La virgen lo que hay por ahi:
Me identifico con algunas de las historias. Voy a contar la mía, aunque diga bastante poco de mí en esa época. Entenderé que alguien no crea lo que voy a contar. Yo no sé si me lo creería. Pero los que me conocen saben que desgraciadamente es verdad, punto por punto. Aviso: TOCHAMEN.
Esta chica fue mi tercera novia. Hará unos cuatro o cinco años de todo aquello. La hija de puta engañaba. Al principio todo cojonudo, todo muy bien; lo tenía todo: físico, inteligencia, bondad, saber estar, sinceridad (eso decía), calma (yo soy muy nervioso y necesito alguien al lado que no lo sea), etc. Sin embargo, el tiempo iban revelando oscuros detalles de su realidad.
Recuerdo nuestro primer fin de semana juntos, cuando descubrí una de sus múltiples taras: su afición por el alcohol. Y ya no era el hecho de que le gustase, era que, cuando bebía, por poco que fuera, se le iba la olla. Allí estábamos los dos, en Cuenca, de primer finde romántico y su puta madre, cuando llegamos al hostal después de cenar. Yo, en mi ignorancia, había pillado champán, vino rosado, fresas, velitas y demás mierdas que les molan a las tías. La botella de Lambrusco le duró 20 minutos de reloj. El champán, algo menos. Al rato, cuando estábamos al lío, la pongo a cuatro patas y empieza a decir que hay alguien en la habitación. Se aparta, empieza a llorar y se mete debajo de la cama, mientras grita "¡están aquí, están aquí, me están tocando, me quieren hacer daño!". Yo, ojiplático, la saco de ahí, la tumbo e intento tranquilizarla (imaginaos la escena en pelotas y tal: DANTESCO). Pero, claro, a mí, cachondo y también medio pedo, se me olvida lo acontecido, se me va la pinza, e intento forzar la situación para seguir follando (me averguenzo de aquello). Empezamos otra vez a darle y otra vez la paranoia. Que la estaban agarrando, que la estaban arañando, etc. Ahí ya se me pasó todo el pedo (incluso me cagué un poco) y bajamos a por un café y tal (no quería que la dejase sola en la habitación). Yo, que era un auténtico lince (), empecé a sospechar que algo no iba bien en su azotea. Lo mejor fue cuando, comiendo al día siguiente, ella se sorprendía al escuchar de mi boca lo que había pasado. O era una excelente actriz, o verdaderamente no recordaba nada.
Luego llegaron los celos. Cuando íbamos paseando, las movidas venían porque decía que siempre estaba mirando a otras chicas. Le explicabas que si tu vas mirando al frente y, de repente, cruza la esquina una tía entrando en tu campo visual, no es que la estés mirando, es que aparece. Pero nada, tú eras un cerdo. En el metro era demencial, tenía que ir mirando al suelo o no despegar mis ojos de los suyos para que la señorita no pensara que estaba mirando "a donde no debes". "Vete con ellas si tanto te gustan". En el coche, en los pasos de peatones, igual. Una locura. Su segundo gran defecto, los celos e inseguridades, se manifestaban poco a poco. Pero aún no me la liaba demasiado, por entonces intentaba enmascarar sus cabreos.
