Enuma Elish (cuando en lo alto) es el mito del origen de la creación según los acadios. El titulo deriva de las dos primeras palabras que aparecen en el poema.
Está contenido en unas tablillas halladas en la biblioteca de Asurbanipal, en Nínive. Las tablillas de escritura cuneiforme se datan alrededor del año 1200 a.C.
El mito narra que antes de que la tierra y el cielo existiesen, Tiamat (diosa del agua salada) y Apsu (dios del agua dulce) engendraron a los dioses Lahmu y Lahamu, Ansar y Kisar. Estos últimos engendraron a Anu (An en sumerio). An engendró a Ea, Enki y otros dioses.
El padre Apsu decide matar a sus hijos por generar ruido. Tiamat se opone pero la idea es apoyada por Mummu, hijo de ambos. El resto de dioses se enteran de lo que iba a suceder pero Ea reacciona antes, matando a su bisabuelo Apsu y haciendo prisionero a Mummu. Sobre el cadáver de Apsu construye un templo. En este emplazamiento Ea y la diosa Damkina engendraron al dios Marduk.
Tiamat quiso vengarse por la muerte de Apsu y organizó su ejército de once monstruos. A continuación se casó con su hijo Kingu. Tiamat le entregó a Kingu el mando de su ejército de dioses y le entregó las tablillas del destino.
Anu intentó convencer a Ea para que encantase a Tiamat para acabar con ella, pero Ea no podía con el poder de Tiamat. Ea pidió ayuda a su abuelo Ansar y este envió a su hijo Anu.
Fracasaron y Ansu enfureció. Ea dejó el cometido en manos de su hijo, Marduk. Marduk informa a su abuelo, Ansar, de que cumplirá su cometido.
Marduk se armó con arco, espada y garrote, más una red para recoger las entrañas de Tiamat. Inmisericordioso, se lanzó al encuentro de Tiamat. Guerrearon ambos hasta que Marduk la atrapó en su red y le disparó una flecha en el vientre, sacándole las entrañas. Tiamat murió y Kingu fue arrestado, quien tenía las tablillas del destino que ahora estaban en manos de Marduk.
Versión limpia y retocada de un dibujo en relieve de la excavación del Palacio de Senaquerib, Nimroud, Nínive. Imagen original de WikiCommons. TYalaA. Original. CC 4.0
Con los restos de Tiamat, Marduk desmembró el cadáver separándolo en dos partes. Una mitad la puso en el cielo para que las aguas de encima no se escapasen. Fijo las moradas de los dioses en el cielo y creó las estrellas, las constelaciones y la luna y sus ciclos. Creó el sol y las nubes, los vientos y las tormentas.
Al abrir en canal a Tiamat, había agua salada, creó los océanos y de sus ojos brotaron los ríos Tigris y Eufrates. Después siguió creando con el cuerpo de Tiamat las montañas y el resto de la tierra, entregando las riendas a Ea.
Marduk anunció en los cielos y a sus dioses que construiría un palacio para descansar al que llamaría Babilonia. Además de esto, Marduk tuvo un nuevo plan que comunicó a su padre Ea: crearía un ser sacrificando a un dios. El dios elegido para el sacrificio fue Kingu y, de su sangre, Ea creó al hombre. Estos nuevos seres estarían al servicio de los dioses para que estos no tuviesen que trabajar.
Terminada la creación del hombre, los hijos del dios Anu llamados Anunnaki levantaron un santuario para Marduk (el templo de Esagila) y después la ciudad de Babel (Babilonia). Cada dios tuvo su propio santuario. Los dioses exaltaron a Marduk.
Enuma Elish finaliza recordando los cincuenta nombres que tuvo Marduk y enseña el buen hacer de este dios ante quien no le es negligente.