¿Puede el humano determinarse?
¿Qué va primero la emoción o el pensamiento, lo dado o lo orquestado? Podemos determinar algo, elegir una destino, imponer una teleologia al ser?
¿somos espectadores?
Si la existencia precede a la esencia, tenemos abierta la puerta la disolución del ego, o a su distinción, superación.
El juego, la trama, lo serio, el samsara. El trabajo, el estado, las facturas , el deber.
Puede el hombre elegir su destino
¿Somos espectadores? ¿Tiene importancia la existencia?
Son preguntas que formulo torpemente y cierro con una cita personal.
No tengas prisa, a dónde único tienes que ir es a ti mismo.
Lo que sentimos lo que pensamos, no que tenga valor o importancia, ¿posee realidad?
No hablo de una matrix, quizá de un velo maya, de una apariencia, como recomienda el apóstol en paráfrasis, "la apariencia del mundo pasa rápido":
Después de atravesar una larga crisis nerviosa arribo a una orilla extraña ¿tiene algún viso de realidad lo que somos, lo que pensamos, creemos y vivimos, no por que la muerte guillotine cualquier trabajo, que también, a la manera Epicurea, cuando yo soy ella no es, y a la inversa, sino que su propia cualidad consistente pueda ser explicada en términos de insustancialidad y por lo tanto de vacío.
Por tanto, su carencia de importancia, al ser ambivalente, es irresoluble y por tanto plenamente libertaria. Y al tener ese cariz de indiferencia y de totalidad
cualquier cosa es posible y por tanto insignificante.
En definitiva, espectadores.