Todo se intensificó más adelante. Nunca me dejaba ir a pedir cuando ibamos a cenar o a tomar algo a algún garito, porque supuestamente yo ligaba con las camareras. Le decía en plan coña que la camarera era gorda o muy fea, que ni aunque me pagaran, y me respondía de morros que no me creía, que era un guarro y que le hacía a todo. Empezaron a haber discusiones muy fuertes por los celos. Un día le mando una foto de mi calle con un camión cruzado en mitad de la carretera y le pongo: "Mira el subnormal éste la que ha liado, jajaja". No me di cuenta de que, entre todas las personas que aparecían en la foto (polis, grúa, gente mirando) había, al fondo, una mujer. Me responde: "Eres un cerdo, encima que le haces fotos a tías de la calle me las mandas". Siempre amenzaba con dejarme cuando pasaba alguna de estas. Lo que no entiendo es por qué no la dejaba yo
Más tarde descubrí que me estuvo mintiendo un año entero acerca de sus estudios vespertinos. Ella era azafata de congresos y eventos y tal, y me decía que estaba estudiando idiomas por las tardes para que pudieran cogerla en alguna compañía mejor. Un finde a su hermano se le escapó la verdad. En realidad estaba sacándose el bachiller. Me cabreé y le pregunté que por qué me mentía y me dijo que porque se sentía inferior a mí porque yo tenía una carrera y ella sólo la ESO, y que no quería que le fuera infiel con alguna de mi Facultad
Un día, salimos por Bravo Murillo y pillamos una habitación por la zona. Terminamos de cenar, vamos a un garito y se pone pedo, cómo no. Empieza a comerle la oreja al camarero con que quiere currar de camarera, que es azafata, que tiene un book hecho de una empresa de modelos, etc. El camarero flipando y mirándome. Yo, muerto de vergüenza, le hago gestos de que se pire y no la haga caso. Se pira el chaval y la otra me monta el pifostio de que soy un celoso. En la discusión se cae al suelo (del pedo). Empieza a llorar y a pegarme. La saco del garito, empiezo a llamarla de todo y vuelve a llorar. La llevo al hostal cabreado como un demonio y le digo que voy a llamar a su madre para que la vaya a recoger y que yo me piro a mi casa por mi lado, y nada más abrir la puerta se tira al suelo, se baja los leggins y se abre para que la folle, que es que "la discusión me ha puesto muy cachonda". Allí se quedó. Volví por la mañana a por mi mochila y me la encuentro en la bañera toda feliz.
Otro día, velatorio de mi abuela paterna. En mi familia somos un poco cerrados para esas cosas y no nos gustan los "intrusos". Vamos, que al velatorio van los familiares y punto, nada de agregados para dar la nota o hacerse ver. Pues, bien, le digo que no venga, que no hace falta, que sólo estamos la familia, que mañana ya nos vemos tranquilamente, que si quiere puede venir ya al entierro, que además está a tomar por culo (ella era del Escorial y el velatorio era en el de Tres Cantos), y que además de mi familia sólo conoce a mis padres (son diez hermanos), que mejor que conozca a mis tíos y primos en otras circunstancias. Colgamos (ella cabreada). PUES APARECE ALLÍ, CON SU MADRE, A LAS DOS HORAS, toda mona ella. Ahí poco me faltó para dejarla, pero todavía la quería mucho (sigo sin entender por qué me dio tan fuerte con ella).
Joder, y me acuerdo de un día en el Hotel Asturias (por Sol) que dio la casualidad de que, al llegar, había un grupo muy numeroso de chicas en el rellano (serían Erasmus o algo así). Oliéndome el tema, no miré a ninguna. Os juró que pasé por el pasillo mirando a la pared de en frente. Vale, pues "eres un puto cerdo de mierda, las has hecho un repaso a todas, qué asco me das...", gritos, lloros, llamada a su madre y que venga a recogerla. Yo, todo indignado, me piro a coger el metro e irme para casa. Me llama. Lo cojo. Me dice que vaya, que se ha tranquilizado y que lo siente, que bla, bla, bla, que ha llamado a su madre para que no vaya. Ya arriba, la sigo tranquilizando (yo ya ni me mosqueaba, en esos momentos me daba mucha pena, porque en mi fuero interno sabía/creía que estaba enferma y que en realidad me quería y era buena chica) y le comento en plan coña e inocentemente, para hacerla reír sin más, que he pasado por Montera y que se me ha insinuado una rumana. Para qué queríamos más:... que si no me hubiera llamado me la hubiera follado, que era un putero... Al final tuvo que venir la madre.
