Lo que sucede es que, desde que naces, la sociedad te inculca cierta idea sobre matar y robar y lo que conlleva llevar a la práctica alguna de esas dos cosas en la vida. Por eso, en el momento en el que tienes un enfrentamiento con alguna persona, la idea de matarla es más bien algo utópico o que ni siquiera estás pensando en serio (estados de locura aparte). Lo mismo, aunque con menor fuerza, ocurre con lo de robar. El motivo es simple: la vida de una persona. Los años de cárcel que te pueden caer, el pesar de conciencia (algo que también te inculca la propia sociedad) y demás cosas hacen que a la gran mayoría de nosotros no se nos haya pasado por la cabeza seriamente lo de matar a alguien.
Y bueno, si todos nosotros naciésemos en una sociedad donde matar y robar está bien visto sobre cierto contexto todos habríamos hecho alguna de esas dos cosas a estas alturas. Ejemplos de matar: defensa propia, falta de respeto, agresión a un ser querido. Ejemplos de robar: pasar hambre.