La mayoría de los refugiados que han llegado a España en el primer contingente son eritreos. El país, con seis millones de habitantes, vive en un estado de excepción permanente, sin elecciones ni derechos básicos, desde la guerra con Etiopía (1998-2000). Los pocos que se atreven a hablar califican su nación como "la cárcel más grande" del mundo. Situada en los últimos puestos (wl 177) en el índice de desarrollo de la ONU y en los primeros por el nivel de censura, la Corea del Norte africana ha forzado en la úlima década al exilio a 363.000 personas, que sueñan con alcanzar las costas europeas o la península del Sinaí. Un tercio de los inmigrantes que se lanzan al Mediterráneo en busca de llegar a Europa proceden de Eritrea. La ONU, en un reciente informe, describe al Gran Hermano eritreo como un "estado totalitario que controla a sus ciudadanos a través de un enorme aparato de seguridad que ha penetrado todos los niveles de la sociedad. El sistema judicial es totalmente corrupto y los detenidos son tratados de forma brutal. Amnistía Internacional calcula que hay unos 10.000 prisioneros que han sido arbitrariamente detenidos por el gobierno del presidente Isaias Afewerki, quien ha estado en el poder desde que el país declaró su independencia de Etiopía en 1993.
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