Como reflexión general sobre este asunto:
Lo que está claro es que se ha perdido la batalla. La imagen del irredento revolucionario ya no es la del idealista guerrillero, con su fusil al hombro, que busca plantar cara al explotador. Ess figura se ha apartado en favor de la mutilación de genitales, el sentimentalismo, el egocentrismo más abyecto y la individualidad más atroz.
Estos criminales, los izquierdistas pomposos nutridos al calor de la socialdemocracia que han pervertido desde sus madrigueras de ratas, al calor de algún sueldo de su madre o padre que estará metido en alguna red clientelar de algún amiguete afín, han dejado el campo no solo derrotado, sino ridiculizado, sin mensaje y destruido.
Ahora el rebelde es otro, el petímetre encorbatado que habla de liberalismo. Ese que habla de libertad individual y de esfuerzo, esa vil cucaracha, representante absoluta de la verdadera anti-patria, que repta como la serpiente que es por ciertos oficios donde el corporativismo de empresa lo desnaturaliza de la poca humanidad que le quedaba.
Este modelo es el que, ante el puente de plata que la rata sarnosa de su enemigo le ha puesto, defección más ridícula y vomitiva de la historia, gana la batalla, se vuelve hegemónica y ya no hay marcha atrás.
La cucaracha no tiene culpa de ser una cucaracha, es lo que es. Ahora, esa basura con forma humana que ve esto y sigue peleando para realzar su ego, sin que se le caiga la cara de vergüenza, ese es el problema.
Estos están seguros en sus mansiones, ya veremos, rata, dónde estás tú de aquí 10 años cuando te pongan en el DNI que no eres género binario, pero te mueras por no poder pagar el médico. Solo espero para entonces estar montado en el dolar y ver como se hunde el barco con toda la escoria como tú.