¿Sabías por quién tocan las doce las Iglesias de todo el mundo?
Después de la caída de Constantinopla en 1453, el sultán otomano Mehmed II estaba planeando someter el Reino de Hungría. Su objetivo inmediato fue el fuerte (húngaro végvár) fronterizo de la ciudad de Belgrado (en antiguo húngaro Nándorfehérvár).
En esos tiempos Juan Hunyadi (Hunyadi János*) era el regente del reino de Hungría en nombre del joven Ladislao V (V. László) de 5 añitos. Juan había estado curtiendo el lomo de los Otomanos (Turcos, para los de la ESO) durante las últimas dos décadas (20 años).
Aunque pocos de los nobles eran proclives a proporcionar ayuda, los campesinos estaban más que dispuestos a hacerlo. El Vaticano había enviado al Cardenal Juan Carvajal a Hungría, quien, con el predicador dominico Juan de Capistrano, predicaron una cruzada contra los otomanos. Con ello lograron levantar un ejército de campesinos bastante grande, aunque mal entrenado y equipado, y se dirigieron con él a Belgrado, uniéndose a las tropas de Hunyadi.
La cosa quedó en que los turcos disponían de entre 30.000 a 100.000 soldados y 200 barcos y los Húngaros unos 4.000 soldados regulares y 60.000 irregulares y 200 barcos.
El 14 de julio de 1456 Hunyadi llegó a la ciudad totalmente cercada con su flotilla en el Danubio, mientras que la marina de guerra turca se encontraba en el río.
Rompió el bloqueo naval el mismo 14 de julio, hundiendo tres grandes galeras otomanas y capturando cuatro grandes navíos y unos 20 más pequeños. Tras destruir la flota del sultán, Hunyadi pudo transportar sus tropas y las provisiones a la ciudad. Con ello reforzó la defensa de la fortaleza.
Sin embargo, Mehmet II no estaba dispuesto a levantar el sitio, y después de una semana de duro bombardeo con la artillería, empezó a abrir brechas en las paredes de la fortaleza por varios lugares. El 21 de julio Mehmet II ordenó un asalto total que comenzó en el ocaso y continuó durante toda la noche.
El ejército atacante entró en tromba en la ciudad, y después inició el asalto a la fortaleza. Siendo éste el momento crucial del sitio, Hunyadi ordenó a los defensores lanzar madera cubierta de alquitrán y otro material inflamable, y después lo prendió fuego.
Pronto una pared de llamas separó a los jenízaros que luchaban en la ciudad de sus camaradas que intentaban entrar en la parte más alta de la ciudad a través de las brechas abiertas. La feroz batalla entre los soldados jenízaros cercados y los de Szilágyi en la parte alta de la ciudad se inclinaba a favor de los cristianos, y los húngaros lograron repeler el asalto frontal desde fuera de las murallas.
Masacraron a los jenízaros que quedaban dentro de la ciudad, mientras que las tropas turcas que intentaban abrir una brecha en la parte alta de la ciudad sufrían graves pérdidas. Cuando un soldado turco casi había logrado fijar la bandera del sultán encima de un bastión, un soldado llamado Titus Dugović (Dugovics Titusz en húngaro) lo agarró y juntos cayeron desde la muralla (por este acto heroico el hijo de Juan Hunyadi, el rey húngaro Matías Corvino, ennobleció al hijo de Titus tres años más tarde).
Al día siguiente sucedió algo inesperado.
Según algunos relatos, los cruzados campesinos comenzaron una acción espontánea, algunas de las unidades se arrastraron hacia fuera de los terraplenes derruidos, tomaron posiciones a través de la línea turca y comenzaron a acosar a los soldados enemigos.
La caballería turca intentó sin éxito dispersarles y en seguida se unieron más cristianos a los que habían salido de la ciudad. Lo que había empezado como un incidente aislado pronto se convirtió en una batalla campal.
Juan de Capistrano intentó al principio llamar al orden a sus hombres para que se refugiaran dentro de las murallas, pero pronto se encontró rodeado por unos 2.000 cruzados. Entonces comenzó a dirigirles contra las líneas otomanas gritando:
"¡El Dios que lo comenzó se encargará de terminarlo!"
Capistrano dirigió a sus cruzados a la retaguardia del ejército turco, a través del río Sava. Al mismo tiempo, Hunyadi lanzó una desesperada carga desde el fuerte para tomar las posiciones de artillería del campamento turco.
Tomados por sorpresa en este extraño giro de los acontecimientos y paralizados por un miedo inexplicable, los turcos huyeron. La guardia personal del sultán, compuesta de unos 5.000 jenízaros, trató desesperadamente de controlar la situación, terminar con el pánico y reconquistar el campamento, pero para ese momento el ejército de Hunyadi también había entrado en batalla, y los esfuerzos turcos se hicieron desesperados.
El sultán mismo mató a un caballero en combate singular, pero luego recibió un flechazo y cayó inconsciente. Tras la batalla, los exploradores húngaros recibieron la orden de pasar tras los muros de la fortaleza y estar alerta a un posible contraataque turco, pero éste nunca llegó a producirse.
“Defended, mis amigos, la cristiandad y Hungría de los enemigos... No os peleéis entre vosotros... Si perdéis vuestras energías en altercados, sellaréis vuestro propio destino, así como cavaréis la tumba de vuestro país ”
Se puede decir que Juan Hunyadi está a la altura de grandes generales como Enrique V de Inglaterra, Jan Žižka o Gonzalo Fernández de Córdoba que también comandaron con éxito ejércitos durante el siglo XV.
*En Húngaro se presentan siempre por el apellido primero, luego el nombre.