En Tuluá, al suroeste de Colombia, se sancionará hasta con multas a quienes denigren a otros
Madrid- Va de una esquina a otra. Del parque a la peluquería, de las oficinas a los cafés que durante las tardes se llenan de tazas humeantes. Se trata del cotilleo, rumor o chisme, ese remolino de comentarios que es común en los rincones de muchas poblaciones del mundo, pero que ahora tiene en vilo a Tuluá, un municipio del suroccidente colombiano.
Y es que los cuentos que van de boca en boca y que algunas veces terminan convirtiéndose en problemas, serán a partir de ahora un asunto serio en esta ciudad, donde el Concejo acaba de aprobar un acuerdo en el que se regula este tipo de comportamiento.
Es el Manual de Convivencia, donde se estipulan normas para tratar de frenar los constantes comentarios que circulan por esta tierra, habitada por 200.000 personas.
Según Luis Pineda, secretario de Gobierno local, «se trata de que esta actitud, que genera tantas discordias, sea cada vez menor. En muchos casos un chisme termina aquí con enfrentamientos verbales y hasta pone en peligro la vida».
Amoríos y deudas
Pineda dijo que en Tuluá el cotilleo es tan común que cerca del 90 por ciento de las quejas que se reciben en las inspecciones de Policía se originan en este tipo de situaciones. «Es común escuchar que la gente se queje por cotilleos sobre aventuras amorosas o deudas», explica.
Es por eso que el Manual prohibe «hacer imputaciones deshonrosas a otro ciudadano, por ser un acto atentatorio de la convivencia». Con esto también se busca descongestionar los juzgados, evitando que estos casos se conviertan en demandas formales. La concejala Alcira Ospina dijo que la idea es que los afectados acudan primero a las casas de justicia, que son instancias civiles que apoyan la resolución de conflictos. «Un juez de paz intentará concertar. Si no resulta se aplicará una sanción educativa, que consiste en conferencias sobre convivencia», manifestó Alcira Ospina. Pineda añadió que en caso de que ninguna de esas medidas sirva para resolver la situación, se pasa a la aplicación de multas de entre uno y cuatro salarios mínimos colombianos ( entre 130 y 600 euros al cambio).
Algo cotidiano
La historia de Tuluá ha estado siempre ligada al cotilleo. Tanto es así que el escritor más afamado de esta localidad colombiana, Gustavo Á. Gardeazábal, ha reconocido que es el chisme que brota de estas tierras el insumo básico de sus novelas. Éste es pues, un terriorio de fábulas ambulantes que se mezclan con la cotidianidad.
Ciro González, locutor de un programa radiofónico, reconoce que la esencia de este municipio está impregnada de rumores, al punto de que los tulueños son llamados «orejones», porque durante la Colonia se dice que «estiraban la oreja para saber qué pasaba en Buga, un poblado vecino, que era donde pasaban los hechos más relevantes» en su momento. «El chisme no siempre es malo, forma parte de nuestra cultura», relata el periodista.
A pesar de que esta normativida despertó controversia en la región, muchos aseguran que detener el misterioso fluir del cotilleo por los recodos de Tuluá es una tarea imposible. Los relatos ya forman parte de los tejidos de esta cultura y el cuento ya forma parte de la realidad local.
http://www.larazon.es/noticias/noti_int34948.htm
Sí, es Colombia, pero nos llevan años de ventaja...