Hay dos puntos en los que se debe profundizar de este caso:
Según los titiriteros, su función teatral no la catalogaban para todos los públicos, es decir, según lo alegado por sus abogados defensores, la obra estaba centrada en adultos por el carácter violento de dicha obra. Vale, de lo anterior mencionado todo ok, pobrecitos y la culpa es del Ayuntamiento de Madrid (que también tiene culpa por aceptar su realización) ahora viene el pero. Si la función que desarrollaron no era, según ellos y visto lo visto, para todos los públicos, ¿qué cojones haces queriendo hacer una función como esa en un lugar público donde pueden pasar niños, adultos o ancianos? ¿Pones una valla para limitar el paso a según qué espectadores? Tal representación debería haberse desarrollado en un lugar privado, controlando al público al que se dirige tal función. Podríamos incluso interpretar que su deseo de realizar la actividad mencionada fue premeditada e incluso pudieron haber imaginado el revuelo que causaría ésta, otra cosa es que no se imaginaran que llegaría todo tan lejos, pues ahora el Ayuntamiento de Madrid es más tolerante respecto la libertad de expresión o eso pareciera.
La condena ha sido muy injusta. Hablamos de una puta obra de títeres que se podría haber suspendido, como se hizo, y condenar posteriormente a los artífices al pago de una multa. Las medidas que se han tomado al respecto han sido muy bestias. Como máximo lo dicho, suspensión de la función, pago de multa y, añadiendo a lo anterior, la destitución del responsable que aceptó la solicitud para realizar la función.