La subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) afecta de manera directa a la contratación de los más jóvenes, aquellos que, sin experiencia laboral, se enfrentan a un mercado donde la tasa de desempleo supera el 15%. El porcentaje de jóvenes parados en España es del 35%, el segundo dato más alto de toda la Unión Europea, solo por detrás de Grecia. Por eso, la nueva subida del SMI por parte del Gobierno solo dificultará la entrada de los jóvenes en el terreno laboral.
Ante este escenario, la pregunta es si es necesario recuperar el SMI por tramos que España eliminó en 1998. Antes de ese año, nuestro país contaba con varios rangos de salario mínimo según la edad. De esta manera, en 1990, los menores de 18 años tenían un SMI de 198,33 euros -aunque en ese año la moneda oficial era la peseta, los datos están adaptados a euros-, mientras que los mayores de edad se regían por un salario mínimo de 300,57 euros. Una diferencia sustancial. Además, en ese mismo año la tasa de desempleo juvenil -menores de 25 años- estaba por debajo del 30%, cinco puntos menos que la actual.
La figura del SMI diferenciado por edades no es nueva en Europa. De hecho, tal y como cuenta el profesor Marcel Jansen, en Holanda el SMI para jóvenes de 16 años es de 550 euros y la tasa de desempleo es de 7,3%, 27,7 puntos menos que la tasa española. La subida a 900 euros del salario mínimo se traduce en que las empresas que contraten un trabajador con un salario mínimo deben asumir un coste anual de 17.627 euros anuales o, lo que es lo mismo, un coste mensual de 1.469 euros.
"Dentro del ordenamiento jurídico español, los trabajadores devengan diversos derechos laborales que conllevan un coste monetario para la empresa. Por un lado, y probablemente el más importante, son las vacaciones pagadas: por cada mes trabajado se devenga el derecho a 2,5 días de vacaciones pagadas (esto es, un sobrecoste mensual del 8,3%). Por otro, por cada año trabajado también se devenga el derecho a 33 días de salario en caso de despido improcedente (asumiendo un riesgo de despido improcedente del 20%, se trata de un sobrecoste mensual del 1,8%). Siendo enormemente moderados, podemos aproximar el coste de éstos y otros derechos laborales en el 10% del coste laboral", explica el economista Juan Ramón Rallo.
Sin duda, un alto coste que no todas las empresas podrán asumir, especialmente las Pymes. Ante esta subida, serán pocas las compañías que apuesten por la juventud, sin experiencia laboral y, por tanto, una menor productividad. Por eso, recuperar una figura similar para los menores de 25 años y establecer diferentes tramos del SMI podría ser una solución para paliar la alta tasa de paro juvenil.
Opinión personal:
Sin perjuicio de que lo que habría que hacer sería eliminar el SMI para alcanzar el pleno empleo y que la productividad y los salarios reales empiecen a crecer, dividir el SMI por tramos palia sus efectos negativos, al poder ligarse a la productividad de un grupo/sector concreto. Lo ideal es que el SMI se adecuase a cuantas mayores variables posibles, mejor. Antes que imponer un SMI a toda la economía, sería preferible un SMI adecuado, en primer lugar, a los ingresos de cada empresa, y en segundo lugar, adecuándolo al puesto de trabajo dentro de cada empresa.