Vamos que la palabras de Largo Caballero no tienen un contexto de auge del fascismo en España.
Es que eso es lo de menos: de lo que sí que había auge era de un autoritarismo de derechas que iba a hacerse con el gobierno (Alcalá-Zamora no les impide llegar a la cima por nada, y este no era precisamente de izquierdas). Eso es innegable. Que ellos pensaran que era fascismo y estuviesen equivocados, es lo de menos para los hechos.
Pasa un poco como con Cataluña hoy en día o como en el País Vasco en su día.
No se quién ve el inicio de la guerra en el 34 yo no
No he dicho que tú lo digas, pero sabes que es un postulado que se ha dado en el sector y que hoy en día mucho tarado desde fuera sigue utilizando.
Yo lo que veo es lo que fue, un alzamiento contra un gobierno legítimo.
Y yo estoy de acuerdo, pero esto no justifica lo que después pasó, ni mucho menos que hoy se trate de condenar a estos personajes, que en última instancia acabaron luchando por el gobierno democrático de la República en el 36.
Dejo al respecto la opinión de Casanova, uno de los firmantes:
Con esa insurrección, los socialistas demostraron un idéntico repudio de la democracia parlamentaria al que habían practicado los anarquistas en los años anteriores. El mismo anuncio de la revolución, condicionado a la entrada de la CEDA en el Gobierno, fue un método de coacción contra la legítima autoridad política establecida. Los socialistas, independientemente de las circunstancias que se aduzcan para su radicalización, rompieron con el proceso democrático y con el sistema parlamentario como método de presión para reconducir la política. Los dirigentes del movimiento, instigados y presionados por los más jóvenes, que creaban milicias y mostraban un creciente gusto por el encuadramiento militar, trataron de repetir en España el modelo bolchevique.
Los militantes de las Juventudes Socialistas fueron los primeros en alegrarse de que los socialistas salieran del Gobierno en 1933 y que rompieran todos los compromisos con los republicanos, lo cual cerraba la fase de la «democracia burguesa» e inauguraba la marcha acelerada e inevitable a la revolución social. Las llamadas a la acción violenta aumentaron en la misma medida en que crecía la desconfianza en la legalidad republicana. La aparición de Falange Española, la subida de Hitler al poder, el aplastamiento del movimiento socialista austriaco por el canciller Dollfuss, en febrero de 1934, la agresividad verbal de Gil Robles con continuas declaraciones contra la democracia y a favor del «concepto totalitario del Estado» y las claras demostraciones fascistas de las Juventudes de Acción Popular (JAP) movilizaron a los jóvenes, universitarios y obreros, que se lanzaron en esos primeros meses de 1934 a enfrentamientos políticos violentos, ausentes durante los primeros años de la República.
Plantear, sin embargo, que con la insurrección de octubre se rompió cualquier posibilidad de convivencia constitucional en España, «preludio» o «primera batalla» de la guerra civil, es situar a una insurrección obrera, derrotada y reprimida por el orden republicano, en el mismo plano que una sublevación militar ejecutada por las fuerzas armadas del Estado. La República siempre reprimió las insurrecciones e impuso el orden legítimo frente a ellas. Anarquistas y socialistas abandonaron después de octubre de 1934 la vía insurreccional y las posibilidades de volver a intentarlo en 1936 eran prácticamente nulas, con sus organizaciones escindidas y muy debilitadas. A la derecha no republicana, sin embargo, octubre de 1934 le enseñó el camino. Siempre le quedaba el Ejército, la «columna vertebral de la Patria», como la llamó por esos días José Calvo Sotelo.
Después de octubre de 1934, la izquierda intentó restablecer la actividad política democrática, vencer en las urnas y superar los desastres insurreccionales. La CEDA se creció, defendió la represión hasta sus últimas consecuencias y echó por la borda cualquier posibilidad de estabilizar la República con su socio de coalición, el Partido Radical. Las posibles soluciones de centro que Lerroux y los suyos proponían acabaron bloqueadas por la estrategia de la conquista del poder de la CEDA y por los escándalos que, apenas un año después de octubre, les sacudieron de lleno hasta eliminarlos del escenario político.
Historia de España en el siglo XX. Julián Casanova y Carlos Gil Andrés.