Que los recortes en sanidad han desvalijado completas plantas de hospitales es un hecho que no parece preocupar más a quién trabaja (o trabajaba en ellas), pero la verdad es que en la calle está la prueba de que cuando se le extirpa la medicina a un país surge la enfermedad.
Dos veces este año he estado contagiado del virus de la gastroenteritis y en este preciso instante parece que estoy gestando un buen catarro con sus pertinentes toses. De un tiempo a esta parte, me siento más vulnerable (aun con mis 20 años) a todo tipo de infecciones que antes no parecía sufrir tan a menudo.
¿Volvemos poco a poco a ser un país de enfermos? La sanidad despuntó otrora, pero el presente está plagado de una subida de porcentajes en los casos de enfermedades. ¿La gentes se preocupa menos por la salud? ¿Nos creemos nuestros propios médicos en un ataque de egocentrismo moral? ¿O es que las plantas de los hospitales, dónde se cuida a los enfermos y se previenen enfermedades, están solitariamente vacías?