En fin, cosas así fueron sucediéndose al final del primer -y único- año: muchos pollos y follones por su parte, cabreos míos de dejarla plantada donde fuera y pirarme a mi casa, borracheras chungas, movidas por no darle la razón en alguna gilipollez y decir que era un maltratador psicológico y que quería imponerle mis pensamientos, etc., hasta que llegó la primera movida realmente grave. Finde en su casa. Se emperra con que vayamos a una fiesta que dan sus amigos en un chalet de su urbanización. Que quiere beber y ver a sus amigas y tal. Yo no estoy por la labor, primero porque no quiero que beba por cómo se pone, segundo porque me apetecía quedarme en casa y follar y punto, y tercero porque quería evitar el pollo, que estaba asegurado al haber tías en la fiesta. Bien, al decirle que no, se pilla una botella de licor de bellota y le pega tres lingotazos a lo bestia con cara de perdonavidas. Discutimos. Empieza a sacarme mierda imaginaria. Le digo que me voy de su casa y que la dejo. De súbito, se cae al suelo y comienza a respirar muy fuerte y a llorar. Yo veo que se ahoga, que le falta el aire, y me asusto. Llamo a su madre, le digo lo que le está pasando y le pregunto que si llamo a una ambulancia. Me dice que se la pase. Se pone mi ex. Empieza a contarle que he empezado a insultarla a ella y a toda su familia, que la he llamado loca (eso sí lo hice), que la he empujado y tirado al suelo (jamás). Yo escuchaba a la madre que le decía: "Tranquilízate, XXXXXX, respira, que ahora llamo a tu chache y va para allá". Total, que empieza a tranquilizarse y eso, y hasta que llega su hermano no me dirige una palabra. Yo me quedé por que no le pasara nada, la verdad; quería irme pitando de esa locura pero echando hostias. Me tranquilizo yo también y me preparo para lo peor: enfrentamiento con su hermano. Pensaba: "ya verás cómo encima con la tontería le tengo que partir los morros al subnormal del hermano". Llega el hermano: "¿Qué ha pasado?". Yo me callo esperando el enfrentamiento. Pues va la tía y le cuenta la verdad. Se mete en el baño y me quedo con el hermano. Flipo cuando viene y me pide perdón por el comportamiento de su hermana. Me confiesa que tiene problemas mentales, que va al piscólogo y que tiene unas migrañas muy fuertes, y habituales ataques de ansiedad y pánico. Me quedo a cuadros y paso la noche con ella más que nada porque no la líe más (el hermano volvió a pirarse ante la insistencia de ella).
Me aparece por la mañana con una sorpresa en su ordenador: nos había creado en Los Sims al detalle y nos había construido una casa y todo. Empiezo a plantearme dejarla de una vez, me doy cuenta de que ya no la quiero, que su enfermedad está empezando a afectarme a mí también, pero me da pena (y tengo miedo de lo que pueda hacer). Al mes (un mes tranquilo, la verdad) ya se armó el Belén definitivo.
Aquí viene lo gordo, shurs. Cena del equipo, nadie lleva a su novia porque habíamos quedado en eso. Pues por sus cojones me la tuve que llevar a ejercer su lorealismo de yo soy la reina de los mares. Todo bien hasta que después de cenar nos vamos todos de botellón a un sitio en el que aquí se reúne mucha gente para beber los fines de semana. Le dan ganas de mear así que, como hay mucha gente y no conoce la zona, la acompaño para que no se pierda y para taparla si se tercia. Claro, vamos a una zona donde suelen mear las chicas (una zona de setos y muros a media altura) y, dos de ellas, sorprendias de cruzarse con un tío por allí, me dicen: "¡Ehhh, no mires, ¿eh?!" A lo que las respondo, en plan vacile, con voz de tía: "No os preocupéis, que tengo lo mismo que vosotras, jijiji". EEERROOOOOOOOR. Toda la noche de morros y sin hablarme, porque no quería dar la nota delante de mis amigos (ella siempre decía que era muy educada ).
Ok, toca volver al hostal. Pollo típico y tal, pero más dañino de lo normal. Ella mucho más violenta que de costumbre. Le digo que no puede ni andar del pedo que lleva, que se tranquilice y nos paremos un momento, que le pillo una botella de agua en un chino. Me insulta y empieza a correr calle abajo tras tirar los tacones a la carretera. Se pega una hostia que flipas (pero que flipas, yo con el cabreo que llevaba me reí y todo del piñazo que se metió la notas) y se cae junto a un árbol. Empieza a llorar. Esperpéntico ver a tu novia en esas situaciones, de verdad. Voy detrás, cojo los tacones de la carretera y la levanto. La siento en un banco. Parece que está más tranquila, así que le acaricio un poco la cara, le doy un beso en la mejilla. Me dispongo a ponerle un tacón a lo Cenicienta, cuando me quita el otro de la mano y me endiña con él en toda la boca, gritándome e insultándome. Se tira al suelo y empieza a gritar que soy un cerdo y la retahíla habitual.
