Hazte su amigo.
Siéntate con él y escúchale. Si no quiere, que se aguante. Ahí, como un peñón, a su lado, hasta que te rias con sus cosas, él se ría con las tuyas, tu sepas lo que piensa, y él sepa lo que piensas.
Lo más preciado que tengo en esta vida es mi hermana, y jamás me llevaría mal con ella. Pon de tu parte. Esfuérzate. No le levantes la voz. No te encares. No discutas. Habla razonadamente, y si no te quiere escuchar, estate ahí calladito, pero a su lado.
Cuando se acostumbre a tu presencia y no te vea como una amenaza, entonces puedes empezar a plantearle cosas. Hasta entonces, eres un desconocido, y tu única intención a sus ojos es hacerle daño, rallarle o hacerle sentir mal.
Tu objetivo es que quiera estar contigo. Que seas su amigo, su confesor. Que pueda decirte felizmente que su objetivo en la vida es matar palomas con pinzas de la ropa. Tu no valores, ni discutas, no critiques. Observa, escucha, aprende.
Si haces eso, en menos de tres meses dejaréis de sufrir. La solución egoísta es largarte de casa, pasar de tu hermano y de tu madre y buscarte una vida lejos de la violencia y las actitudes negativas. Pero será una derrota, y no te lo perdonarás nunca.
Suerte.