En plena precampaña electoral los voceros mediáticos patrios nos vuelven a obsequiar con lo de siempre, multitud de artificios y temas irrelevantes, análisis sesudos e insubstanciales de economistas neoliberales absolutamente desechables, y todo para distraernos y apartarnos del foco real de nuestro país. En España aumenta la pobreza a marchas agigantadas, a la misma velocidad que los acreedores de estos medios de comunicación se enriquecen como nunca. Y las soluciones de política económica que nos ofrecen son más de lo mismo, un recetario liberal -lo llaman reformas- basado en políticas de oferta absolutamente fracasadas.
España es la campeona de Europa en riesgo de pobreza y exclusión social. En el período 2009-2014 ha añadido 800.000 personas más hasta alcanzar la cifra de 13,4 millones de españoles, el 29,2% de la población, una cifra sin parangón en el resto del continente. No hay ninguna recuperación en ciernes. El otrora economista jefe del FMI, Oliver Blanchard, lo acaba de decir alto y claro en una reciente entrevista al diario británico The Telegraph: “Cuando cierta gente habla del milagro español, yo reacciono. Cuando tienes un 23% de tasa de paro y un crecimiento del 3%, yo no lo llamo milagro”.
Las cifras de pobreza y exclusión social fueron dadas a conocer la semana pasada por la Oficina Estadística de la Unión Europea, EUROSTAT. Considera que las personas en riesgo de pobreza son aquellas que viven en hogares con renta disponible por debajo del 60% de la mediana, después de transferencias sociales, pero además usa otros dos indicadores para el cómputo total de personas en riesgo de pobreza o exclusión o social. Y en ellos España sale muy mal parada. Por un lado, España está a la cabeza entre aquellos países en los que más de una de cada cinco personas están en riesgo de pobreza por rentas, solo por detrás de Rumanía y por delante de países como Grecia, Bulgaria o Lituania. Por otro lado, entre los países en los que hay más población en hogares en los que apenas hay trabajo España ocupa el segundo lugar en el ranking solo por detrás de Grecia.
Estos datos son muy similares a los aportados por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), y que ha presentado recientemente su V Informe sobre El Estado de la Pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España 2009-2014. El informe muestra un empeoramiento generalizado de la situación social en toda España desde el año 2009. Y las cifras se han visto agravadas en 2014. En dicho año, se han alcanzado cifras récord en pobreza, desigualdad y privación material severa. A la fecha, 13.657.232 personas viven en riesgo de pobreza y/o exclusión social en España. De este total, 3,2 millones viven en situación de pobreza severa, es decir, por debajo del umbral del 30% de la mediana de la renta de 332 euros mensuales para un hogar de una sola persona.
Las causas de la pobreza
La pobreza en España es mucho más amplia y está profundamente más arraigada de lo asumido por nuestros políticos. Aquellos partidos políticos que pretendan mantener el actual statu quo tienen poca o ninguna posibilidad de hacer reducciones significativas en la cifras de pobreza. Desconfíen ustedes de las fuerzas políticas, centros de investigación y organizaciones sociales que ofrezcan como recetas las dichosas reformas estructurales, eufemismo que engloba básicamente la reducción de derechos laborales y de salarios.
El estudio más completo sobre las causas de la pobreza lo encontramos en el Reino Unido. Nos referimos al proyecto de investigación Poverty and Social Exclusión. Mientras que el PIB se ha casi duplicado desde la década de 1980, el estudio determina que el número de hogares británicos que caen por debajo de los niveles de vida mínimos se ha más que duplicado en ese mismo período de tiempo de aproximadamente 30 años. Curioso, ello ocurre en pleno auge e implementación del Thatcherismo. Digámoslo claramente, la ruptura del consenso keynesiano e imposición de las políticas de Margaret Thatcher y Ronald Reagan son perjudiciales para la salud. Solo generan deuda, pobreza, y desigualdad.
El estudio británico es demoledor y se puede extender a casi todos los países desarrollados, especialmente a España y los Estados Unidos. Tener un trabajo ya no impide que las familias se enfrenten a condiciones de vida difíciles. La razón es obvia, la disminución de salarios. Uno de cada cuatro adultos tienen ingresos por debajo de lo que ellos mismos consideran que se necesita para evitar la pobreza, y más de uno de cada cinco adultos tienen que pedir prestado para pagar las necesidades del día a día.
Las estadísticas detalladas en Poverty and Social Exclusion muestran que la pobreza se ha producido debido al coste de la vivienda, calefacción, ropas y alimentos. Los sucesivos gobiernos desde la era Thatcher -no solo en Reino Unido- han trabajado bajo un ideología dominante, donde se promocionaba la posesión de la vivienda, mientras se eliminaba la vivienda social y se encarecían los alquileres. Los crecientes precios de la energía han sido fruto de su privatización, que ahora está teniendo una consecuencia salvaje sobre los ingresos discrecionales de los hogares, produciendo un incremento sin parangón en la pobreza energética. A ello añadamos la privatización parcial o total del agua. En Reino Unido, los precios del agua subieron en más del 50% en los primeros 4 años de privatización y las compañías de agua privatizadas tienen previsto aumentarlos en un 40% hasta 2020.
Siguiendo con el informe Poverty and Social Exclusion se prevé que los precios de los alimentos aumenten mucho más rápidamente que los ingresos de las familias. La carne, frutas y hortalizas frescas se convierten en ocasionales para muchos ciudadanos y eso produce pobreza alimentaria. En Reino Unido se estima que más de 2 millones de personas están desnutridas, y 3 millones más se encuentran en riesgo de estarlo. Trasladen esas cifras a nuestro país.
En realidad el origen del incremento de la pobreza en Occidente se encuentra en unas políticas económicas que han facilitado un aumento masivo de los beneficios de las sociedades corporativas en las últimas tres décadas, acompañados por un incremento de más de un 150% en el número de hogares que han caído en la pobreza como consecuencia de sufrir los efectos de la disminución de los salarios reales y empeoramiento de las condiciones de trabajo. Por lo tanto cualquier política radical de lucha contra la pobreza tendrá como objetivo último el aumento de los salarios y la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores. Todo lo demás, demagogia y mentiras.
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