sus casas.
Los hijos pequeños de Emilio y Francisca así lo relatan.
No nos trataban como a personas; nos trataban como a animales. Que un directivo de Iberduero se atreva a entrar en el aula tirando la puerta, ya me diréis; los niños que estaban dentro eran personas, que a un niño le dio la puerta al caer... Ya estuvieron aterrorizados mientras tiraban la casa del maestro, justo encima, por el estruendo. Pero aquel día el susto fue enorme: hubo que llevarlos a casa a que les diesen manzanilla. Allí acabó la escuela.
La voladura de las viviendas y el cierre de la escuela hicieron imposible seguir viviendo en estos pueblos, pero aún así Iberduero aró los campos, taló los frutales y olivos, destruyó las acequias y finalmente cortó el agua y la luz.
Todos los habitantes tuvieron que marcharse, aunque Emilio Garcés y Francisca Castillo decidieron quedarse y resistir en los años siguientes el duro acoso al que fueron sometidos.
Demoledor relato de Francisca lástima que no se oye muy bien
Durante quince años, el matrimonio Garcés vivió sólo en Jánovas, eran de los no propietarios, aguantando las desagradables visitas de la Guardia Civil y los empleados de Iberduero. Con la luz y el agua cortada. Francisca les vio más, porque Emilio trabajaba fuera.
Una valiente acción de los sicarios de Iberduero, fue dinamitar el conejar dónde Francisca criaba conejos (pp90).
Si les llego a coger en ese momento, te juro que de allí no salen sanos. A ver que culpa tenían de nada los pobres bichos.
Dando Francisca muestras de su valentía (pp91)
Yo no les tenía miedo, así hubieran venido con metralletas. Pero por el pueblo hacían lo que querían, las mil y una. Sentías que venían y estaban todo el día haciendo ruidos; cuando se iban, veías que se habían llevado de las casas las puertas, los balcones, la losa de los tejados. Todo destrozos.
Emilio remata (pp 91)
Cada noche me esperaba la mujer con una letanía: hoy han hecho esto, hoy lo otro. Todo, para ver si nos marchábamos. Pero cuantas más putadas nos hacían, más ganas teníamos de quedarnos. No iban a poder con nosotros.
Francisca habla de cuando desmontaron el puente, hacia 1972, con obreros de Fiscal para más escarnio, con el jefazo mirando. (pp92)
Entonces salió el otro, porque sintió aquello; yo llevaba una piedra en la mano, y cuando lo vi salir, mira... Le di con ella en el hombro, le pegué tres golpetazos y le dije: aquí tenías que estar tú, maricón. Yo que sé, que estaba yo loca.
Otro testimonio
En 1984 fueron desahuciados y tuvieron que marcharse, aunque para entonces ni la empresa concesionaria ni el Estado mostraban el menor interés en iniciar las obras. Iberduero seguía sin tener claro si el proyecto le resultaría rentable y el Estado no estaba dispuesto a iniciar las obras por su cuenta.
En 2001, tras años de movilizaciones sociales, demandas judiciales y acciones ecologistas, se elaboró un informe de impacto ambiental del proyecto, cumpliendo así con la nueva normativa europea. El resultado fue negativo, pero el proyecto no quedó desestimado oficialmente hasta 2005.
En junio de 2008 el Ministerio de Medio Ambiente hizo pública la extinción de las concesiones de los saltos hidroeléctricos de Fiscal y Jánovas, en el río Ara, y Escalona-Boltaña, en el río Cinca, definidos en la Orden Ministerial de 28 de marzo de 1951, y "motivada por la imposibilidad de proceder a la ejecución de la presa de Jánovas".
Los antiguos propietarios afectados por la construcción del embalse de Jánovas deberán pagar entre 25 y 30 veces más de lo que cobraron en su día, si quieren recuperar sus tierras y sus casas dentro del proceso de reversión abierto por la Confederación Hidrográfica del Ebro hace un año. Endesa, que compró a Iberduero los derechos de explotación del río Ara, ya ha empezado a notificar a los afectados la cuantía de las indemnizaciones que tienen que abonar.