spoilerViajar mientras ayudas a los demás es la premisa bajo la que se ha estructurado el nuevo negocio del turismo. El conocido como volunturismo o viaje de voluntariado es una práctica en auge entre los jóvenes que combina unas vacaciones en un país en desarrollo con la realización de tareas humanitarias en la comunidad que se visita. Una fórmula aparentemente inofensiva que ha derivado en un una nueva forma narcisismo y neocolonialismo occidental. Un mejor currículum, increíbles fotos para las redes sociales y la sensación de estar salvando el mundo impulsan cada vez a más personas a pagar miles de euros para vivir esta experiencia sin llegar si quiera a pensar en las consecuencias reales de su ‹‹ayuda›› en la vida de los locales.
Los programas de ayuda o voluntariados surgieron tras la I Guerra Mundial y buscaban unificar las relaciones entre países. Posteriormente, entre los años cuarenta y los cincuenta, se focalizaron en las antiguas colonias europeas y en su independencia. Sin embargo, es finalmente en los años noventa cuando se comenzó a utilizar el turismo contra la pobreza que, en vez de convertirse en fuente de ingresos para los países más empobrecidos, se acabó presentando una imagen de ellos como sociedades necesitadas y atracciones turísticas simultáneamente. Así surgía el volunturismo. ¿Cuál es la clave del éxito de este tipo de programas? La fotografía juega un importante papel en su popularidad. El hábito de subir fotos y selfies con niños locales a redes sociales como Facebook o Instagram es uno de los ejes centrales de la experiencia como volunturista. Tan extendida es esta práctica que la revista Pacific Standard publicó una topología para las fotografías tomadas en estos viajes: el otro sufriente que retrata las partes menos desarrolladas del lugar que visitan, el samaritano con iniciativa que consiste en enmarcarse con niños y adultos lugareños y la selfie en el extranjero que presenta una selfie del volunturista en paisajes idílicos (Kascak, 2014). Parece bastante frívolo así expuesto, pero este tipo de agencias se construyen sobre las buenas intenciones de clientes que no son conscientes de la estafa en la que están cayendo.
Otro de los principales motivos por los que atraen estos viajes solidarios es lo bien que queda en nuestro currículum vitae. Las nuevas tendencias en el mercado laboral premian labores de este tipo a la hora de seleccionar a su plantilla y un voluntariado en un país del tercer mundo siempre resulta un valor añadido. Además, a este factor se añade la necesidad de algunos jóvenes de tomar un año sabático ante la duda de qué estudiar, hacia dónde encauzar su carrera profesional o, simplemente, para escapar del tedio de la rutina. De este modo, los volunturismos se ofrecen como sugerentes experiencias que nos ayudarán a abrir la mente y crecer como personas. Al fin y al cabo, este tipo de proyectos acaban centrándose más en la autorrealización personal que en la ayuda a las comunidades de acogida.
Un chute de satisfacción personal que nos impide ver los efectos negativos del volunturismo en los países que visitamos. Estos programas forman parte de una nueva forma de neocolonialismo en los que los occidentales tienen la obligación moral ir a instaurar la cultura del desarrollo en los países más desfavorecidos mientras se afianza el rol del salvador occidental y el etnocentrismo. Además, el hecho de que los voluntarios no reciban preparación alguna para estos viajes también constituye un grave problema. La falta de recursos pedagógicos, la preparación psicológica o los conocimientos específicos sobre la cultura y el entorno local contribuyen a que las acciones humanitarias resulten deficientes. Una falta de formación que se combina con la pérdida de oportunidades de locales, a fin de cuentas, por qué contratar a un educador profesional cuando tienen a alguien que lo hace de gratis. El volunturismo también está afectando al tráfico de niños que son separados de su familia y llevados a orfanatos. En países como Uganda, Nepal y Camboya los niños son explotados y obligados a ser amables y sonreír a los voluntarios durante el tiempo que están allí. Tristemente, algunas de estas experiencias se encuentran más cerca de los safaris humanos que de los voluntariados humanitarios. Safaris valorados en unos 173 millones de dólares anuales y que solo enriquecen a las agencias privadas que los organizan.
No obstante, también existen voluntariados que realmente marcan una diferencia en la cultura local. A veces, no es necesario irse muy lejos de casa para mejorar el mundo con nuestras acciones, salvar a un país de la pobreza en un par de meses resulta imposible. Aunque si te decides a hacer un voluntariado en un país en desarrollo, evita ofertas tentadoras y, sobre todo, fórmate. Fórmate en sus costumbres, historia, política y respeta su cultura. Finalmente, si eres de los que utilizan el voluntariado como una excusa para realizar un gran viaje recuerda que hay muchas formas de viajar y dejar una huella positiva en los lugares que visitas: consumir productos locales, alojarte en casa de locales u hoteles de la zona, buscar los pequeños comercios o desayunar en el bar de la esquina son pequeños actos que pueden marcar una pequeña diferencia para estas comunidades. FUENTE: https://huellaelmundo.wordpress.com/2018/04/25/volunturismo-mas-safari-que-voluntariado/
Me parece un tema muy interesante de debate, y me alegro de que otro usuario lo haya traído a flote. Algunos decís que mientras que ayuden, no pasa nada, y en algunos casos yo lo creo también, pero no siempre. Muchas veces se desconoce el país, su gente, sus costumbres y su forma de vivir, y a veces los conocimientos técnicos necesarios para, por ejemplo, levantar una escuela, abrir un pozo... etc lo realizan personas que aunque tengan muy buena intención, no tienen esa formación necesaria que sí la tienen gente local que por falta de recursos no pueden llevarlo a cabo. También me apena mucho porque en ocasiones, como dice el artículo que he puesto, que hay que lidiar con la inteligencia emocional de los niños con los que juegas, pasas tiempo... que muchos de ellos están solos y para ellos tiene que ser muy duro encariñarte con x personas cada año, que se vayan y no las vuelvas a ver; además de que propicia que no tengan estabilidad emocional (importantísima para un niño). En mi opinión, ayudar a los más necesitados es algo muy loable, pero hay que tener los conocimientos previos necesarios y empaparte en su país si realmente quieres ver con perspectiva qué puedes hacer para ayudarles de verdad, se trata de poner tu granito de arena en lo que tú realmente puedas contribuir