La noticia que más se oye en los últimos días es la estafa que el pequeño Nicolás ha llevado a cabo con solo 20 años, con una cara de pajillero que no se la cree ni el, y la verdad es que no entiendo como carajo lo ha hecho, pero sí, es real.
La principal conclusión que saco de esto es que todos a los que este chaval ha engañado, siendo muchas de estas personas altos cargos de empresas, gente con dinero y políticos, son gilipollas. Es decir, gente que se supone que son inteligentes por llegar donde han llegado, o que por lo menos deberían no ser tontos, son estafados por otro retrasado con 20 años menos. Joder, son tíos de 50 tacos, que ya han vivido la mitad de su vida, coño, vaya parguelas.
Bueno, la reflexión no va sobre la estafa de Nicolás, sino más bien sobre que me ha hecho ver el estallido de esta noticia.
Supongo que muchos de vosotros habréis llegado a la misma conclusión, dado el elevado número de corrupción y estafas que se ha dado en nuestro país desde que se instauró la “democracia”. Nos roban, se ríen de nosotros, y lo que este chaval ha hecho es darle la vuelta a la moneda. Ha sido capaz de reírse de los que durante mucho tiempo nos han estado jodiendo sin nosotros saberlo, pero que al final ha salido a la luz.
En fin, todos los que nos han jodido son pequeños Nicolás, gente que no sirve para nada, pero que por x o por y consiguen aparentar ser gente decente, tienen labia y buenas aptitudes sociales, y con ello, dada la superficialidad de la sociedad en general son capaces de abrirse paso a una buena posición social engañando y estafando hasta límites insospechados.
No solo hay un pequeño Nicolás, todos los que están llamados a asistir al juzgado son como él, unos hijos de puta sin ética.