Nota: lo de algarabía va por dos de sus acepciones: maraña y forma de hablar atropelladamente y pronunciando mal las palabras
El 30 de junio se produjo en mi pueblo el pleno de investidura del alcalde y el nombramiento de concejales. Ese día, unos despedidos por el ayuntamiento se propusieron aguar la fiesta y no solo formaron bulla en el exterior del mismo, sino que también quisieron asistir a la sesión para soltar algunas perlillas y, de camino, quejarse un poco.
Lo cierto es que la situación de estos trabajadores no la conoce bien ni dios, porque en mi pueblo se produjo hace unos años una moción de censura y el nuevo alcalde (al que por cierto le dediqué un hilo) despidió improcedentemente a una serie de trabajadores que, a su vez, habían sido enchufados por el alcalde que sufrió la moción. En mi pueblo, cada vez que entra a gobernar un partido político se produce una revolución en la plantilla de los trabajadores municipales, porque se echan a los amigotes de los antiguos gobernantes para meter a los amigotes de los nuevos, pero en esta ocasión el nuevo alcalde cortó por lo sano y ni finiquito ni leches.
Estos trabajadores recurrieron y, tras varios juicios, el juez falló en favor de estos, obligando al alcalde a pagar no solo el despido, sino también el sueldo correspondiente a cada uno de los meses en el periodo de inactividad hasta dicho fallo. La historia tiene más tejemanejes, pero digamos que el grueso ya lo he comentado.
Como en las últimas elecciones municipales el alcalde que ganó la moción de censura volvió a ser reelegido, los despedidos quisieron volver a mostrar su malestar.
Esta es la sesión de investidura y nombramiento de concejales con una selección de las escenas más patéticas. No sé si reír o llorar.