Federico Quevedo.- 01/10/2011
Tengo un buen amigo, más bien tirando a izquierda que a derecha, pero que más allá de ideologías razona con mucho sentido común, moderación y sensatez, que dice que si Mariano Rajoy se atreviera a meter en la cárcel a unos cuantos banqueros nada más llegar al Gobierno, la prima de riesgo de España bajaría por lo menos cien puntos. Yo añado a eso que, si además metiéramos también en la cárcel a unos cuantos políticos de estos que nos han dejado en la ruina, la prima de riesgo bajaría otros cien puntos más, y ya estaríamos seguramente en un nivel respecto del bono alemán bastante aceptable.
¿Por qué digo esto? Pues, francamente, porque estoy hasta las narices, por no decir otro lugar de la anatomía masculina, del punto de sinvergonzonería al que hemos llegado en este país para escarnio de una sociedad civil que está aguantando lo inaguantable, viviendo dramas brutales, soportando una crisis durísima a la que nadie ve fin y siendo víctimas de un ajuste que, como siempre, pagan los mismos: los más pobres, las rentas del trabajo, las familias… Y de la que se libran también los de siempre: los más ricos, los funcionarios, los liberados sindicales y la clase política que nos ha conducido a esta situación y que lejos de asumir responsabilidad alguna se empeñan encima en seguirnos vendiendo su demagogia barata y sus mentiras interesadas y cuyo único objetivo es que la gente les vote para seguir estando en el machito.
Hasta la coronilla, se lo digo en serio. El nivel de saturación empieza a ser ya alarmante. El otro día en mi twitter recibo este mensaje cargado de desesperación: “Los únicos que han recortado todo lo que han podido han sido los sociatas de mierda del PSOE”. “Hombre, quitando lo de sociatas de mierda, lo demás es cierto”, le respondo. “Perdona, Federico, pero me sale del corazón: tengo a mi hijo, nuera y nieto en paro y viviendo conmigo de mi pensión”. Esta es la puñetera realidad de este país. Esta, y la de las cuentas bancarias bloqueadas, la de los embargos, la de los cortes de suministro eléctrico-agua-luz-teléfono y demás servicios esenciales y supuestamente universales, la de los recibos devueltos de los colegios, la de no llegar a mitad a de mes y la de no saber con qué se va a vivir el mes siguiente.
La gente lo está pasando mal, rematadamente mal, y estos políticos de mierda como dice mi interlocutor siguen empeñados en querernos convencer de que ellos lo han hecho todo bien y a partir de ahora lo van a hacer mejor. Pero, ¿cómo nos vamos a creer las mentiras de un señor que ha dejado el ayuntamiento de Parla al borde del embargo judicial? ¿Cómo vamos a creer que no va a hacer recortes un presidente autonómico que ha estado a punto de que le corten el suministro eléctrico en su despacho oficial? ¿Por qué tenemos que hacer caso a lo que nos diga un ex presidente que ha dejado los cajones de su administración autonómica repletos de facturas sin pagar y ha mentido descaradamente sobre su déficit? ¿Qué credibilidad puede tener un señor que ha votado a favor de congelar pensiones, bajar el sueldo a los funcionarios, eliminar el cheque bebé y las deducciones para compra de vivienda, cuando dice que no va a tocar el gasto social?
¡Joder! Que no nos mientan más. Pero, sobre todo, que empiecen a hacer algo para que la ciudadanía deje de tener la sensación de que el coste de esta crisis solo recae sobre ella. ¿Cómo es posible que haya pasado lo que ha pasado en la Caja de Ahorros del Mediterráneo sin que eso no tenga de inmediato consecuencias penales? Y no solo para los administradores de la caja, sino también para quienes sabiendo lo que ocurría miraron para otro lado. Pero ¿en qué puñetero país vivimos? ¿Por qué esa gente se va siempre de rositas y con unos cuantos millones en cuentas corrientes en paraísos fiscales? ¿Por qué tenemos que pagar ahora de nuestro bolsillo, del dinero de nuestros impuestos, los desastres de su mala gestión, mientras ellos nos siguen apretando las tuercas y ahogándonos cada día un poco más?
A los ciudadanos nadie nos ha preguntado si queremos salvar cajas de ahorros quebradas vía FROB. ¡Que las dejen hundirse en su miseria y que arresten a sus gestores! Eso es lo que pide la ciudadanía. No se trata de poner más impuestos de patrimonio demagógicos que al final van a acabar pagando unos cuantos desgraciados que han comprado su casa con el fruto de sus ahorros.
No, no, se trata de que también los funcionarios sepan lo que significa apretarse el cinturón y ver en peligro su puesto de trabajo, de que los liberados sindicales hagan otra cosa que no sea perder el tiempo en los bares... Se trata de que los responsables de lo que ha pasado paguen de verdad, y la situación a la que nos han llevado no se paga con dinero, se paga con Justicia, y Justicia con mayúsculas. Si tanta prisa se dan a veces para meter en la cárcel a un alcalde por presuntos delitos de corrupción, aunque a veces luego sean falsos, ¿por qué no se dan la misma prisa para meter en la cárcel a quienes han provocado auténticos desfalcos en las entidades financieras y en las cuentas públicas? Empecemos por ahí, y habremos empezado, de verdad, a regenerar la vida y la convivencia de este país que se desangra y se desespera por sus cuatro costados.