Titulo original: Marruecos cierra unilateral y definitivamente la aduana de Melilla
Entre el 31 de julio y el 1 de agosto, Rabat cerró de hecho esa frontera comercial sin consultar con las autoridades españolas, a las que puso ante el hecho consumado. La medida suscita una enorme preocupación en la ciudad autónoma, que teme ser económicamente estrangulada, pero ninguna protesta pública del Gobierno español.
El nuevo Gobierno español se ha jactado, como los anteriores, de mantener unas excelentes relaciones con Marruecos, pero desde la llegada del socialista Pedro Sánchez a La Moncloa éste no ha conseguido que el rey Mohamed VI le reciba en audiencia; se ha producido un fuerte repunte de la inmigración irregular, que ya estaba en constante auge desde 2017; y además Rabat suprime ahora la aduana comercial terrestre de Beni Enzar. También está pendiente desde principios de enero la visita de Estado de los Reyes de España a Marruecos que el monarca alauí canceló seis días antes de su inicio.
A mediados de julio la Administración de Aduanas marroquí distribuyó a los operadores comerciales y colocó en su sede de Beni Enzar una circular escrita en árabe y francés que una asociación de empresarios melillenses tradujo al español. En ella no anunciaba explícitamente el cierre del despacho de aduanas en la frontera, pero sí se dejaba claro que "solo las mercancías comerciales que desembarquen en dicho puerto [Beni Enzar] serán objeto de despacho de aduanas a la importación"”. Es decir, que ya no se podrá importar por tierra desde Melilla.
Para acallar las protestas, el director de la Aduana y el presidente de la región marroquí del Oriente, Abdelbabi Bioui, ofrecieron a los operadores una reducción del 30% de los aranceles vigentes si descargaban la mercancía en el puerto de Beni Enzar, situado entre Melilla y la ciudad marroquí de Nador. La decisión de Rabat trata de potenciar este puerto –el primer portacontenedores atracó allí el 6 de agosto-, pero tiene también un indudable calado político.
Melilla es la única de las dos ciudades autónomas que posee una frontera comercial. Así lo solicitaron las autoridades marroquíes tras la descolonización española en 1956 y les fue concedido.
Poseía entonces el único puerto en la zona y Rabat lo necesitaba para exportar el mineral de hierro de las minas del Rif hoy en día extintas. De mutuo acuerdo, Madrid y Rabat decidieron, en cambio, que en Ceuta no habría aduana comercial.
Los empresarios melillenses, ya de por sí quejosos ante una frontera cuyo cruce constituye un calvario de varias horas, han puesto ahora el grito en el cielo. Margarita López Almendáriz, presidenta de la Confederación de Empresarios de Melilla, ha escrito al presidente Sánchez para pedirle ayuda porque se trata, según ella, de “una cuestión de Estado y de la Unión Europea”.
López Almendáriz vaticinó ante la prensa local que “toda la economía de la ciudad se va a resentir”. “Si la situación no se para, habrá muchos despidos de trabajadores”, advirtió. “Hay transitarios, agentes de aduana y otras empresas especializadas que se encargan de esta tarea y si no hay aduana, todos ellos van a ir perdiendo clientes y negocio hasta tener que ir despidiendo empleados”. Bajo cuerda otros pequeños empresarios hablan directamente de asfixia de la ciudad.
La delegada del Gobierno, Sabrina Moh, solo ha hecho, por su parte, una breve declaración recogida por la delegación local de la COPE. Asegura estar en contacto con el Consulado de España en la vecina Nador y con la Embajada en Rabat para “ver cómo se puede resolver”. Si hubiera una solución, esta no pasaría por las representaciones diplomáticas sino por un diálogo de gobierno a gobierno.
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Los intercambios legales entre Melilla y Marruecos representaban solo una pequeña parte del conjunto del comercio con el vecino país que en su abrumadora mayoría es, en realidad, contrabando tolerado por las autoridades de Rabat. Cuando hace ya más de una década era delegado del Gobierno en Melilla, José Fernández Chacón encargó que se hiciese un estudio sobre el tema. Su conclusión fue que el contrabando, que los melillenses llaman “comercio atípico”, ascendía a 450 millones de euros anuales.
Fuente: elconfidencial.com
Pues esto va a joder mucho a los ciudadanos melillenses. Es como si Gibraltar cerrase la aduana con La Linea, mucha gente quedaría bien tocada.
Hay que tener en cuenta el curioso detalle de que no impiden el tránsito de personas, sólo el de mercancías. Tontos no son xD
Para variar, ni Ken ni Su Majestad El Preparao se mojan. Supongo que lo han hecho justo ahora (entre la "crisis" y las vacaciones) para tocarles aún más los cojones a unos y otros.
Vosotros, ¿qué creéis que deberíamos hacer como nación?