Os voy a relatar una historia que surgió fruto de una seducción y que acabó en un huid antes de que se hunda el barco. Porque me apetece escribir, sin más.
Hace un par de semanas, después de darme cuenta que se me quedaba mirando, la vi parada en un coche y le pregunté si iba al pub X, me dijo que si yo iba ahí (en ese momento supe que lo tenía hecho). Le dije que sí y que nos veríamos. Hablamos esa noche, nos besamos, me sacó fuera del local, un poco de magreo y poco más porque tuvo que irse. Tenía el cuerpo que busco, delgadita y con culo marcado, guapa de cara.
Al día siguiente ya empecé a notar gotas de la locura que se aproximaba. Preguntas por su parte que buscaban reafirmar constantemente si había estado cómodo con ella, si repetiría, si volveríamos a vernos, si besaba bien. Uno que es educado se lo tomaba con humor, pero no me hizo mucha gracia ese agobio y sudé de volver a quedar con ella.
Ayer por la noche, entro a un local y la veo. Me coge de la mano y me dice que la acompañe fuera. Esta técnica tan directa que de primeras te deja un poco flipado pero que parece fuera de lugar, ya que tuve que darme la vuelta para decirle a mis colegas que ahora volvía. Estaba bien vestida, buen pantalón corto que realzaba su culo y un top que marcaba el estilo skinny de su cuerpo. Me ponía. Me dije que debía huir de ahí pero también me dije que una alegría no vendría mal.
Acabamos en mi portal y de repente saltó el mad warning. Os lo juro, si no me preguntó treinta veces en qué pensaba cuando estaba con ella, fueron treinta y cinco. Nos magreábamos y paraba para preguntarme. Acabé riéndome de la situación y pasé a vistas a algo más. Me dijo que en el portal no, que ella no era de ésas, que conmigo buscaba algo más y no podía ir así. Me preguntó diez veces si estaba enfadado y unas veinte que qué pensaba, de nuevo. Estaba hasta los cojones y como vivía cerca le dije, a modo de excusa para salir de allí, que madrugaba y que la acompañaba un rato, para despejarme.
En su portal empezó a abrazarme, a ponerme cachondo y paró, que no, que ella no era así, que mejor quedábamos otro día y entonces ya se vería. Le dije que sí, que blablablá, que ya me piraba. Hacía frío, madrugaba y tenía sueño e intentaba ser cortés porque apenas nos conocemos. Y aquí comenzó el ultra mad show. La tía se me agarró, que no quería que me fuera, que me quedara con ella toda la noche. Le dije unas diez veces que me tenía que ir, que me quería ir. La situación de querer hacerla tan idílica la chavala la convirtió en un agobio que me acabó cabreando. Me estoy yendo y me grita desde lejos que me acerque a darle un beso, gritando y pidiéndome que fuera, por favor, que era importante. Me acerco y me dice que la bese, me abraza, me agarra.
Y no pude más: Mira, cállate ya y vete a tu casa. Hasta luego.
Me di la vuelta y me fui. Tiene un viaje, pero antes que hacer frente a tantas situaciones incómodas tiro de porno.
Acabé pasando miedo, en serio.