La levanté a la fuerza. Yo, sangrando y alucinando, fuera de mí, el puño levantado... no sé ni cómo pude contenerme, pero lo hice. Empezó a gritar que era un maltratador, que la estaba pegando. Ahí me serené porque me di cuenta de que si algún vecino lo oía, o a la policía le daba por pasar por ahí en ese momento, estaba jodido por la hija de la gran puta aquella. Le dije, y lo recuerdo como si fuera ayer: "tira para el hostal, hija de puta, que te vas a pasar la noche allí solita para que pienses lo que has hecho, y que sepas que a mí no me vas a volver a ver el pelo en tu vida". Al ver mi cara se le pasó la tontería y no dio por culo hasta el hostal. Ya allí, pensé en irme, como había dicho, pero volvió a darme pena y pensé que, con el ataque de ansiedad y la borrachera que llevaba, quizás le daba por hacer una locura si la dejaba allí sola, así que decidí quedarme a pasar la noche junto a ella, vigilándola, y luego por la mañana dejarla en la Renfe para que se fuera a su jodida casa.
Hice que vomitara, le preparé un vaso de agua y la acosté en la cama. Al desvestirla, me dieron ganas de follármela por última vez, ante su invitación. Aún me siento sucio por ello, pero debo confesar que se me pasó por la cabeza un par de veces. Muy sórdido todo. Ella no dejaba de repetir que por favor la perdonara, que era su puta enfermedad, que no la dejara sola con aquello. Que la besara. Separé las camas y nos acostamos en la misma habitación por última vez. Yo sabiendo que lo sería, ella con la esperanza de que no. Me miré el labio en el baño y lo tenía partido e hinchado. No pude pegar ojo, pensando en todo, en lo que había pasado, en lo que iba a pasar, en cómo iba a explicar a mi padre lo del labio. En cómo iba a decirle por la mañana que no me iba a ver más, que aquello fue el final. A veces la miraba. Era jodidamente guapa la cabrona. Así, dormida, en paz, me pareció más una víctima que otra cosa. Fue duro. Me levanté a las diez, tras haberla dejado dormir más de la cuenta. Quería que no hubiera ni gota de alcohol en sus venas. Me vestí por completo, hice mi mochila y también la suya. Me eché alcohol en el labio. Me miré al espejo y me enfadé. Recuerdo que pensé que eso me había pasado por gilipollas, por aguantar tanto. Tenía que haberla dejado en Cuenca.
En fin, se lo dije. No se me va a olvidar nunca la cara de sorpresa que puso. Realmente estaba asombrada, realmente pensaba que la iba a perdonar como si nada Me dijo que se podía solucionar, que tampoco era para tanto. Con eso ya me mosqueé del todo, aunque no quise montar el cirio. La acompañé hasta la Renfe y se quedó llorando. Allí pareció darse cuenta de que iba en serio. Al rato mensajes de que se iba a tirar a las vías. Los ignoré. Llega a casa y me manda una foto con un cuchillo en su muñeca. No sé por qué, pero yo sabía que no iba a hacer nada. Llamé a su padre para decírselo y, para mi sorpresa, no se sorprendió. Me contó que a veces le daba la neura y también amenazaba con quitarse la vida. Me pidió perdón y me dio las gracias por todo lo que había hecho por su hija, y por todo lo que había aguantado. Ahí terminé de darme cuenta de que había estado con una persona realmente enferma. Estas batallitas las recuerdo de vez en cuando con mis amigos con humor (sobre todo lo del labio, que dio para una semana de vaciles), pero en el fondo me dio muchísima pena la chiquilla. Ojalá esté bien y la enfermedad mental le haya remitido, porque la chica, cuando estaba bien, era un solete.
En fin, movidas chungas. He de decir que, afortunadamente, es la única mujer que he conocido así. Todas tienen lo suyo, pero nada comparable a aquello.
Edit: Acabo de recordar otra perla, cuando me dijo que a lo mejor tenía que dejarme porque no pertenecíamos al mismo estrato social, que ella muy fina y elegante y yo un neanderthal de extrarradio. Y todo porque me llevó a un bar de pijos por donde el Retiro y decía que no sabía comportarme en los sitios (el único problema real es que tengo el tono de voz bastante fuerte).